Entrevista a NEGOCIOS Y CRIMEN ORGANIZADO, MOISÉS NAIM, DIRECTOR DE FOREIGN POLICY
Borradas, las fronteras entre sector privado y lo criminal
Traficantes y contrabandistas compran políticos y empresarios
Ampliar la imagen El autor del libro Ilícito, cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo, Moisés Naím, en Paseo de la Reforma Foto: Roberto García Ortiz
No hace falta mucho dinero para distorsionar la economía de un país o una región. No hacen falta miles de millones de dólares para intervenir en un país como Bolivia, o tener el dominio de una provincia de Colombia o México...
El poderío del crimen organizado ha logrado insertar en el mundo un nuevo modelo de país: el ''Estado fallido'', sostiene Moisés Naím, director de la influyente revista Foreign Policy y ex director ejecutivo del Banco Mundial.
''El Estado fallido es prácticamente una cáscara vacía, con una capital, un gobierno nominal y el esqueleto de algunas instituciones, pero en realidad sin control legítimo y con muy poca capacidad de influir en la economía y en la vida de los ciudadanos", plantea Naím en el libro Ilícito, cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo, publicado recientemente por la editorial Debate, de Random House Mondadori.
Puntualiza: ''En estos países las redes de comercio ilícito pueden 'capturar' fácilmente organismos públicos: aduanas, tribunales, bancos, puertos, policía... Además, raramente se olvidan de reclutar periodistas, políticos y líderes empresariales''.
Doctorado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Moisés Naím revela los hallazgos de una minuciosa y documentada investigación de más de diez años de trabajo. En entrevista con La Jornada estima que sólo por lavado de dinero, la delincuencia global limpió al menos 2 billones 500 mil millones de dólares en 2005, algo así como 3.2 veces la dimensión de la economía mexicana.
La investigación detalla las formas y mutaciones que asume la delincuencia global, en mercados ilícitos de armas, drogas, seres humanos, propiedad intelectual, dinero, órganos, software, niños para la prostitución y un largo etcétera, entrelazados con mercados lícitos a la vista de todos.
-¿Qué sucede cuando a la par de la falsificación de mercancías, ahora es factible simular la democracia por el peso, la influencia o la penetración de grupos criminales en los gobiernos nacionales?
-El libro dice que hoy en día los traficantes y los contrabandistas están cambiando el mundo y que esto tiene efectos sin precedentes. Eso tiene dos razones. Una es que antes los contrabandos, los tráficos ocurrían entre países adyacentes, eran fenómenos regionales. Ahora, gracias a lo fácil que es transportar cosas, personas, ideas, dinero, software de una parte a otra del planeta, se han globalizado estos traficantes, y al globalizarse los mercados son mucho más grandes y lucrativos. Esa es una cosa que hace que el tráfico sea diferente de los que hemos visto antes. Pero hay otra que tiene consecuencias graves. El volumen es tan grande y tan global que es imposible que tenga lugar, que esté ocurriendo sin la activa participación de funcionarios públicos, de líderes de las fuerzas armadas, de periodistas, de medios de comunicación comprados que distorsionan las cosas a favor de los traficantes''.
-¿Quiere explicarnos qué sucede una vez que las redes ilícitas del crimen organizado se interrelacionan estrechamente con las redes lícitas del sector privado y se hallan profundamente implicadas en el sector público y el sistema político?
-Tenemos tres fronteras que se están borrando: la frontera entre el sector privado y lo criminal; entre lo político y lo criminal, y entre lo filantrópico y lo criminal. Ahora en muchos países, en Rusia, en China, estamos viendo conglomerados diversificados, que tienen actividades absolutamente legales y respetables, pero que conectadas a ellos tienen entidades criminales que han sido creadas para el tráfico internacional de productos ilícitos.
''También se está desvaneciendo la frontera entre los criminales y los políticos porque, como ya dije, es imposible que esta actividad se lleve a cabo a estos volúmenes y a esta escala sin la activa complacencia o participación de todo tipo de funcionarios públicos y de políticos. Y la tercera que no ha sido suficientemente bien observada, pero que es muy importante, es que también se está difuminando la frontera entre lo filantrópico y lo criminal.
-¿Cómo es esto?
-Los grandes criminales del mundo acumulan tanto dinero que terminan siendo los principales financistas de actividades filantrópicas, de museos, obras sociales, orquestas, clubes deportivos, etcétera, etcétera.
-¿Podría darnos una idea del monto de estos mercados a partir de su investigación?
-Yo insisto mucho en el libro, estamos tratando de medir un fenómeno que es inherentemente secreto y subterráneo, entonces lo único que podemos tener son indicadores indirectos. El Fondo Monetario Internacional estima que sólo el lavado de dinero está entre 5 y 8 por ciento del PIB mundial. Pero lo más importante es que está creciendo a una velocidad inusitada con consecuencias políticas muy importantes. No hace falta tener mucho dinero para distorsionar la economía de un país o de una región. No hacen falta miles de millones de dólares para intervenir en un país como Bolivia, por ejemplo, o tener el dominio en una provincia de Colombia o de México... ¿Cuánto cuesta tener el control del alcalde, del gobernador, del...?
-Hablemos de los hoyos negros geopolíticos que menciona.
-Yo tomo prestado un concepto de la astrofísica, que es el de hoyo negro. Significa que es un lugar del universo en el cual las leyes tradicionales de la física no se aplican, donde no ocurren las cosas como las sabemos. Entonces digo que en el mundo hay huecos negros geopolíticos; es decir, lugares donde las leyes y las reglas tradicionales que tenemos no se aplican, sino son otra cosa. Lo que pasa en la frontera sur de México con Centroamérica es un agujero negro geopolítico; lo que pasa en algunas partes de la frontera del norte de México también; lo que pasa en la triple frontera en Ciudad del Este, frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, es un hueco negro geopolítico; en ciertas zonas de España, en los Balcanes, en la frontera entre Afganistán y Pakistán, en muchos de los países de la ex Unión Soviética.
''Yo hablo mucho en el libro de un lugar que se llama Transdniéster, que tiene esas características: es un país pero no es país, y es el principal exportador de todo este tipo de ilícitos y vive de eso. Está en la frontera entre Moldavia y Ucrania.
-¿Qué pasaría en caso de que la poderosa delincuencia global se apoderara de funciones estratégicas como, por ejemplo, las aduanas en el caso del contrabando, o la elaboración de los software para llevar el control del paso de mercancías, o las áreas de migración en el caso del tráfico de personas, o de la titularidad de los ministerios del Tesoro o de las secretarías de la hacienda pública?
-Está pasando en muchas partes del mundo. De hecho, los casinos como en muchas partes del mundo la palabra casino tiene mala fama, abren bingos. Resulta que los bingos son unos casinos y esos juegos son un instrumento muy eficaz y poderoso de lavado de dinero.
-¿Cree que es posible que esta delincuencia llegue al extremo de transformar las leyes de un país, para legalizar actividades que antes se consideraban ilícitas?
-Sí, y no sólo lo creo sino que lo espero. Porque uno de los problemas en la lucha contra esto es que se ha sido poco selectivo. Se les pide a los gobiernos que hagan todo. Se les exige prohibir el tráfico internacional de copias de libros de Harry Potter y al mismo tiempo tienen que estar a cargo de impedir el tráfico de niñas para la prostitución.
-¿El blanqueo de dinero y la evasión de impuestos es característica de la delincuencia global?
-Sí, y no sólo es eso, sino que ha habido todo tipo de cambios que hacen que el lavado de dinero se facilite. Ahora, la mayor parte de la gente tiene en sus bolsillos un instrumento para el movimiento internacional de dinero, que es la tarjeta en su cajero automático, muy legítimo y eficiente, pero que también es una bendición si usted quiere estar lavando dinero.
''Cuando se habla de crimen organizado la gente tiene el concepto de la mafia al estilo Al Capone: el jefe con una estructura por debajo muy jerárquica, vertical. Eso en parte es así, pero lo que he descubierto es que ahora son células autónomas, independientes, que se reagrupan, se asocian para un cierto negocio y después se van a otro lado; que un día trafican cigarrillos falsificados y al siguiente cocaína; un día son carros robados y al otro Kalashnikovs, o mujeres para la prostitución. Son especialistas en transporte.
''Cuando usted compra un producto falsificado de un vendedor ambulante, está tocando el final de una cadena que tiene como 150 redes independientes. Ya no hay tal multinacional que coordine el tráfico de drogas u otras actividades criminales. Lo que existe son miles de empresarios ilícitos, corruptos, ricos y criminales, pero muy creativos que simplemente están satisfaciendo un apetito inmenso por los productos. Hay cientos de millones de consumidores muy hambrientos de comprar y hay millones también de los empresarios más creativos y ricos de la humanidad dispuestos a vender. Si usted le pide a un gobierno que se ponga en medio de esa cosa: puaj, lo estrujan, lo machacan''.
-¿Cree que los gobiernos estén a la altura para combatir esta criminalidad o han sido rebasados?
-El libro dice que después de más de diez años de investigar todos estos mercados no encontré ni un solo ejemplo donde los gobiernos puedan decir que han sido exitosos en la lucha contra estos tráficos.