Usted está aquí: martes 21 de noviembre de 2006 Opinión Un paso al vacío

José Blanco

Un paso al vacío

La extrema crispación actual creada especialmente por el PRD y por López Obrador se halla cerca de convertirse en una crisis social que, una vez abierta, nadie tendrá control sobre ella y lo que ocurra perjudicará a la nación como conjunto, pero especialmente a las mayorías, los millones de pobres de este país.

Nunca en el pasado reciente habíamos tenido ocasión de mirar la profundidad de una cultura en la sociedad y especialmente entre la llamada clase política, carente de los valores de la democracia, y de los valores de la legalidad. No habíamos visto el tamaño de esta enorme falla social y política para la convivencia civilizada de los que vamos en el mismo barco, y para el futuro de la nación y su cohesión social. El barco, a la deriva, está haciendo agua por un número creciente de grietas, mientras los agentes políticos centrales se han estado dando hachazos a diestra y siniestra, contribuyendo a abrir más grietas en esta, por hoy, desdichada nave. En una sociedad carente de los valores de la democracia y de la legalidad, ya lo sabemos, una franja que puede ser significativamente creciente festeja, porque para ellos, entre peor, mejor.

No debiera extrañarnos la presencia de esa falla. Los valores de la democracia y de la legalidad no se aprenden en los libros (menos en una sociedad que apenas lee); son el resultado de una experiencia de vida. "Lo vivido", como expresaba Sartre, da estructura y contenido a la cultura de la sociedad: el contenido y la jerarquía de sus valores. El atraso social dio como resultado un Estado-partido cuasi corporativo y autoritario y, de regreso, el Estado-partido actuó reforzando la cultura corporativa, autoritaria, con mecanismos corruptos, clientelar, y casuística y particularista: a cada quien según su poder de presión o de chantaje a las cúpulas gobernantes. Ello permitió al partido casi único conservar el poder.

En una insólita serie de reformas racionales, crearon las fuerzas políticas un ejemplar haz de instituciones para el juego electoral, que ha sido reconocido en el mundo entero. Con esas reglas del juego, con el Cofipe existente, con el IFE existente, con el TEPJF existente, con los magistrados existentes y nunca impugnados durante diez años, con los consejeros existentes que operaron el IFE en la reciente contienda electoral presidencial, todos los partidos aceptaron jugar.

Diversos expertos en la cuestión electoral han mostrado cómo las cifras de las encuestas de salida, el conteo rápido, el PREP, el conteo del TEPJF en las casillas impugnadas y otros instrumentos de medición arrojaron muy similares y apretados resultados.

La autoridad electoral de última instancia reconoció fallos, irregularidades y comportamientos prohibidos por la ley ­como la injerencia insufrible de Fox y de empresarios en los medios­, pero las leyes existentes no prevén cómo traducir en números de votos tales irregularidades y no vieron otra sino atenerse a la letra estricta de la ley. Ausencia en las leyes que es preciso corregir.

Que el TEPJF pudo decidir un recuento total de los votos ­como ocurrió en Costa Rica­ es verdad. Pero la autoridad legal para tomar esta decisión es el propio TEPJF. Tomó otra decisión, y ésa es la decisión legal: con ello se construyó la verdad jurídica de lo ocurrido. Esa es la única verdad aceptable en un Estado de derecho.

López Obrador nos mostró con la máxima contundencia su posición frente a las leyes: "¡al diablo con las instituciones!", dijo, y se autoproclamó presidente legítimo, en la más nítida tradición de nuestra cultura carente de valores democráticos y legales.

Mandando al diablo las instituciones, mandó también al diablo su enorme poder de negociación con el poder legalmente constituido, que alcanzó al haber obtenido casi el mismo número de votos que el presidente electo.

En la víspera de entrar en funciones, Calderón se compromete a asumir y llevar a cabo una parte sustancial del conjunto de políticas propuestas por el Frente Amplio Progresista (PRD, PT y Convergencia) en su documento Por la justicia y la democracia, fundamentalísimas para el futuro del país, en materia energética, en salud, en pensiones y jubilaciones, en un sistema de becas para todos los niveles educativos, en la garantía del carácter laico del Estado, en programas de vivienda y de combate a la pobreza, en la promoción de reformas en el ámbito laboral, de justicia y seguridad pública, en el combate a la corrupción y la adopción de medidas de austeridad, en el impulso al federalismo, y en continuar perfeccionando las instituciones electorales, entre otras.

Calderón "olvida que hay una diferencia fundamental, que es nuestra certeza de que él no ganó la Presidencia y que por consiguiente no merece consideración o respeto alguno", respondió Gerardo Fernández Noroña, portavoz del PRD. "Nuestra certeza" está por encima de la ley, "nuestra certeza" es una confesión más de que su apuesta será la ingobernabilidad; no le importa que la mayoría de la sociedad no esté con el PRD.

 
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