Antrobíotica
Two memorable francies
Ampliar la imagen Sueño con serpientes Foto: Fabrizio León Diez
I. Condesa, 2006
A VECES HAY que brindar por la Argentina (con mayúscula o minúscula), mas no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer, ¡desventurados!, no por esa que os brinda sus hechizos cuando besáis sus rizos artificiosamente perfumados; no por la de tangas obviedades o milongo abatimiento; no por ella, compañeros (siento por esta vez no complaceros), sino por otra: una que vive en Tamaulipas, en el número 203, en la Condesa, justo en frente del viejo Bella Época, y que para su género (fonda casera) ya está entrada en carnes que son años: ha sobrepasado la treintena. Todo es entrañable aquí: las meseras te atienden con un cariño y una cordial lentitud que se suele reservar para miembros de la familia; el encargado va más allá: pronto te considera entre los miembros de su familia: olvida tus pequeños errores y es amable como los abuelos que valen la pena. Y esa misma sensación se te aparece en la comida, cuyos precios pueden conmover al más ojete: empanada de carne a nueve varos; el bife a 35, lo mismo que el churrasco, la dignísima milanesa (con un ligero marmoleo que le da humedad), el chorizón o la morcilla; el excelente pollo relleno de acelgas, jamón y queso (dorada piel, carne jugosita, relleno bien sazonado) anda por los 45; las perdices en escabeche no pasan de 50, y el alfajor vuelve a bajar a nueve pesos...
SE LLAMA ARGENTINISIMA y dicen que pronto, pronto, habrá vasos de vino. Yo no sé si alguna vez he comido realmente bien ahí (la carne se hace a la plancha, no a la leña, y no es imposible que haya mejor producto en alguna otra fonda), pero sí sé, esta vez, que eso en el fondo no me importa.
II. Xochimilco, 1900
SI TAN SOLO el mentado "error del milenio", el Y2K, no hubiera sido un ridículo rumor, si al abrir los ojos al "primer día del año 2000" de veras el mundo se hubiera vuelto loco, si en serio, como se decía, hubiéramos despertado en 1900, yo, feliz de la vida, me hubiera lanzado a Xochimilco.
EL ASUNTO ERA así: te ibas a esperar un tren tempranero en la "plaza de México" rumbo a Tlalpan. Si no había novedad, como a las nueve el tren llegaba a Huipulco, donde se conseguían coches que llevaban hasta Xochimilco. Era buena idea desayunar tacos de puesto en esa escala. Así se lee en las páginas de El bar, de Rubén M. Campos: "Se proponía tomar un taco picante y caliente, al ver la gran cazuela de chile con rajas y tortillas que se cocían en el comal: de allí pasaban a las manos de quienes las quisieran, en un puestecito de refrigerios que había junto a la estación. Hechos los tacos de las rajas en las tortillas calientes pedíamos xomas de tlachique dulce y espumante..." (Las xomas, creo, son jícaras; el tlachique es pulque.)
EL LAGO ERA hiperverde, y aún surtía de flores a buena parte de la ciudad de México. El turista vería algo así: "Unas cuantas trajineras y unos cuantos cayucos bastaban para el tráfico diario; el aspecto desierto del lago [era día feriado] dábale más encanto; era un acontecimiento cruzarse con una trajinera rebosante de forrajes y legumbres, o con una que otra india rezagada con su largo y angosto cayuco henchido de flores. Los huexotes semejaban plumeros que ondulasen al viento, algunos de ellos de alturas fabulosas; y los sauces llorones besaban las superficies de las aguas con sus follajes volcados de un perpetuo verdor... Limpio de toda urbanización y poblado solamente de unas cuantas cabañas de paja, daba la impresión de internarse en un lago salvaje de la antigua Anáhuac poblada por una raza de bronce entregada a la vida lacustre bajo otros dioses."
OBVIAMENTE AQUELLA RAZA no era menos de mierda y lodo que la nuestra, pero, carajo, uno se detenía en cualquier recodo y unos indios podían cocinarle un borrego o un guajolote ("¡Guajolote, cólera absurda, / carcajada inoportuna, / montón de plumas"), y tienen a la mano todos los vegetales (con esa "cromática alegría de la plaza, / verde jaspe de los chilacayotes; / cinabrio de la flor de calabaza / y el alabastro de los chinchayotes"), era antes del malhadado éxito de María Candelaria y de Dolores del Río y Pedro Armendáriz, y de las trajineras lupitas y las tardes de ron y chela y carnitas y del kitsch y del puerquerío que se ha vuelto todo; y Tablada habría estado ahí echado conmigo y chuparíamos pulque y, anacrónicamente, me anunciaría versos así: "Alegría de los pulques curados,/ verdes, como la savia y almendrados,/y teñidos con tuna solferina...
LASTIMA: EL PRIMERO de enero de 2000 fue, nada más, el nuevo enunciado del mismo aburrimiento.