Usted está aquí: domingo 1 de octubre de 2006 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Del realismo postizo, humillado, despreciado

Ampliar la imagen A Manuel Espino se le aparece el fantasma de Carlos Castillo Peraza FOTOOmar Meneses

El Senado de la República otorga la medalla Belisario Domínguez en honor al chiapaneco cuyo discurso en contra del usurpador Victoriano Huerta jamás se pronunció en la tribuna de esa cámara del Congreso de la Unión. Los esbirros del chacal Huerta asesinaron al senador y le cortaron la lengua con la intención de silenciar, de imponer la desmemoria y negar la libertad a la palabra. No lo lograron. Pero hace años que se olvidó lo que con dicha presea se premia, lo que reconoce la República al concederla.

¿Dónde encontrar actitudes ejemplares, valor civil a toda prueba, voluntad de decir la verdad aunque con ello se arriesgue la vida? Los solones del priato tardío concedieron la Belisario Domínguez como quien reparte medallitas a la constancia, o a quienes sobrevivieron a sí mismos y al sistema: ¿Por qué? Porque estaban ahí, como respondería el alpinista proverbial a la pregunta de por qué ascender el Matterhorn. Honrar honra. Devaluar el honor que la República concedía al valor civil extraordinario no sólo demerita la medalla, sino el valor de la palabra. El discurso de Belisario Domínguez no llegó a pronunciarse desde la tribuna del Senado. Pero resonó del Bravo al Suchiate. Y se restableció el orden constitucional quebrantado por el golpista ebrio y matón.

Hoy, en pleno debate a gritos y sombrerazos entre visiones opuestas de la realidad legal y la realidad legítima, un envalentonado Ricardo Monreal sube a la tribuna del Senado para decirle al Presidente de la República que más le valdría no asistir al acto protocolario en el que se premia al valor civil con la entrega de la medalla Belisario Domínguez. Con todo respeto, dijo el senador zacatecano. En los escaños, en la sombra, Santiago Creel negociaba lo que llamaron una salida digna para el jefe del Ejecutivo federal. Y con todo respeto, los senadores concedieron permiso a Vicente Fox para viajar a Guatemala. Se impuso "la prudencia" y no estará en territorio nacional, ya no digamos en el recinto de Xicoténcatl, el día que los senadores entreguen la medalla. Tocata y fuga.

El 15 de septiembre dieron el Grito los que al día siguiente proclamarían a Andrés Manuel López Obrador "presidente legítimo", por aclamación y como acto culminante de la convención nacional democrática. Vicente Fox dejó la Plaza de la Constitución para irse a dar el Grito en el atrio del templo de Dolores Hidalgo, Guanajuato: se impuso la prudencia, a pesar del imprudente vocero, que denunció el contracomplot de radicales que harían estallar la violencia entre fuegos artificiales, trompetas y matracas. La visión realista de los demócratas sin objetivos aconseja evitar confrontaciones, eludir al adversario que amaga con la ingobernabilidad.

"La concepción realista no ha sido real desde hace muchos años", dice Ross McKibbin en The London Review of Books, al analizar la "declinación final del gobierno: baladí, humillado, despreciado." Los laboristas británicos han tenido que enfrentar la mudanza de la clase media y el legado del poder incontestado de Margaret Thatcher. La alianza atlántica se tradujo en servidumbre dócil de Tony Blair, sometido al fanatismo de George W. Bush y su guerra al terrorismo. A la locura de la intolerancia que borró los derechos civiles de los ciudadanos de Estados Unidos y desapareció el recurso de habeas corpus; homenaje a la visión realista del choque de fundamentalismos, del nuevo orden global, de la verdad única que nunca ha sido real.

La prudencia de Vicente Fox lo mantuvo hospitalizado el día en que el Consejo de Seguridad de la ONU iba a votar la resolución de invadir Irak. La visión realista de la legitimidad democrática que transformaría a los vecinos inmediatos en socios y obtendría el logro de un fantástico acuerdo migratorio, topó con el muro que se construye de Tijuana a Matamoros. Vicente Fox habla ante la ONU, se sienta junto a George W. Bush en la mesa de Kofi Annan. Una foto, cenas y te vas. Devaluar la palabra demolió la política exterior. Para colmo, la distorsión de la doctrina Estrada se revierte a la política interna, con el absurdo de funcionarios mexicanos que se arrogan el derecho de "no reconocer" al gobierno de México.

Total, cuando Vicente Fox regrese de Guatemala cobrará dividendos la prudencia impuesta por una visión de la realidad que hace tiempo dejó de ser real: las falanges de asesores y enlaces legislativos que viven de cerca el torneo de la pluralidad por el reparto de comisiones han adelantado que este año de la continuidad transitiva, la medalla Belisario Domínguez será otorgada nada menos que al cantante Luis Miguel. Al notable intérprete de música contemporánea y de la obra de los compositores del ayer. Posiblemente merezca Luis Miguel el reconocimiento de los mexicanos, del gobierno. Creo que sí. Pero nada tiene que ver con las palabras que no pudo pronunciar el senador chiapaneco, por las que le cortaron la lengua y lo asesinaron los esbirros del usurpador.

Ojo, señores de la pureza legitimada y la legalidad emponzoñada, no hay levedad alguna en la palabra usurpador. Explica cómo vino y cómo se fue Victoriano Huerta. Clausurar simbólicamente las oficinas de Felipe Calderón y sentarse a los pies de la guardia pretoriana, como se tendiera el vocero Fernández Noroña a las puertas de Palacio Nacional para solicitar audiencia con el entonces presidente Ernesto Zedillo, son actos de resistencia simbólica en la era del espectáculo, para transmisión de imagen, datos y voces en la caja de Pandora abierta por decreto de Vicente Fox. Información es poder. Lo que explica la aparición de Carlos Slim en cuanto barajan nombres para el gabinete de Felipe Calderón.

Juegan a Luis Téllez entre quienes suenan para Hacienda y, una vez asegurada la baza de Fernando Canales Clariond, aparece Alfredo Elías Ayub como carta para Pemex. El presidente electo envía agenda legislativa a todos los partidos y asegura que el suyo será un gobierno plural; que no ve el poder como botín a repartir entre panistas y compadres. Y que él se pondrá la banda presidencial el 1º de diciembre. A su lado los jóvenes turcos con Juan Camilo Mouriño como adelantado. Y con Jesús Reyes Heroles González Garza, Genaro Borrego y el oaxaqueño Diódoro Carrasco Altamirano en las vueltas a la noria de la visión tecnocrática de Ernesto Zedillo.

Pero el realismo postizo, humillado y despreciado convoca a quienes han impuesto el caos anarquizante en Oaxaca a la mesa de diálogo. Descenderán del cielo lenguas de fuego y habrá nuevo poder constituido por consenso; referéndum y plebiscito para revocar el mandato del voto; la reforma del estado de Oaxaca en espera de la interrumpida reforma del Estado. La que puso en marcha Jesús Reyes Heroles. El de Tuxpan, el que anticipó los males de la policracia. De esta oligarquía que pretendió gobernar para todos y acabó por gobernar para nadie.

Entre los gritos y sombrerazos por el debate de la realidad legal como cara opuesta de la realidad legítima, Andrés Manuel López Obrador vuelve a hacer campaña en Tabasco. Y a Manuel Espino se le aparece el fantasma de Carlos Castillo Peraza. Por eso no sale de noche Vicente Fox. Y porque la visión de la realidad hace mucho dejó de ser real.

 
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