Usted está aquí: lunes 11 de septiembre de 2006 Opinión APRENDER A MORIR

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

De ofertas y películas

A principios de junio de este año, el gobernador priísta de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, declaró que el presidente Vicente Fox le había hecho un "ofrecimiento terrible" a cambio de que retirara su apoyo a las familias de los 65 trabajadores muertos el 19 de febrero en la mina Pasta de Conchos, en el municipio de San Juan de Sabinas.

El mandatario coahuilense agregó que para no "meter más ruido" a la campaña electoral por la Presidencia de la República, después de los comicios revelaría la proposición hecha por Fox, misma que Moreira ventiló luego de que el ex secretario de Gobernación, Santiago Creel, advirtiera que si Felipe Calderón ganaba la elección "Coahuila resentiría" la postura asumida por el gobernador ante el conflicto entre la minera, el sindicato y la Secretaría del Trabajo.

Han transcurrido 70 días desde las elecciones "sucias, pero válidas" y el gobernador Humberto Moreira nos sigue teniendo en ascuas en relación con el "ofrecimiento terrible" que le hiciera el presidente Fox en otro de los incontables sainetes protagonizados por el gobierno del cambio, en este caso por el inequitativo apoyo a la empresa Industrial Minera México, concesionaria del yacimiento carbonífero.

Ante este prolongado silencio los sencillos nos preguntamos: ¿Se ha reforzado la alianza PRIAN? ¿Habrá recibido este góber ofrecimientos menos terribles? ¿El nuevo plazo de Moreira se extendió hasta que salga el nefasto ofertante?

Por cierto, otro que ni vio ni oyó fue el presidente en México de la reservada Sociedad Española e Internacional de Tanatología (SEIT), Mario Guerra Rojano, que nunca respondió al juicioso cuestionario que por esta columna (La Jornada, 10 de julio de 2006) le envió la tanatóloga María del Carmen Contreras en relación con el apoyo tanatológico de la SEIT con las familias de los mineros muertos.

De la siniestra cartelera cinematográfica que nos imponen distribuidores y exhibidores se pueden entresacar, con pinzas, películas que no ofendan la inteligencia y, entre esas, alguna que se refiera al enfadoso tema de la muerte o siquiera al de la vejez.

Sobre esta última se exhibe Elsa y Fred, producción hispano-argentina no por bien intencionada menos fallida en su fóbica amabilización de la ancianidad. Historia de amor entre octogenarios sin problemas económicos que al final de su existencia despliegan una frivolidad, una autonomía existencial y una prudente distancia con sus respectivas familias que ni en la pantalla son creíbles. A propósito, al salir de la sala, delante de mí se cayó en la escalera una anciana que iba acompañada por su hija y su yerno.

Sin embargo, una inteligente película, Efectos secundarios, de Issa López, talentosa realizadora y guionista mexicana, plantea la condición sine qua non de ponerse las pilas, sobre todo cuando ya se ha sentido el guiño helado de la muerte y hay que centrar nuestra vida en aquello que realmente importa. Magníficas actuaciones de Marina de Tavira, Alejandra Gollás, Arturo Barba y Pedro Izquierdo, entre otros.

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