Usted está aquí: domingo 17 de septiembre de 2006 Opinión Sentido y alcances de la convención

Antonio Gershenson

Sentido y alcances de la convención

Después de más de mes y medio de vivir en un campamento, ocupando desde el Zócalo hasta Reforma y Periférico, se plantea una convención que aprueba un programa muy amplio y formaría una especie de gobierno alternativo. Difícilmente se podría comprender esto sin considerar, por un lado, el tremendo apoyo a López Obrador, que en este caso se complementa por el gobierno de la ciudad que, obviamente, no se presta para reprimir, y que actúa como negociador entre el campamento y el gobierno federal. Por otro, se entiende que esto suceda por el desprestigio de Fox y del fraude.

Es más difícil aún impugnar estas medidas si se ve que ha logrado dos triunfos simbólicos que, además, habían sido mencionados por López Obrador cuando se conoció la ratificación del fraude: el Informe presidencial y el Grito de la Independencia. En ambos casos, pese a que el todavía presidente anunció como seguro que pronunciaría el discurso en San Lázaro, y que daría el Grito en el Zócalo, en ninguno de los casos lo pudo hacer.

A pesar del machaqueo por la televisión, según un diario, que ha estado contra AMLO pero informa más que la televisión o que el Reforma, 39 por ciento de los ciudadanos considera que la elección presidencial fue un fraude. Este porcentaje es mayor que el resultado oficial de la elección para el mismo López Obrador, que fue de 35 por ciento. De modo que no hay ningún desplome.

Reproduzco dos párrafos de un informe de AMLO en una asamblea informativa en el Zócalo:

"¿Qué significaría en la práctica si la convención decide constituir un gobierno? En primer término, esta decisión sería una manera de protestar, en el marco de la resistencia civil pacífica, ante el fraude y la ruptura del orden constitucional. Crear un gobierno significa protestar por la usurpación. Sería un acto permanente de desobediencia civil ante la violación a la voluntad popular y la usurpación. Sería una respuesta al hampa de la política por la falta de respeto al pueblo de México. En pocas palabras, sería un 'tengan para que aprendan'. Un 'tengan para que aprendan a respetar al pueblo de México'.

"Pero, además, un gobierno surgido de la convención tendría toda la legitimidad necesaria para llevar a la práctica acciones de apoyo y protección a los humildes y a los pobres de México, defendería el patrimonio nacional, combatiría la impunidad y la corrupción, haría valer el derecho a la información e insistiría constantemente en la transformación democrática de las instituciones."

De modo que tiene sentido lo que está ocurriendo. Hay quienes, considerándose a sí mismos como de izquierda, impugnan estos medios de lucha y sostienen que se debe reconocer el resultado oficial, incluso lo reconocen. Les recuerdo el fraude de 1988. La falta de una respuesta adecuada causó un desplome de la izquierda. Recuerdo que en mi distrito, que entonces era el 17, cuando se llamó a formar el PRD no acudió ninguna persona. Y la primera elección en la que participó este partido tuvo un resultado desastroso. Algo muy diferente de lo que estamos viviendo ahora.

Ya dentro de la discusión planteada antes y durante la convención, se ha hablado de reformar la Constitución, y también de formular una nueva. Quiero recordar cómo han sido las cosas en nuestras principales experiencias históricas al respecto.

Antes de formular una Constitución, Morelos tuvo una guerra de Independencia desde 1911, luego se formó el Congreso de Chilpancingo en 1913, y hasta octubre de 1914 se expidió la Constitución de Apatzingán. Y eso que no había ninguna antes, pues apenas empezaba a nacer como país independiente.

Antes de la Constitución de 1857, los liberales promulgaron la Ley Juárez, en 1855, aboliendo los fueros clerical y militar, y la Ley Lerdo, en 1856, obligando a la venta de todos los terrenos de la Iglesia que no tuvieran usos directamente religiosos. Pero todavía la Constitución mencionada era insuficiente, y en 1859 se promulgaron las Leyes de Reforma, confiscando bienes de la Iglesia, suprimiendo los monasterios, nacionalizando los cementerios e instituyendo el matrimonio civil.

Antes de la Constitución de 1917, y para no hablar de los años de guerra civil, se promulgaron, por Carranza, la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, y por los zapatistas, la Ley de Reforma Agraria del 28 de octubre del mismo año, mucho más avanzada. Es obvio que el problema agrario no podía esperar a que se elaborara una nueva Constitución.

De modo que si hablamos de plazos cortos o medios, lo que puede ocurrir son reformas a la Constitución. Y si se llega a una nueva Constitución, esto implicará ya un cierto grado de maduración del movimiento.

 
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