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2007, sin crecimiento ni desarrollo social
Pase automático de Bucareli a Almoloya
Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón y el secretario de Hacienda Agustín Carstens, durante el anuncio del paquete económico para el próximo año, en la residencia oficial de Los Pinos Foto: Yazmín Ortega Cortés
No debe sorprender a nadie el cálculo, toda vez que está hecho por el mismo equipo y con igual criterio del gobierno saliente, pero sí es menester tomar las medidas pertinentes ante la "oferta" del gobierno entrante en materia de política económica: en 2007 no se moverá un milímetro, ergo, el crecimiento y el desarrollo social una vez más brillarán por su ausencia.
El primer paquete económico de la "continuidad" cuando menos ella es la oficialmente responsable de su elaboración ya está en manos de los diputados, y lo primero que salta a la vista es que en 2007 el producto interno bruto crecerá menos que en 2006, que el comportamiento económico en Estados Unidos no será de gran ayuda, que el monto del gasto propuesto resulta menor al ejercido este año que concluye, las finanzas públicas deberán afrontar un eventual descenso en los precios petroleros junto con una reducción de la plataforma de exportación de crudo, y en resumidas cuentas no se sabe cómo atenderá "las tres principales demandas" (Calderón dixit) de los mexicanos: seguridad pública, combate a la pobreza y generación de empleo.
La Presidencia de la República entregó a la Cámara de Diputados el paquete financiero, en el que se propone un presupuesto de egresos para 2007 por un total de 2 billones 234 mil millones de pesos, 9.4 por ciento nominal más que en 2006, de los que cerca de 10 por ciento corresponderán a nuevo endeudamiento público. Sin embargo, en términos reales el gasto público resulta inferior al ejercido en el presente año.
Entre nómina burocrática (con todo y 10 por ciento de descuento) y costo financiero de la deuda pública (267 mil millones, incluido Fobaporoa-IPAB, pero sin deudas "contingentes"), dicho presupuesto se reduce prácticamente a la mitad, aunque esta situación es "normal".
Seguirá la política del "tesoro" (como calificaba Francisco Gil Díaz a la macroeconomía impoluta) y se ratifica la decisión del déficit cero, es decir, no gastar un centavo adicional con respecto al ingreso, pero es en este último concepto donde el panorama no se vislumbra satisfactorio.
Desde que en tiempos del salinato el gobierno "despetrolizó" las finanzas públicas, éstas cada vez dependen más de los ingresos petroleros. Más de una tercera parte proviene de la comercialización, nacional e internacional, del crudo.
En este sentido, la proyección de la "continuidad" señala que "se prevé que los ingresos petroleros pasarán de un nivel de 8.3 por ciento del producto interno bruto en 2007 a 7.3 por ciento del PIB en 2012". Una reducción sustancial, por las dos vías, que no sabe cómo afrontará.
Para 2007 estima un precio petrolero promedio canasta mexicana de 42.5 dólares por barril, 20 por ciento menos que el estimado para 2006 (53.2 dólares). Paralelamente, proyecta 10 por ciento de reducción en la plataforma petrolera de exportación (un millón 810 mil a un millón 628 mil barriles diarios). Ambos factores implican una caída anualizada en el ingreso petrolero de exportación cercana a 10 mil millones de dólares.
Lo anterior, en caso de concretarse, no es nada alentador, aunque menos todavía resulta la proyección de crecimiento económico: para 2007, el PIB se incrementaría 3.6 por ciento, contra un estimado de 4.7 por ciento en 2006, lo que en el mejor de los escenarios llevaría a 2.9 por ciento la tasa anual promedio de crecimiento económico en los primeros siete años del siglo XXI, es decir, los del "cambio" con "continuidad", tendencia que se mantendría hasta 2012.
Lo anterior, aderezado con el comportamiento económico de Estados Unidos, del que la economía mexicana es por demás dependiente. De acuerdo con el análisis gubernamental, "si a mediano plazo se observara el comportamiento previsto para el crecimiento de Estados Unidos, entonces el impulso del exterior que recibirá la economía mexicana sería menor al observado recientemente. En un escenario inercial, el crecimiento promedio del PIB en México sería de 3.6 por ciento anual para el periodo 2007-2012". Para el caso estadunidense, dicho promedio sería, también en el mejor de los casos, de 2.9 por ciento.
Nada distinto, pues, de los escenarios conocidos, como tampoco la "alternativa" para mejorarlos: "reformas estructurales" al por mayor, en un país que lleva 25 años "reformándose para progresar" sin mayores resultados.
Si alguien no lo escuchó durante el "cambio", ahora la "continuidad" lo repite por cualquier eventualidad: "durante los próximos seis años, las finanzas públicas enfrentarán importantes desafíos. Es previsible una disminución en los ingresos petroleros, debido a menores precios y a una reducción en la producción del hidrocarburo. Por otro lado, los compromisos de pensiones, las amortizaciones de los proyectos Pidiregas y la necesidad de fortalecer el gasto social y de infraestructura, constituyen importantes presiones de gasto que necesitan atenderse" (léase "reformas estructurales").
Las rebanadas del pastel
Ya saben: si los "invitan" a negociar en Bucareli y/o a "privilegiar el diálogo", mejor no vayan, porque terminarán en el penal de Almoloya... En el Sindicato de Trabajadores del Banco Nacional de Comercio Exterior celebran que Calderón sea "el presidente del empleo", porque la fusión del Bancomext a Nafin se traducirá en 900 plazas menos en detrimento de quienes todavía laboran en el primero. Todo, porque al cachorro del Grupo Monterrey, Mario Laborín, no sólo lo ratificaron al frente de Nacional Financiera, sino que le cumplieron el capricho de fusionar dos instituciones con fines totalmente distintos.