A invitación de Manuel Marín forman Paisaje discontinuo
Participan 12 creadores en un mural efímero en el Munae
El artista visual Manuel Marín convocó a 11 colegas, pertenecientes a tres generaciones, para dibujar de manera efímera sobre las paredes -los espacios se repartieron equitativamente- de cuatro salas del Museo Nacional de la Estampa (Munae), en lo que parece ser la primera acción de este tipo en el recinto de avenida Hidalgo 39, Plaza de la Santa Veracruz, Centro Histórico.
De allí que la muestra se titula Paisaje discontinuo: intevención gráfica de Manuel Marín, porque lo único que los dibujos tienen en común es el género y una línea que viene a ser "el horizonte de los paisajes". De acuerdo con Marín, cada sección es una aproximación al espacio exterior. Inclusive, una de las salas contiene un mapa donde se representan los temas distribuidos a lo largo del espacio real.
Hay desde el paisaje urbano hasta los de carácter romántico. Para su trabajo, que reproduce el entorno afuera del museo, es decir, la Alameda, Fidel Figueroa bloqueó una ventana, pero dejó una mirilla. Bertha Kolteniuk hizo un mapa del cielo nocturno en el que presenta una constelación. El paisaje de Emilio Said es arquitectónico. El grafiti de Elena Odgers es un "antipaisaje".
Respecto de su propia intervención, Marín expresa que busca "sustanciar el paisaje como un horizonte que se proyecta hasta la vista, ya que el horizonte tiene esta característica muy curiosa: es objetivo, porque lo vemos, pero es completamente subjetivo, porque no existe".
Cada participante resolvió su dibujo de manera monocromática, "como si hubiera consustancialización entre lo monocromático y lo gráfico". Si predomina el negro, también hay rojos y verdes. Fernando Delmar, curador del museo, destaca la vocación e interés de siempre de Marín de trabajar en grupo.
Si Paisaje discontinuo retoma un género clásico del arte, también lo hace Cambio de tiempo, William Berry, exposición que en fechas recientes también fue abierta en el Munae. Berry, artista estadunidense, con tres años de radicar en México, presenta grabados realizados en varias regiones del país -Oaxaca, Colima, Distrito Federal y el Caribe-, en los que busca capturar las diversas tonalidades del cambio de la luz y de los colores. La mayoría de las obras exhibidas, apunta Delmar, son monotipos, "esa técnica a caballo entre el grabado y la pintura".
Con esos trabajos Berry, asimismo, ha hecho una serie de libros de artista dedicada a los cuatro elementos. Destaca, por su parte, Desde las cenizas (2006), libro de artista con tres rodillos tallados en piedra volcánica y tres impresiones sobre papel.
Para Berry, quien también vivió en Francia y Alemania, el presente trabajo difiere mucho de su obra anterior porque "la luz en México es muy particular. Es muy clara, especialmente en el sur. Los grabados -continúa- son aguafuertes, pero antes de imprimir pinto con los tintes característicos del lugar, por eso cada placa es diferente". Hace hincapié en un fenómeno de la luz que sólo ha observado en el cielo de Oaxaca.