Sólo 40 por ciento consigue empleo al llegar a Estados Unidos
Mujeres migrantes, más vulnerables a las adicciones, revela un estudio
Se modifica el patrón de consumo de estupefacientes en favor de "drogas recreativas"
Ampliar la imagen Bajo el llamado "puente negro" y tumbados sobre el lecho seco del río Bravo, un grupo de migrantes espera el momento propicio para intentar cruzar hacia EU Foto: J. Guadalupe Pérez
El riesgo de crear dependencia de alguna droga es más alto entre las mujeres migrantes respecto a aquellas que permanecen en sus lugares de origen. Así lo demuestra una investigación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la cual encontró que 3 por ciento de la población femenina con experiencia migratoria consumió drogas en alguna ocasión, contra 2 por ciento de quienes permanecieron en el país.
Durante la última sesión del Congreso Internacional de Adicciones organizado por los Centros de Integración Juvenil (CIJ), se presentaron los resultados preliminares del estudio, el cual reveló que las sustancias utilizadas fueron mariguana, cocaína, crack y éxtasis.
La mayoría de las mujeres reportó que la causa del consumo fueron malestares emocionales y problemas con su pareja. Más de una tercera parte se inició en el uso de drogas durante su estancia en Estados Unidos.
Sobresale también que del total de entrevistadas 702 mujeres, 80 por ciento tenía un familiar adicto a las drogas.
Jorge Sánchez Huesca, director de Investigación y Enseñanza de los CIJ recordó que en Michoacán existe una tradición de más de 100 años de migración, por lo que existe toda una "estructura migratoria" con rutas y ciudades.
En el caso de las mujeres, además, se detectó que la mayoría realizó los viajes en compañía de familiares, o bien llegaron a vivir con algún pariente. Es decir, explicó, el especialista, están "protegidas" por la familia, lo que haría suponer también una protección contra las drogas, pero no es así.
La investigación en la que también participaron Ana Santamaría Galván, de la Universidad Michoacana, y Jorge Luis Arellanez Hernández de CIJ, se realizó con mujeres que habían vivido en Estados Unidos y regresaron a Michoacán. Tenían 36 años de edad en promedio y las más jóvenes, principalmente de las zonas urbanas, reportaron el uso de drogas alguna vez. Fueron mujeres con mayor escolaridad y que no habían tenido una relación de pareja estable.
Aunque las conclusiones señalan que la causa de este fenómeno es que son personas con más iniciativa, inclusive para romper "tradiciones femeninas", resalta que sólo 40 por ciento de las migrantes consiguió trabajo, mientras que 60 por ciento se quedó en labores domésticas y al cuidado de sus familiares.
De quienes sí obtuvieron empleo, destaca que estuvieron en el sector de servicios, en labores de limpieza y cuidado de niños, principalmente, y al regresar a sus lugares de origen, la mitad de éstas se reincorporó a las actividades de cuidado de su hogar.
Este dato es importante porque la mitad de las entrevistadas señalaron que con la migración lograron independencia y libertad para realizar actividades diferentes a las que estaban acostumbradas.
La de ayer fue la última sesión del Congreso Internacional de Adicciones, en el que participaron directivos y personal de los 100 centros de integración juvenil que existen en el país.
La finalidad, explicó el director general, Víctor Manuel Guisa Cruz, fue actualizar los conocimientos de los trabajadores y voluntarios sobre el consumo de drogas en el mundo, esquemas de tratamiento y rehabilitación, entre otros.
El funcionario llamó la atención sobre la forma como en los años recientes se ha modificado el patrón de consumo de estupefacientes, la reducción en la prevalencia de cocaína y el constante aumento de las metanfetaminas, también conocidas como "drogas recreativas", pero que resultan ser más dañinas para el organismo. Lo más grave, apuntó, es que la mayoría de los usuarios son jóvenes que no perciben el riesgo del daño a su salud.