Surge de la tradición de reunirse en el barrio, que han rescatado los migrantes, dice
La kermés tiene temas vestidos de fiesta y malegría: Angel Lara Ruso
El músico madrileño presenta este proyecto junto con Andrés Belmonte, ambos ex miembros del grupo Hechos contra el Decoro
También participan Fermín Muguruza, Amparanoia y Eva Reina
Ampliar la imagen Angel Luis Lara Ruso y Andrés Belmonte
Hasta hace algunos años, en Madrid la gente solía reunirse en la calle, en el barrio, y, "con cualquier excusa, juntarse a comer una tortilla, unas ensaladas, lo que fuera, y de ahí surgía una fiesta popular", cuenta Angel Luis Lara, el cantante madrileño mejor conocido como Ruso.
Esta fiesta, la kermés, era organizada y protagonizada por la misma gente, sigue Ruso. Se ocupaba el espacio público con la fiesta y la cultura, "sin que nadie te dijera cómo ni te facilitara los instrumentos: se improvisaba".
Esta tradición se ha ido perdiendo. Curiosamente, así como ha ocurrido con la economía, la lucha sindical y otras facetas de la vida, los migrantes han salido al rescate: "Se juntan, con casetes, guitarras, hacen comida... se monta una kermés", dice el bajista Andrés Belmonte.
Sin embargo, el hecho es que ya no es como antes.
"Como madrileño, es algo que inquieta, preocupa. En cierto sentido, La kermés viene de ahí", dice Ruso, también sociólogo y colaborador de La Jornada.
La kermés es el más reciente proyecto musical (www.lakermes.info) emprendido por Ruso y Andrés Belmonte, ex integrantes del colectivo musical Hechos contra el Decoro (HCD).
El viaje comienza con un disco en el que se juntaron con varios músicos, algunos queridos compañeros y maestros de vida, como Amparo Sánchez Amparanoia, Eva Reina y Fermín Muguruza.
En palabras del colectivo, el resultado fueron "11 canciones paridas desde bien adentro y vestidas con ritmos que destilan fiesta y malegría a partes iguales". (Aquella malegría -"una alegría triste, una tristeza alegre"- que retoman de Mano Negra, banda que los influyó fuertemente.)
Todas las canciones (excepto dos) fueron escritas por Ruso. La música -desde rumba hasta hip hop- la compuso él con Andrés, aunque toda la banda participó.
El sentido lo da quien escucha
Y, al final, el sentido se lo da quien lo escucha. "Cuando uno canta nunca es dueño del sentido de lo que canta. El sentido siempre está del lado del otro, del que escucha y baila. Las canciones por sí solas no significan nada, por eso en ellas no hay nunca nada que comprender", explica Ruso.
Las piezas, en castellano, euskera, ruso, italiano y francés, van desde urgentes alertas sobre lo que ocurre en las calles, como Tarde o temprano, de la cual Ruso escribe: "El ritmo de la precariedad y sus mundos es el hip hop, y la necesidad de organizarnos y empezar a darle sentido a tanta rabia es apremiante. Debajo de los adoquines hay un polvorín que va a arder y tenemos que estar preparados".
Hasta piezas como la rumba Imposibles: "Cantar y contar del amor y el desamor hace que aflore cierta congoja, una timidez que tiene que ver con poner sobre la mesa cosas de uno para que les dé el aire de todos".
Incluye un tema del fallecido cantante italiano Rino Gaetano (Ti ti ti ti) y otra del grupo ruso Âèêòî Öîé (La pena).
En Ya está siendo canta Amparanoia y está dedicada al EZLN: "El zapatismo no es una ideología, tampoco una receta ya escrita que hay que seguir para cambiar el mundo. Es una forma de vida, la manera más creativa y viva de vestir la rebeldía en nuestros días, por eso no tiene fronteras".
La idea de hacer una canción -y de cantarla con Amparo- le nació a Ruso durante la marcha del color de la tierra (2001), en la cual participó en el rodaje del documental Caminantes, de Fernando León.
El músico Fermín Muguruza tiene una colaboración especial en Musikaz aldatu y Marc Oller en L'echo des mots de Musta.
Autoproducción
El disco fue autoproducido, por medio de la creación del sello Malandros.
En La kermés también están: Iván Taca Martínez, José Atero, Eva Reina, Iñigo Martínez, Martín Etxauri y Guillermo Zapata.
Ruso, Andrés y Eva ya habían trabajado juntos en el colectivo musical HCD, que nació en 1995 y sus integrantes originales provenían de un barrio popular madrileño. Era políticamente combativo y musicalmente ecléctico (aunque con una clara inclinación hacia el hip hop y el reggae). El colectivo mantuvo un fuerte compromiso social con distintas causas y en múltiples sitios ofreció su música y sus manos: tanto podían participar en un festival contra el paro, como en centros sociales y en el movimiento por una globalización con justicia social.
El disco tiene una licencia copyleft, de Creative Commons: "permite la libre copia y difusión sin fines comerciales". Además de poder comprar el disco en las tiendas, se puede descargar de manera gratuita desde la página web (excepto Ti ti ti ti y La pena).
El copyleft, explica Ruso a La Jornada vía correo electrónico, "le dice al copyright 'sí, pero...' y lo pone en crisis, avanzando en su redefinición.
"No supone un rechazo a la existencia de un ordenamiento jurídico en torno de los derechos de copia, sino la articulación de un derecho de copia diferente, preocupado por la libre difusión del conocimiento y el libre uso de la cultura, así como sujeto de una alternativa a la centralidad absoluta de las lógicas mercantiles."
Al registrar las canciones con una licencia copyleft, "nos aseguramos de que nadie podrá ser criminalizado por copiar nuestras canciones y difundirlas, siempre que sea sin ánimo de lucro".