Usted está aquí: lunes 2 de octubre de 2006 Política Aguantando el miedo, los oaxaqueños resisten

Madrugada tensa ante la amenaza de desalojo

Aguantando el miedo, los oaxaqueños resisten

Sus "armas", mochilas repletas de canicas y piedras

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Ampliar la imagen Campamento de adiestramiento de las fuerzas especiales del estado las cuales permanecen acuarteladas, ante una probable acción de desalojo en la ciudad Foto: Marco Peláez

Oaxaca, Oax., 1º de octubre. La llegada de los helicópteros militares con marinos y soldados despertó en la imaginación inagotable de los oaxaqueños una nueva clase de pintas dirigidas ahora hacia el cielo. Grandes mensajes a mitad de las calles escritos con la letra gorda de rodillo o de brocha. "Para que los de los helicópteros se enteren dónde los mandaron", explica esta tarde Fabián con una sonrisa, casi a las puertas de Radio APPO (u ORO), a un lado del jardín Conzatti. Sobre el asfalto se estrenan, escritas en amarillo, las consabidas palabras: "Fuera URO de Oaxaca".

Más grandes aún eran esta madrugada las letras a media calle que dicen lo mismo a pocos metros de Radio La Ley del Pueblo, en la colonia Reforma, dentro del artesanal pero eficaz búnker del más importante medio de comunicación del movimiento magisterial y popular. Otros, en avenidas y carreteras, dicen: "PFP, bienvenida a Oaxaca". Del mismo modo se está pintando, con cal y agua, en las azoteas de las casas de la ciudad, la leyenda "Fuera URO de Oaxaca".

Pretender que los oaxaqueños no tienen miedo sería negar su condición humana. Lo tienen, comprensiblemente; lo notable es que se lo aguantan. Hay algo de candor (¿o cómo llamarlo?) en los modos de su resistencia. ¿No es David el de Goliat con Sansón a las patadas el que al paso de los aparatosos y panzones cazas C-212 (aviones militares que desde ayer tomaron la ciudad por sorpresa) la gente les arroje cohetes y resorterazos? Los niños señalaban con el dedo hacia arriba, entre divertidos y sobresaltados.

Esta tarde un campesino llamó a la radio. Con una sugerencia: colocar en cada barricada una bandera nacional. "A los soldados les enseñan a respetar nuestra bandera. A lo mejor con eso se detienen", dijo.

La madrugada del domingo ha sido una de las más tensas y largas. Después del ominoso "desfile militar" sobre todas las cabezas, la tarde del sábado, pesaba la idea de que esa noche sería el desalojo del movimiento popular. Y que uno de los primeros blancos serían las instalaciones de La Ley. Existían versiones "de muy buena fuente" según las cuales el operativo policiaco y/o militar se efectuaría a medianoche.

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) llamó a reforzar las barricadas en las colonias. Miles de personas se organizaron para no dormir, listas para salir a las calles en cualquier momento. No tan paradójicamente, la vía pública lucía desierta después de las 22 horas. Además, era poco transitable con tantas trincheras, barricadas, autobuses, tráileres y alambradas en centenares de bocacalles y cruceros.

Entre los maestros y demás plantonistas del Zócalo deambulan periodistas y fotógrafos como esperando a Godot o algo parecido. La noche era clara. Indígenas, jóvenes y docentes dormían sobre cartones y con frazadas bajo los toldos cercanos al palacio de gobierno. Los despiertos llevaban palos, tubos y petardos. Escuchaban canciones de Alí Primera. De pronto, los celulares trajeron novedades: que el operativo militar se suspendía; que la Secretaría de Gobernación emitió un desmentido; que la acción fue abortada porque "se filtró" a la prensa (que por cierto seguía llegando por decenas del DF y el extranjero).

Cada tanto tronaba un petardo. Por el lado de la central de abasto se escucharon tiros aislados. La comisión de seguridad de la APPO notificó que en Santa Lucía del Camino hubo una agresión de la policía municipal contra las barricadas. En la colonia Volcanes otra barricada fue baleada desde un carro en movimento. Vehículos sospechosos circulaban por Díaz Ordaz, Porfirio Díaz y avenida Universidad. En fin, una noche como otras.

Sólo que con la Armada, el Ejército y la Policía Federal Preventiva acantonadas en el aeropuerto, la zona militar, la academia de policía, y las numerosas "casas de seguridad" de agentes estatales detectadas desde hace dos días en diferentes barrios estratégicamente próximas al Zócalo, así como las radios ocupadas, sus antenas en los cerros y las oficinas bloqueadas.

Una nueva versión fue que, antes del amanecer, un ataque desde los helicópteros M-17 contra las radios y el centro histórico desataría la operación militar. Los plantonistas esperaron otra vez. Se la pasan esperando. El punto nodal sería Radio La Ley. A las 5 de la mañana. La fuente "era buena".

En el ojo de la tormenta

Llegar a La Ley no es fácil. Resguarda la emisora una serie de barricadas con piedras, autobuses atravesados, fogatas, llantas ardiendo y costales de arena apilados. Los vigilantes agazapados se muestran cuando uno se acerca. Ante las cámaras, se cubren los rostros. Piden identificaciones. Y luego guían al reportero calles adentro. Un hombre de voz ruda, con una resortera negra en la mano, dice: "Les voy a enseñar mis armas secretas. Para que vean que sí somos una guerrilla urbana." Corre el cierre de su mochila y extrae una malla repleta de canicas y piedras "de distintos calibres". Por supuesto, le da risa.

La cuadra donde se localiza la radiodifusora luce muy iluminada. En el comedor de la banqueta, bajo un toldo, varias personas conversan. Sobresale la voz de un hombre de Miahuatlán: "Ya crearon una sicosis en nuestros niños. Ellos son inteligentes. Saben que sus papás salen en la noche, que están metidos en esto, que a lo mejor no regresan. Pero en Oaxaca somos muchos miles contra el hambre de tener el poder de los que están pasando por encima de todo un pueblo. Aquí tenemos los güevos bien puestos".

Grandes botes, costales de aserrín, palos erizados de clavos, montañas de rejas con botellas vacías, rollos de alambre. Allí adentro transmiten por millonésima ocasión el himno Venceremos, La traición de Malinche y otras favoritas de la temporada. El ambiente es algo apocalíptico. Una aceptación de la fuerza del destino. Sonia se aproxima. Un cubrebocas azul le tapa medio rostro. Carga una bolsa de plástico con botellas de refresco. Han de ser para protegerse la piel del gas pimienta. Espontáneamente se suelta a hablar bajo un cielo estrellado.

Lo indignante de la situación en Oaxaca. La terrible injusticia. Sus padres y hermanos "también están en la lucha". No sus tíos. "Nos dicen que somos revoltosos." Explica: "Mi tío tiene negocios con el gobierno, es rico, a él no le conviene esto". Sonia es menuda, delgadísima, de voz tenue, morena, 18 años, estudia preparatoria. La directora de su escuela, amiga de la lideresa priísta y de porros, Leticia Mendoza Toro, amenazó con expulsarla porque Sonia reparte octavillas de la APPO y del magisterio a sus condiscípulas. Al hablar, una lágrima de coraje traiciona su dulzura.

Se le pregunta si el cubrebocas será suficiente contra los gases (ya no se diga los posibles balazos). A modo de explicación dice: "Tengo otro". Lo saca del bolsillo. Es similar, pero con una toallita femenina cosida. Cambia de manos la bolsa de súper. "Pesa mucho." Se le inquiere si son refrescos para los gases. Con sencillez desarmante contesta: "No, son bombas". Se retira el cubrebocas. Sonríe.

Al fondo de la calle una manta blanca reproduce una caricatura de Vicente Fox, y en letras negras: "En Oaxaca no pasa nada". El humo de las llantas se hace denso. Amanece. Hoy, al menos, los helicópteros no llegan.

Plantonistas golpeados y secuestrados

Decenas de priístas de la zona de Pueblo Nuevo atacaron una barricada de la APPO, alrededor de las 22 horas. Tres adolescentes plantonistas fueron brutalmente golpeados y amarrados a un poste, inmediatamente se congregaron centenares de simpatizantes de la APPO y rescataron a los secuestrados para después replegarse hacia la antena de Radio La Ley, en la colonia Brenamiel, donde se localiza una de las barricadas más grandes de la ciudad.

Mientras esto sucedía sobrevoló el área un avión militar. Hacia la medianoche se congregaron cerca de un millar de plantonistas junto a la antena de Radio La Ley para evitar "nuevas confrontaciones entre oaxaqueños, que son muy dolorosas", dijeron.

Tras el rescate celebraron con cohetes gritando: "ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó", "Zapata vive, la lucha sigue" y "2 de octubre no se olvida".

 
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