El escritor presentó su nuevo libro, Las pequeñas memorias, en su pueblo natal
José Saramago se reconcilia con su infancia y con Portugal
El Nobel lusitano regresó a Azinhaga para cumplir un sueño y festejar sus 84 años de vida
Por primera vez, el narrador incursiona en la literatura autobiográfica
Ampliar la imagen El escritor José Saramago y su esposa, Pilar del Río, ayer en Azinhaga, Portugal, durante la presentación del nuevo libro del autor lusitano, quien dice seguir siendo ''un campesino'' Foto: Reuters
Madrid, 16 de noviembre. Para celebrar su cumpleaños 84, José Saramago quiso llevar a cabo finalmente un sueño que lo había rondado durante años, quizá décadas: regresar a su pueblo natal, Azinhaga, Portugal, para recorrer sus campos y calles silenciosas, pero también para presentar su nuevo libro, el primero autobiográfico del Nobel de Literatura 1998, Las pequeñas memorias.
Saramago se reconcilia así con su país, con el que ha tenido diversos desencuentros a lo largo de su vida y, lo más importante, con su infancia, con ese niño de familia humilde que caminaba descalzo en la aldea a las orillas del Almonda, río cercano al mítico Tajo, y a una hora de la capital, Lisboa.
Para recuperar estos recuerdos de infancia y extraer de los recovecos de la memoria los hechos que marcaron su niñez, sus relaciones familiares, sus sueños, sus amistades furtivas en el pueblo, su emigración a la gran ciudad, Saramago limpió su peculiar prosa literaria para exponer los ''hechos tal como ocurrieron".
El Nobel lusitano presentó así su más reciente libro, en su querida Azinhaga que lo vio nacer un 16 de noviembre de 1922, y con el que inicia su particular andadura por la escritura autobiográfica.
Persistente pobreza
Desde que decidió contar su vida, explicó José Saramago, se ha sorprendido por lo que uno puede recordar respecto de ''las circunstancias, los olores y hasta los sabores" que experimentó siendo un niño a punto de entrar a la adolescencia.
''En el pueblo siempre andábamos descalzos los niños y las mujeres. También los hombres, pero cuando se iban a trabajar se ponían las botas.
''Me gustaba mucho llegar a la aldea, quitarme los zapatos y meterme en el río; pisar el lodo y los rastrojos duros... Es lo que hacía todo el mundo, todos vivíamos así entonces. Pero esa pobreza, y peor incluso, existe todavía", manifestó el novelista en una entrevista publicada en El País con motivo de la publicación de su libro en Portugal.
''El libro cuenta el niño que he sido, como una forma mejor de entenderme a mí mismo, pues aunque la gente piensa que los primeros años, la edad de la inocencia, es para olvidar, yo creo que no es así", señaló Saramago.
El escritor portugués, en su empeño por ser fiel a sus ideales, expuso con crudeza aspectos de su vida familiar e infancia, hasta el punto que algunos de ellos le provocaron dudas y malestar.
''Intenté que el escritor diese una idea bastante clara de la vida de este pequeño ser. Es, como digo a veces, la prehistoria, ya pasaron cien años", dijo Saramago en una entrevista en la emisora lisboeta TSF-Radio Jornal, ya que el libro Las pequeñas memorias únicamente se ha editado en portugués.
Precisamente, uno de los aspectos de su infancia que más lo marcaron y que, por tanto, le resultó más difícil escribir, fue la relación de su padre con su madre, al reconocer que en el seno de su propia familia se vivió en algún grado la violencia doméstica.
''Se dice que todas las cosas que tienen que ver con la familia son sagradas, no se habla de ellas. Pero, ¿son sagradas, por qué? ¿No es en las familias donde ocurren algunas de las peores cosas que han pasado en la historia de la humanidad?"
Contra la violencia doméstica
José Saramago cuenta así no sólo la ''bofetada" que recibió un día de su padre, sino también la forma en que éste trataba a su madre: ''No sé lo que diría mi padre, pero sentí que era mi obligación no evitar eso. No voy a hacer un drama con la injusticia de la bofetada que me dio mi padre, pero decidí contarlo para llamar la atención sobre la necesidad de que los adultos comprendan a los niños", añadió.
Al respecto, el Nobel portugués insistió en que la violencia doméstica es un fenómeno que debe preocupar a la sociedad actual, pues ''este año, sólo en España, fueron asesinadas más de 60 mujeres. ¿Cómo es posible que esto pase a ser la cosa más natural del mundo? Claro que mi padre no asesinó a mi madre, pero la trató mal algunas veces. Y eso me costó colocarlo en el papel".
También cuenta en Las pequeñas memorias algunas anécdotas de su infancia, como la manera en que fue bautizado Saramago, a pesar de que su nombre original era José de Sousa, pero que el ''Saramago" se lo añadió por su cuenta un funcionario ''borrachín" del registro civil de su pueblo, en alusión al sobrenombre de su familia.
Después de la revisión biográfica por su pasado, Saramago reconoce que ha llegado a una conclusión: ''De alguna forma sigo siendo un campesino. Parece disparatado decirlo, pero sólo yo puedo saber lo que llevo de campesino dentro de mí. En gran parte sigo siendo ese niño.
''Mis raíces más auténticas son ésas. El pasado está lejos pero nunca me he podido separar de él. Lo que está entre la infancia, la adolescencia y lo que soy hoy no me marcó tanto. El carácter se forjó en aquel momento."