Juega sucio a productores rivales en la fabricación de preservativos
Con patrañas, Profilatex mantiene sus ventas de condones a la Ssa, acusan
Apenas había ganado dos licitaciones de la Secretaría de Salud (Ssa) en los estados de la República cuando por la falsa denuncia de que no era el fabricante de los condones y, luego, de que no cumplía con los requisitos legales para operar, la Ssa canceló los contratos a Textilatex. Era el año 2000 y la empresa propiedad de Marco Antonio García Sudo, que tenía un par de años de haber iniciado la elaboración de preservativos y unos cuantos meses de haber incursionado en el mercado de ventas al sector salud, tuvo que cerrar por insolvencia financiera.
Un poco antes, y enterado de que Juan Ernesto de la Puente, dueño de la empresa Profilatex -ya desde entonces principal proveedor de condones al sector salud- estaba decidido a no dejar que nadie le hiciera competencia en las licitaciones públicas, García Sudo intentó llegar a algún convenio y propuso a De la Puente que le dejara continuar con los dos contratos que la Ssa ya le había asignado, y a cambio no se presentaría a ninguna otra convocatoria.
La respuesta de De la Puente fue contundente: "no quiero que entre nadie, ni de afuera ni de adentro". Así lo recuerda Juan Escobar Aparicio, testigo de aquella conversación. Era gerente de la planta de Textilatex y asegura que De la Puente, cuya empresa para ese entonces ya producía unos 400 mil preservativos diarios, presentó a la Ssa las denuncias respecto a las supuestas deficiencias en la operación de Textilatex, las cuales fueron atendidas en sendas visitas de inspección.
En la primera, el personal de la Ssa verificó que la fábrica ubicada en Iztapalapa sí estaba elaborando condones, a razón de 15 mil por día. En la segunda visita, los funcionarios comprobaron que Textilatex cumplía con el requisito de "integración nacional", lo cual significaba que la mayor parte de su producción (95 por ciento) la realizaba con materias primas mexicanas.
A pesar de ello, la Ssa canceló los dos contratos que ya habían sido asignados y propinó con ello un severo golpe a Textilatex, una empresa pequeña con apenas 32 obreros que se quedó sin posibilidades de adquirir materia prima para seguir produciendo. García Sudo "ya no se pudo recuperar", vinieron las dificultades económicas y luego la enfermedad del empresario que lo mantuvo inactivo durante varios meses hasta que finalmente falleció en 2002.
Escobar Aparicio quien lo había acompañado desde el principio, para instalar la maquinaria y echarla a andar, permaneció en Textilatex junto con otras cuatro personas. Ante la desprotección laboral y económica en que quedaron a la muerte de García Sudo, decidieron iniciar un movimiento de huelga, el cual se prolongó durante varios años.
En entrevista, Escobar Aparicio, químico industrial de profesión y experto en ciencia y tecnología de hule y látex natural, comenta cómo logró realizar la primera importación de látex a México y modificar la norma internacional que descalificaba la materia prima que se producía aquí.
De nacionalidad uruguaya, este hombre ahora de 75 años, llegó a México en 1977, exiliado a causa de la dictadura en aquel país. Antes tuvo una activa participación en el Partido Comunista del Uruguay, lo que le llevó a ser víctima de la tortura y represión. Así que, dice, "nunca me he dejado de los patrones. No sé qué me dan pero si me tratan mal, yo les doy el mismo trato".
Ya en México trabajó en diferentes empresas, fábricas de vidrio, productoras de hule látex y luego, en Textilatex. Debido a su experiencia y conocimiento lo invitaron a formar parte del Comité de Actualización de la Norma Oficial Mexicana (NOM) 016, que establece las especificaciones que deben reunir los condones de hule látex, y participa también el Comité de Calidad ISO 9000.
Ahora sobrevive de fabricar líquidos para la limpieza y espera que pronto, junto con sus cuatro compañeros de Textilatex puedan ejecutar la resolución de las autoridades laborales de junio de 2005 las que, luego de tres años de litigio, les concedieron los derechos sobre la maquinaria de la empresa para llevarla a remate, y de ahí, obtener los salarios y prestaciones que se les adeudan.
Además de las dificultades que enfrentaron durante la huelga -agresiones físicas y amenazas de muerte-, los trabajadores de Textilatex padecieron el desalojo de la maquinaria de la propiedad donde funcionó la fábrica. Para Escobar Aparicio esto también significó perder su vivienda que se localizaba en el mismo inmueble.