Arrestan a cercanos colaboradores del derrocado primer ministro Sinawatra
A 48 horas del golpe en Tailandia, militares se disponen a promulgar nuevas leyes
El gobernante depuesto anuncia en Londres que tomará "un merecido descanso"
Ampliar la imagen Un soldado hace el tradicional saludo tailandés luego de dar una limosna a un budista, en la ciudad de Bangkok, ayer Foto: Reuters
Bangkok, 21 de septiembre. Los militares golpistas tailandeses continuaron hoy la restricción de las libertades democráticas y de prensa, destituyeron a los mandos de inteligencia y la policía, y mantenían bajo arresto a por lo menos cuatro antiguos altos funcionarios cercanos al derrocado primer ministro Thaksin Sinawatra.
A 48 horas del golpe, los militares congregados en el Consejo para la Reforma Democrática bajo la Monarquía Constitucional, se atribuyeron nuevas prerrogativas al afirmar que disponen de poder para promulgar leyes en ausencia del suspendido Parlamento, de acuerdo con una declaración oficial leída en la televisión.
Asimismo, prohibieron a los partidos políticos organizar reuniones de más de cinco personas o cualquier otra actividad, y convocaron al cuartel general del ejército a los medios nacionales de prensa para prohibirles difundir noticias o comentarios, mucho menos en vivo, que estimen son "una amenaza para la seguridad nacional y la monarquía".
Los militares, que desde el mismo martes en que ejecutaron el golpe de Estado impusieron controles a los medios nacionales e internacionales, arrestaron este jueves al principal adjunto del derrocado Thaksin, a otro de sus secretarios y a dos antiguos funcionarios. La víspera habían detenido a un viceprimer ministro, cuyos nombres no han sido dados a conocer.
A pesar de la alarma que este golpe ha provocado en el extranjero, Tailandia se encuentra en calma ya que sólo el miércoles los militares lo declararon feriado. Pero este jueves se reanudaron todas las actividades productivas, y hasta los tanques y otros blindados que se veían en las calles de Bangkok fueron retirados.
Más aún, sondeos de opinión saludaron la sublevación en esta capital con 82 por ciento, mientras que en el resto del país el apoyo de la gente era de hasta 86 por ciento, de acuerdo con medios de prensa.
El general Sonthi Booyaratglin, el líder golpista de 59 años, es el primer musulmán que dirige el ejército en Tailandia, un país de mayoría budista, y dice tener el apoyo del anciano y venerado rey Bhumibol Adulyadej, con la promesa de devolver rápidamente el poder a los civiles. Aunque las elecciones parlamentarias serán hasta octubre de 2007.
El depuesto Thaksin, desde su refugio en Londres, pidió elecciones pronto en su país para la reconciliación nacional y anunció que tomará "un merecido descanso" de la vida política. La caída de Thaksin ocurrió en medio de denuncias de corrupción y nepotismo que serán investigadas.
Estados Unidos dijo que estaba "revisando" su ayuda a Tailandia después del golpe de Estado, ya que esto es "un paso atrás para la democracia" en el país asiático. A su vez, vecinos como Vietnam, Malasia, Indonesia y Filipinas expresaron su esperanza en que Bangkok pueda resolver su crisis política pacíficamente.