Ofreció el primero de ocho conciertos en el DF
Shakira hechizó con su sensual y elegante danza a miles de fans
Ampliar la imagen La cantante colombiana ha vendido más de 30 millones de discos en una década y ha ganado dos premios Grammy; este año está nominada a cinco Grammy Latinos Foto: Francisco Olvera
La mujer que hace que un hombre quiera hablar español (según Wyclef Jean) festejó con 17 mil personas su llegada a la ciudad de México el sábado pasado.
Shakira le pidió al público una sola cosa al inicio de su primer concierto en el Palacio de los Deportes: "Que se la pasen bien", dijo con gran sonrisa. Y bueno, ella sabía y los miles sabían que eso era un hecho.
Bastó que se apagaran las luces -señal de que el show estaba a punto de comenzar- para que los aullidos inundaran el lugar. "Buenas noches, México. ¡Guau! Qué bonito volver, volver a casa, a mi familia", exclamó entusiasmada.
Abrió con la ya clásica Estoy aquí; miles de voces la acompañaron, verso por verso. Todos, absolutamente todos, hechizados con la danza de ese cuerpo celestial.
Y ella, una rara mezcla de saberse objeto del deseo, cultivarlo y, a la vez, no darle demasiada importancia. Como si no cayera en la trampa del ego. Incluso, como si se burlara un poco de ello, como diciendo: "sé que soy hermosa, pero no me dejaré atrapar por mi imagen".
Franca, sin intención de proyectar algo que no es. Vamos, sus caderas no mienten.
Shakira Mebarak Ripoll, nacida en febrero de 1977, se divertía, reía a cada rato, jugaba con el público, gozaba del concierto. Descalza, ataviada con una falda árabe encima del pantalón, una pequeña blusa con destellos dorados, también estilo árabe, esta mujer de voz inconfundible cantó Suerte (Whenever, wherever) y se metió entre el público, moviéndose entre la multitud como lo que es, una gran estrella pop. Pop, entendido en su sentido original: popular.
Popular y auténtica: escribe sus canciones y produce sus discos.
Uno de los momentos espectaculares fue cuando salió a escenario con un vestido rojo de cola y con amplias alas-pétalos, y danzó, con elegancia y sensualidad, como sacerdotisa mariposa-flor.
Shakira oscila entre lo mundano y lo sagrado: es la mayor estrella pop latina, la reina de la sensualidad y a la vez, por momentos, parece estar más allá de eso, como cuando canta Ojos así y embruja a todos, cual sacerdotisa.
Llegó al país el mismo día en que dio este primer concierto, de un total de ocho que ofrecerá en el Palacio de los Deportes. La mayor cantidad que un artista jamás haya dado en este recinto.
Estos conciertos son parte de su gira Fijación oral, nombre de los dos volúmenes de su más reciente producción.
Shakira se despidió con la canción que canta con el reconocido hiphopero Wyclef Jean en su más reciente producción, Oral Fixation Vol.2 (en inglés): Hips don't lie, que culminó en una lluvia de papelitos rosas y blancos (uno de los pocos efectos especiales en este show más bien austero).