Usted está aquí: miércoles 25 de octubre de 2006 Mundo Unos 30 millones de rusos viven fuera de su país; no hay recursos para su reinserción

El Kremlin sólo puede financiar el retorno de 300 mil

Unos 30 millones de rusos viven fuera de su país; no hay recursos para su reinserción

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscú, 24 de octubre. Mientras cada año la población de Rusia disminuye en un millón de habitantes, cerca de 30 millones de rusos viven fuera de las fronteras de su país, pero aun en el poco probable supuesto de que todos quisieran volver, los recursos asignados por el Kremlin para la reinserción de esta categoría de ciudadanos en los próximos tres años sólo alcanzan para reacomodar al uno por ciento de la diáspora y en regiones inhóspitas de Siberia y el extremo oriente.

No obstante la abundancia de petróleo y gas, con el ya aprobado programa gubernamental de asistencia a los rusos residentes en el exterior que voluntariamente desean regresar, se podrá financiar de aquí al 2009 la reubicación de sólo 300 mil personas en 12 regiones, la mayoría apartadas de Moscú.

Al desaparecer la Unión Soviética hace 15 años, de la noche a la mañana (sin metáforas) del 24 de diciembre de 1991, cerca de 20 millones de rusos amanecieron como "extranjeros" en un país que dejó de ser el suyo, abandonados a su suerte por el gobierno del entonces presidente Boris Yeltsin.

Peor les fue a los rusos que no lograron cumplir los requisitos -conocimiento del idioma local y número determinado de años de residencia, entre otros- para adquirir la ciudadanía de los estados emergentes en el espacio post-soviético. También hubo casos de quienes no quisieron renunciar a su pasaporte ruso.

El trato a los rusos, cuando no abierta discriminación, varía mucho en cada país de la antigua Unión Soviética y es particularmente denigrante en los países del Báltico, donde cerca de 600 mil rusos residentes ahí tienen todavía como estigma el estatus legal de "no ciudadanos" asignado por las autoridades.

Las mayores quejas en este sentido provienen de Letonia y Estonia, aunque las condiciones de vida de los rusos comienzan a sufrir un severo deterioro en los países de Asia central, en la medida en que los regímenes autoritarios de la región exacerban los ánimos nacionalistas entre la población autóctona.

En el llamado exterior lejano, como se denomina aquí a cualquier país que no haya formado parte de la Unión Soviética, viven otros diez millones de rusos, provenientes de tres grandes olas de emigración. Dos por razones políticas -los que salieron a consecuencia de la revolución socialista de 1917, ahora sus descendientes, y durante el periodo soviético-, y una más reciente, que se debe a motivos económicos.

Para hablar de los problemas de la diáspora rusa están reunidos en San Petersburgo alrededor de 600 delegados procedentes de 78 países. Asisten al Congreso Mundial de Compatriotas, inaugurado este martes por el presidente Vladimir Putin.

"Establecer una eficaz coordinación con la diáspora, apoyar y defender los derechos de nuestros ciudadanos (en el exterior) son una de nuestras prioridades nacionales", aseveró el mandatario ruso.

Para la diáspora, realmente necesitada del respaldo de Rusia, sería decepcionante que este Congreso sirva únicamente para repartir privilegios entre los miembros de la directiva del Consejo Coordinador de Compatriotas, que se va a instaurar a iniciativa del Kremlin.

 
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