Balance sexenal
El desempleo alcanzó niveles dramáticos y se protegió el corporativismo, dicen
La política laboral de Vicente Fox, un "fracaso", definen centrales sindicales
Mineros muertos en Coahuila y Michoacán, reformas a ley del IMSS, Pemexgate, Cooperativa Pascual y el Colegio de Bachilleres, entre los conflictos más sobresalientes
Ampliar la imagen Protesta de trabajadores de Sicartsa en abril pasado Foto: Alfredo Domínguez
"Nefasto" es la palabra que utilizaron la mayoría de las centrales obreras sindicales del país para definir el balance laboral del sexenio de Vicente Fox.
En voz de las principales organizaciones gremiales, la política laboral fue un "fracaso", ya que en el periodo 2000-2006 el sector vio crecer el desempleo a niveles dramáticos; se convirtió en la mano de obra más barata de América del Norte y del Sur; sufrió conflictos gremiales que llegaron a la represión y muerte de obreros; tuvo que salir a la calle más veces que en los dos sexenios anteriores para defender sus contratos colectivos y fue embestido con el recorte de sus sistemas de pensiones.
El gobierno foxista además mostró un rostro no conocido en el panismo, al verse complaciente con los sindicatos corporativos llamados "charros" a los cuales protegió, defendió y hasta les hizo un homenaje, al bautizar la presa El Cajón con el nombre del heredero de la estirpe de la Confederación del Trabajadores de México (CTM), Leonardo Rodríguez Alcaine.
El mandatario y los dos secretarios de Trabajo que tuvo en su gobierno, Carlos Abascal Carranza y Francisco Javier Salazar, tuvieron un "maridaje" con el viejo sindicalismo corporativo, y mientras atacaron a las organizaciones democráticas, abrazaron a las alineadas. Se les "olvidó" el Pemexgate y no sólo no encarcelaron al dirigente del Sindicato Petrolero, Carlos Romero Deschamps, sino que aplaudieron su relección, lo llamaron "amigo" y lo erigieron a él y a Víctor Flores Morales, anterior líder del Congreso del Trabajo (CT) quien tiene más de 15 mil demandas por malversación de los fondos ferrocarrileros, como "factores de la paz laboral", señaló la Unión Nacional de Trabajadores.
No obstante, salvo el cascarón del CT, no hay organización sindical que hable bien del foxismo o que crea que pudo haber algún avance para el sector en este régimen, ninguna central obrera considera que éste haya sido un buen gobierno para los trabajadores.
La voz seria y enojada del actual líder de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe, se enroquece más cuando señala que la prueba más contundente de que al sector obrero le fue muy mal en este gobierno, son los millones de trabajadores que tuvieron que emigrar a Estados Unidos en busca de un empleo. Para la CTM, el régimen fue un desastre económico, ya que se generó el crecimiento de la economía informal al grado de que 12 millones de mexicanos sobreviven en ella; se arrebató prestaciones y quedó casi en desuso la Ley Federal del Trabajo; en la práctica se flexibilizó la contratación. Pero lo fundamental, es que el gobierno de Fox abandonó la tutela de los trabajadores.
Ante el recrudecimiento de la política antilaboral, organizaciones como la Confederación Revolucionario de Obreros y Campesinos (CROC), se saltó el redil y hasta coqueteó con el perredismo, ya que para esta central, la política laboral de este régimen cabe en una palabra: fracaso.
El deterioro salarial a consecuencia de la política restrictiva en el rubro, fue de tal grado que el aumento acumulado en todo el sexenio para el salario mínimo significó apenas 8 pesos con 32 centavos. En tanto a los sueldos contractuales les impuso "topes"; además de que la tasa abierta de desempleo llegó a 4 por ciento, el empleo informal repuntó 40 por ciento, y el déficit de empleo en México, tan sólo de este gobierno, se calcula en más de 5 millones de plazas.
Los muertos no existen en foxilandia
Uno de los hechos que va a caracterizar el sexenio foxista, según el sindicato minero es la coladera que destapó la explosión de la mina Pasta de Conchos en Coahuila, donde 65 trabajadores fallecieron, ya que el accidente desnudó la relación perversa entre la Secretaría del Trabajo y grandes consorcios como Grupo Industrial México y Grupo Villarreal; la violación sistemática de las derechos de los mineros y sus condiciones infrahumanas de sobrevivencia.
Esta organización planteó que para proteger todo este entramado se creó una cortina de humo con la persecución del dirigente Napoleón Gómez Urrutia, cuya destitución se hizo con pruebas falsas. La Secretaría del Trabajo avaló a otro líder, Elías Morales, sin mediar ninguna votación o asamblea; lo que levantó un movimiento de protesta que acabó en el paro de labores en diversas secciones, como Sicartsa, el cual se trató de deshacer con represión orquestada por las empresas y el gobierno, y terminó con la muerte de tres trabajadores.
Otro sindicato que fue severamente acosado, según sus propios líderes, fue el Nacional de Trabajadores del Seguro Social, cuyo dirigente, Valdemar Gutiérrez, dijo que "este gobierno intentó a toda costa acabar con nuestro contrato colectivo y régimen de jubilaciones y pensiones". Buscó además atacar la autonomía de la organización sindical y hubo un ataque feroz contra los trabajadores a quienes calificó de "privilegiados". El balance del sexenio para este gremio es más que nefasto, es una de las etapas más oscuras que se ha registrado en la historia laboral, ya que el principal enemigo fueron quienes tenían que defender a los trabajadores, el Estado y su Secretaria del Trabajo, señaló.
Para la UNT, Francisco Javier Salazar Sáenz ha sido el "más nefasto" titular del Trabajo que ha tenido el país, ya que configuró una política laboral "agresiva, divisionista, intervencionista y contraria a los derechos de los trabajadores". Francisco Hernández Juárez, líder de la presidencia colegiada de la UNT, señaló que la política laboral oficial implicó un acuerdo tácito con el viejo corporativismo y un reagrupamiento empresarial desde donde se combatió a los sindicatos que reivindican la autonomía y la libertad.
Agustín Rodríguez, dirigente de los agremiados al STUNAM y de la UNT, dijo que está claro que no hay tal paz laboral, sólo que los funcionarios se aferraron a una "foxilandia" que no existió.
En el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se indicó que prácticamente todo el sexenio de Fox fue de confrontación; no hubo avance, ni reposo, sobre todo para evitar las llamadas reformas estructurales: la laboral y la energética.
Y es que los conflictos sindicales fueron innumerables, en el Colegio de Bachilleres, la Cooperativa Pascual, Euzkadi, Dina, Volkswagen, etcétera, por lo que la Unión de Juristas de México, que se ocupa de la mayoría de estos casos, remató: la política laboral con Fox, se caracterizó por una falta de eficacia administrativa y de sensibilidad social, por actitudes tardías, torpes y no pocas veces ilegales, "fue una política de desprecio y abandono del Estado sus compromisos con los sectores obrero y social".