Debuta en Bellas Artes la compañía De la tinta a la voz con una lectura dramatizada
Ana en el trópico muestra la forma en que la literatura puede cambiar la vida
En la obra, los personajes cambian por un lector; al verla, el público se transforma también
Ampliar la imagen Aspecto de la lectura dramatizada de Ana en el trópico, ofrecida ayer en el Palacio de Bellas Artes Foto: María Luisa Severiano
La literatura no sólo está en la tinta, en los libros. Igual se puede encarnar en la voz de un actor. De esa manera, la versatilidad del teatro es que no sólo se puede ver en una puesta en escena, sino escuchar el teatro en lo que es conocido como lecturas dramatizadas. Concepto que con libreto en mano, "con un poco de vestuario, con un poco de trazo escénico y algunos otros elementos", el creador escénico acerca al espectador a diversos textos teatrales o de poesía.
Tal es el afán del proyecto De la tinta a la voz, impulsado por la actriz María Isabel Benet, que luego de tres años fue puesto en marcha ayer, para lo cual Benet consiguió los derechos de la obra Ana en el trópico, obra escrita por el dramaturgo cubano Nilo Cruz, primer autor hispano en recibir el Premio Pulitzer en la categoría de dramaturgia, en 2003, y que ayer a mediodía se estrenó en México, con la dirección de Rodrigo Johnson, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Ubicada en el seno de una familiar y pequeña fábrica de habanos, en Tampa, Florida, en 1929, Ana en el trópico cuenta la historia de cómo en esa época se acostumbraba contratar "lectores" para entretener e instruir a los empleados. Juan Julián (Mario Balandra) es el nuevo lector, quien en voz alta recrea la célebre novela Ana Karenina, de Tolstoi, afectando de esa manera la vida emocional y amorosa de cada uno de los integrantes de la familia propietaria de la fabrica.
Las situaciones, conflictos, motivos y emociones de los personajes del texto literario del escritor ruso se ven reflejados en las pasiones y anhelos de Conchita y su esposo, Palomo (María Isabel Benet y Humberto Solórzano), de Marela (Genny Galeano), Eliades (Germán Gastélum), Ofelia, la madre (Rosa María Xúchitl), Santiago, el padre (Orcar Yoldi) y Cheché, hermano de Santiago (Carlos Aguilar).
Dicha historia -que evoca atmósferas tropicales y en la que se despierta el erotismo adormecido de los jóvenes personajes femeninos, así como del marido- sirve igual para plantear el antagonismo entre la modernidad industrial y la tradición de elaborar los habanos de manera manual.
Para Benet, la obra de Nilo Cruz "habla sobre la autoestima de la mujer, de alguna manera es la historia de la mujer mexicana. El lector aquí representa -con su lectura- ese ser que vuelve a dar vida a la mujer y a los personajes de la obra, y al mismo tiempo, al ser llevada a la escena en una lectura dramatizada, transformar al espectador".
Con fecha aún por confirmar, la lectura dramatizada de Ana en el trópico, en cuyo estreno fue aplaudida por los asistentes, aunque por momentos hizo falta mayor proyección de voz por parte de los personajes femeninos jóvenes para ser escuchados con claridad en la última fila de butacas, tendrá otra presentación en el Centro Cultural Helénico.
Los creadores escénicos interesados en participar o integrarse a este proyecto, dice Benet, se pueden acercar a la sede de la compañía Contigo América (Arizona 156, colonia Nápoles, 5543-3865).