Usted está aquí: jueves 11 de enero de 2007 Opinión Antrobiótica

Antrobiótica

Alonso Ruvalcaba

Hamburguesas: puesta al día

Ampliar la imagen Según el Dictionary of food curiosities, el primer local que sirvió hamburguesas fue Delmonico's, en 1834. En la imagen, una hamburguesería en Cancún Foto: Fabrizio León Diez

1988

LOS SABADOS, AL principio de la noche, íbamos a ligar afuera de las aguas de la Zona Azul (horchata, por favor). A los que llevaban moto (de pista) les iba mejor que a los que llevaban coche, y a éstos, obvio, mejor que a los que no llevábamos nada. Estaban de moda el Corsar, el Taurus y el LeBaron parlante. En esos mismos coches tomábamos chelas cerca de las torrecitas, donde Fuentes se va hacia Lomas Verdes. Nos gustaban las "niñas" de la Maddox o los "niños" del Cristóbal Colón, y podíamos ver por encima del hombro a los del Instituto Satélite. Los jueves nos juntábamos en el Pennyland de Plaza, un cuarto oscuro y apestoso a adolescente, y buscábamos, después, una nueva, final y contundente definición de la hamburguesa. Yo, como tantos chilangos, alguna vez he sido un sateluco.

Paréntesis

QUIEN SABE A quién hay que darle la razón: Mark Morton escribe en su Dictionary of food curiosities que el primer restaurante que sirvió hamburguesas fue Delmonico's, en 1834; Colman Andrews, el agudo historiador, que en ese mismo restaurante, pero en 1826: ninguno de los dos ha dado con la famosa carta del local, aunque uno de ellos se lanza a poner que se vendía a 10 centavos de dólar: carita pues (hay más sobre este asunto en un ejemplar de La Jornada de septiembre de 2005). El mismo Oxford no ha podido llegar demasiado lejos: encontró en el Boston Journal del 16 de febrero de 1884 esta versión, algo triste: "We take a chicken and boil it. When it is cold we cut it up as they do meat to make Hamburg steak": tomamos un pollo y lo hervimos; cuando está frío lo cortamos como se corta la carne para el filete de Hamburgo; en 1902 ya aparece en un artículo del volumen XXVI de la Encyclopaedia Britannica; para los años 30 ya se había abreviado, sencillamente, a burger, lo que permitió, primero, la creación de nuevas burgers: la nutburger, en 1934 (una hamburguesa con chispas de nuez); la chickenburger, en 1936; la cheeseburger, en 1938 (agregarle queso a la hamburguesa debe ser una de las grandes ideas del siglo XX); la porkburger, en 1939, y, después de dar la vuelta completa, la beefburger, en 1940 ("Hamburgers are out, beefburgers are in!", dijo por entonces la American speech, con una ironía que el tiempo iba a callarle); segundo, una nota quejosa en un Word studies de 1941, que incluyó 'burger' entre los ingredientes favoritos del "caldo de los cocineros de nuevas palabras", junto con -krieg y -teria; tercero, el nacimiento de la ham-burger, que trae jamón... (Salisbury steak es un nombre opcional para la hamburguesa, que nació hacia 1897, pero no pegó hasta la primera guerra, cuando algunos trataron de sustituir los nombres alemanes por ingleses: después perdió popularidad; lo mismo pasó con sauerkraut, que intentó cambiarse el 24 de abril de 1918 por el de liberty cabbage, y, hace un par de años, con el fiasco de las liberty fries, que, según un delirio que no llegó demasiado lejos, sustituiría a las french fries.) Fin del paréntesis.

2007

ALGUNAS COSAS HAN cambiado desde entonces. Las franquicias trocaron su nombre, aunque no su espíritu (recién me aventuré a comer en Italianni's, nomás para ver: grave error), Starbucks ya se apropió de varios locales (hay, cuando menos, en la zona esmeralda, en la zona azul, en circuito Médicos y en avenida Lomas Verdes), hay por ahí el inevitable bistrot y el wine bar, pero, fiel a su naturaleza suburbana, Satélite sigue el breve edén o cuando menos un edén del adicto a la hamburguesa. Menos, claro, por el Chazz (Circuito Ingenieros 39), cuya burger, ochentera como las colas en el News o los flecos crepé, se guarda en pan horneado en casa y se deja acompañar por un largo y horizontal bufet de guarniciones: champiñones sancochados ("salteados" decimos por acá), espinacas, col, jitomate, tocino crujiente (nosotros preferimos: "crocante"), cebolla con o sin confitar. Menos, naturalmente, por el montonero TGI Friday's, sobre Periférico (número 2248, justo frente a Plaza), y su absurda decoración de cabezas disecadas, señales de tránsito, palos de golf o jockey, memorabilia miscelánea, su servicio irritante y su inteligente hamburguesa con queso azul que combina una acidez, que hace agua los costados de la lengua, con un montón de tocino. Por nada de ello, que podría pertenecer a Villa Coapa o a cualquier otro lado, sino por La Cabaña, un puesto de forma ídem, que ha ido agrandándose. Asada al carbón, con tocino y piña, la hamburguesa es ingente, dulce y picosa; espantacrudas, hiperaromática. A mí, francamente, me faltan los adjetivos; está sobre avenida de las Fuentes, pasando la desviación hacia el club de golf Bellavista.

POSDATA. NUNCA FUI a comer a las hamburguesas de la Cabaña con Rocío, habitante favorita de Satélite; nunca nos paramos, recargados en un coche (que ya no sería un LeBaron, supongo, sino un Honda), enchilados y con las manos llenas de mostaza. Hubiera estado bien. Ahora, después del próximo punto, voy a pasar a otra cosa.

http://antrobiotics.blogspot.com [email protected]

 
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