Usted está aquí: jueves 2 de noviembre de 2006 Deportes Desfile de luchadores y pocos aficionados en el velorio de Huracán Ramírez

Mi papá estaría feliz de escuchar los recuerdos y ver a sus mejores amigos: Karla

Desfile de luchadores y pocos aficionados en el velorio de Huracán Ramírez

La muerte lo sorprendió; no hubo dolor ni se quejó como sus contrincantes con la huracarrana

JORGE SEPULVEDA MARIN

Ampliar la imagen Axel, el nieto del Santo, y Karla, la hija de Huracán Ramírez, durante el velorio Foto: Notimex

La muerte lo sorprendió la última noche de octubre en su cama. No hubo dolor ni sufrimiento alguno; tampoco se quejó como lo hacían sus rivales cuando les aplicaba la afamada llave huracarrana.

Con el fallecimiento de Daniel García Arteaga, conocido en el mundo de la lucha como Huracán Ramírez, los cuadriláteros no sólo se pintaron de negro sino que desapareció también el último del grupo que conformaba la trilogía fantástica junto con el Santo y Blue Demond.

El desfile de rivales, compañeros, réferis y promotores fue abundante, no así de aficionados, quienes prácticamente olvidaron las horas de emoción que les brindó el legendario luchador.

Ahí, junto a su féretro rodeado de arreglos florales y con el persistente cuchicheo como fondo obligado de estos solemnes actos, se rememoraron las anécdotas y se confiaban los más agradables recuerdos entre los asistentes.

Uno de sus rivales, César Valentino, hizo memoria y narró que nunca se confiaba de lo agradable que resultaba Huracán abajo de los encordados, porque sabía que en cualquier momento emprendía el vuelo para atraparlo del cuello entre sus piernas, duras como troncos, y era presagio de que en breve terminaría derrotado.

"Era casi imposible zafarse de esa llave. Una vez atrapado ni quien pudiera salirse. Ejercía una presión muy fuerte y la verdad nunca encontré cómo romperla", refirió.

Presente estaba también su viuda Eulita, como la conocen en el medio, al lado de su única hija, Karla, quienes tienen la mente saturada de agradables recuerdos y anécdotas de lo hermosa que fue su familia.

Ambas estuvieron cobijadas por el pésame de sus familiares también luchadores, como el Matemático, el Catedrático, el Doctor K y otros de los nuevos como el Audaz, pertenecientes a la segunda y tercera generación de gladiadores.

También hizo presencia uno de los réferis de aquella época, que valga la expresión, se la rifaba en los pleitos que protagonizaba Huracán; el Apenitas señala que no era nada fácil estar en el centro de esas zacapelas, pero era un honor estar en el mismo piso, entre esas leyendas de la lucha.

Con 54 años tratando de aplicar el reglamento, pese a la enfurecida adrenalina de los gladiadores, el Apenitas comenta que no le sorprendió la primera vez que presenció la huracarrana, porque antes ya la había visto por televisión.

Vestidos de traje oscuro, corbatas de alegres colores o tonos serios, los luchadores perdieron su identidad por unos momentos, pero no totalmente porque muchos de ellos, los aún activos, mantienen su anonimato atrás de las más variadas máscaras.

Hizo su aparición en la agencia de la colonia Juárez Fantomas, compañero inseparable de Huracán durante un lustro, y deja fluir la añoranza. Dice que su pareja era el que dictaba las condiciones del pleito, indicaba la estrategia y cuando algo fallaba dejaba que la improvisación solucionara el conflicto.

"Es que él era quien tenía la experiencia y por eso para mí era un honor combatir a su lado", indicó.

No podía faltar Axel, el nieto del Santo con su máscara plateada, quien fue apadrinado por Huracán, a quien le brindó todo su apoyo desde muy joven, y fue más allá, ya que se convirtió en su suegro al casarse con su hija Karla.

"Te digo la verdad, tenía un gran don de gente; amable, entregado, íntegro, buen padre y mejor amigo, además de excelente mentor", platica sin poder evitar que se le entrecorte la voz.

El desfile de amigos parece no terminar. Esos luchadores que arriba del cuadrilátero parecen no perdonar nada ni tener el más mínimo respeto, ni buenos modales, ahora caballerosos saludan a Lola González, otra de las estrellas que se hizo presente por la noche.

De pronto las miradas se vuelven para recibir a Karlof Lagarde, otro de los acérrimos rivales del esta noche homenajeado, quien pese a haber perdido un campeonato nacional lo recuerda como el gran maestro que siempre fue. "Fue un as de la lucha arriba del ring y un caballero en su vida", apunta.

La carrera de Huracán Ramírez que se inició con una cinta cinematográfica, y que se personificó en 1952, terminó de escribirse en su primer capítulo el 5 de febrero de 1988, al retirarse, pero la noche del 31 de octubre se escribió el punto final.

"Mi papá estaría feliz de escuchar los recuerdos y de ver que sus mejores amigos estuvieron hoy aquí acompañándolo", dijo su hija Karla.

Invitó a la afición, del pasado y del presente, a que vaya a vitorear a Huracán Ramírez, como durante muchos años lo hizo en casi todas las arenas del país y en muchas del extranjero.

 
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