La señorita Chelo no es terrorista
Ampliar la imagen Las nuevas medidas de seguridad no afectan a la señorita Chelo, que acompaña, en el asiento contiguo, a Julian Lloyd Weber, quien viaja en jet privado
Al violonchelista mexicano Carlos Prieto de plano le resultaría "imposible mandar mi violonchelo checado en el equipaje". De manera que para cumplir con sus compromisos de conciertos en otros países, "tendría que viajar en coche, tren o barco, lo cual limitaría mucho el número de conciertos que pudiera ofrecer en el extranjero".
El caso del maestro Carlos Prieto es emblemático, porque él acostumbra viajar con su amado violonchelo Piatti cómodamente aposentado en el asiento de avión junto a él. En estas páginas hemos relatado las aventuras de la Señorita Chelo, pues bajo ese nombre compra el maestro Carlos Prieto el boleto de avión respectivo para que su violonchelo pueda ocupar un asiento entero y no solamente los muslos del chelista. Situaciones chuscas, como la demora de vuelos porque al personal de abordo no le cuajan las cuentas del número de personas en cabina, hasta que se enteran que la Señorita Chelo es un violonchelo.
Por su parte, la violonchelista Maya Beiser, quien inició el viernes en el Centro Cultural Universitario de la ciudad de México el Festival Música y Escena, con un concierto deslumbrante, anunció que para su próximo concierto en el Barbican Hall, de Londres, tendrá que viajar a algún otro país europeo y de allí moverse en tren, pues ella acostumbra comprar un boleto en primera clase junto a ella para su violonchelo. Volar de Nueva York a Londres con boleto comprado para su violonchelo en el asiento contiguo es algo prohibido. "Ella también es Señorita Chelo", dijo el viernes a este diario.
El maestro Prieto y la maestrísima Beiser fueron consultados por La Jornada respecto del clima de histeria en aviones y aeropuertos sembrado por el eje Bush-Blair con su historia fabricada de "terrorismo" y las "amenazas del mal".
Tales maniobras, que Noam Chomsky ha documentado como estrategias denominadas "ingeniería del consenso" y que consisten en preparar las condiciones para asestar nuevos golpes, han causado no solamente la histeria, el miedo y el odio en el mundo, también ha afectado territorios nobles como la creación artística.
Y así muchos músicos sufrirán ahora los embates del nuevo toque de queda mundial. A menos que posean jet privado, como es el caso de Julian Lloyd Weber, hermano menor del célebre compositor Andrew Lloyd Webber, quien es, éste último, uno de los hombres más ricos del planeta, coleccionista insuperable de arte (su colección de autores prerrafaelistas es de epopeya) y agraciado en dinero merced a su trabajo como compositor, lo cual es de justicia poética e irónica si pensamos en Mozart, por ejemplo. Pero ese es otro cantar. Además de que Mozart ni siquiera conoció los aviones y jamás hubiera escrito nada para el eje, ese sí maligno, Bush-Blair.
Pablo Espinosa