Usted está aquí: domingo 26 de noviembre de 2006 Opinión Encrucijada energética

José Antonio Rojas Nieto

Encrucijada energética

Lo único que podemos y debemos demandar del nuevo nombramiento en la Secretaría de Energía es mayor seriedad y respeto por un sector cuya problemática ya acusa problemas delicados, por no decir graves. Estos deberán ser resueltos en el marco de una estrategia global seria y sostenida. Un sexenio resultará insuficiente para superar el deterioro crónico que ya enfrenta lo energético en México, y que no resulta sólo de lo que ya se identifica como término de la fase petrolera expansiva y fin de lo que demagógicamente se llamó abundancia, sino también del descuido y la ligereza ­por decir lo menos­ con que se ha manejado su problemática.

Esto se ha traducido en circunstancia propicia para los negocios de capitales y empresas privadas, que poco o casi ningún cuidado han tenido ­¿por qué deberían de tenerlo?­ con los problemas ya seculares. Al menos por última vez ­última, sí­ hay que decir que en este sexenio se registró un manejo errático de lo energético. Muestra de ello es ­para decir lo menos­ no sólo el inicio altamente influido por los personeros de la empresa Enron con los entonces miembros del equipo de transición del presidente Fox, sino el continuo y permanente cambio de responsables.

El cambio en sí mismo hubiera sido menos grave. Lo lamentable es que los nominados a coordinar los esfuerzos sectoriales nunca contarán con la suficiente solvencia técnica, profesional y política para ello. El primer secretario de Energía ­Ernesto Martens­ era un hombre del sector privado con experiencia en el campo: provenía del fuerte grupo vidriero mexicano de Monterrey, altamente consumidor de gas natural. Y aunque había participado estrechamente en la discusión del capítulo energético del Tratado de Libre Comercio, no era un hombre de Estado capaz de articular una estrategia global para el rescate y trascendencia del sector. En descargo hay que reconocerle que se hizo rodear de algunos colaboradores que realmente intentaron ­dado el contexto gubernamental, con poco éxito­ dar al mismo una estrategia de desarrollo coherente. Pero la debilidad de ese equipo quedó manifiesta en aquella anécdota que cuenta que Martens se enteró de su sustitución por terceras personas.

Como todos sabemos, su lugar fue ocupado por Felipe Calderón, quien ­nos guste o no­ llegó a promoverse para la candidatura de su partido a la Presidencia de la República. Más allá del prematuro y débil diálogo que tuvo con el Congreso para impulsar las reformas privatizadoras de Fox y el trabajo realizado por una o dos honrosas excepciones, Felipe se hizo rodear de personeros que, ante todo, prepararon su lanzamiento político. No hubo nada ­absolutamente nada­ excepcional en los pocos meses que Felipe duró en la Secretaría de Energía. Y su paso terminó ­como todos sabemos­ con aquel "destape de Guadalajara", que muy probablemente nos costará cargar hoy con uno de los más regresivos y cerrados secretarios de Gobernación que hayamos tenido. Y si no, sólo recuérdese el violento y vejatorio trato que dio a los opositores del libre comercio mundial en la capital de Jalisco. Nada más.

Calderón fue sustituido por Fernando Elizondo quien ­visto desde ahora y más allá de sus buenos modales­ sólo esperó el momento de lanzarse a la campaña por una senaduría por Nuevo León, desde donde ­sin duda­ se lanzará a contender por la candidatura gubernamental para tratar de arrebatar al PRI la gubernatura de su estado natal.

Fernando Canales Clariond ­tercero en la lista de tres encargados del despacho vinculados al grupo Monterrey­ dejó la Secretaría de Economía y sucedió en el cargo a Elizondo. Y su paso por esta Secretaría no sólo ha resultado ­como casi todos los anteriores­ intrascendente. Y si no, sólo obsérvese el devenir que tendrá el absurdo y prácticamente cancelado proyecto de la refinería centroamericana. No voy a señalar ­acaso por lo prolijo del asunto­ la decena de personeros que transitaron por subsecretarías y direcciones generales. Pero sí les puedo decir ­como se puede colegir después de entender que los responsables de la oficina de Insurgentes y Diagonal San Antonio duraron un promedio de no más de año y medio en su puesto­ que la principal consecuencia de esto ha sido la pérdida de tiempo valiosísimo para determinar solventemente las estrategias a seguir en, al menos, cinco aspectos sustantivos: 1) El de la urgente recuperación del volumen de reservas y de producción de petróleo, de frente no sólo a su decaimiento crónico ­en realidad el ingreso a una nueva fase descendente de producción­ sino frente a una ineludible perspectiva de costos crecientes de producción que, entre otras cosas, disminuirán el volumen de renta petrolera disponible, lo que en pocos años generará una delicada situación fiscal que debe ser enfrentada desde ahora; 2) el de la también urgente necesidad de ampliación sostenida de las reservas y la capacidad de producción de gas natural frente a una demanda creciente, no sólo por la expansión de la industria eléctrica con base en la tecnología de ciclos combinados, sino también por el creciente consumo doméstico e industrial; 3) el del fortalecimiento de las capacidades de refinación y petroquímica ­desde hace varios años deficitarias­ resueltas temporal y provisoriamente con un incremento constante, pero económicamente insostenible de la importación de gasolinas, diesel y otros derivados; 4) el de la expansión de un sector eléctrico que provisionalmente disfruta ­dicho un tanto ligeramente­ de un excesivo margen de reserva, pero que enfrenta ritmos sostenidos de consumo y exigencias crecientes tanto de calidad y seguridad en el abasto de combustibles, como de acceso a formas renovables y limpias de generación, y 5) finalmente, para sólo mencionar uno más, el del altamente dispendioso patrón de consumo de energía en el sector transporte que, de no trascenderse, nos sumergirá aún más en esa espiral de deterioro energético y ambiental en la que ya estamos inmersos. Reflexionando un poco sobre todo esto, se podrá comprender que el reto de los responsable legales de este sector ­incluidos los próximos directores de Pemex, CFE, Luz y Fuerza del Centro y de los centros de investigación del sector­ será el de proponer a la sociedad una estrategia virtuosa para enfrentar la superación de éstos y muchos otros problemas "energéticos", asunto que, por su propia naturaleza, trasciende el panorama sexenal.

Craso error sería que ­una vez más­ la obcecación y la testarudez por modificar el marco constitucional dominaran sus esfuerzos. Si algo muestra el resultado electoral es que en este terreno no hay consenso. Precisamente por eso, el papel propositivo que deberá jugar el Frente Amplio Progresista y la movilización social serán fundamentales. El encono social y político que vivimos no puede ser pretexto para que nuestro debilitado sector de energía continúe profundizando sus problemas crónicos. De ninguna manera. Bajo ninguna circunstancia. De veras.

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