Los de abajo
Represión y hostigamiento
El protagonista del acontecer político reciente en el país es un pueblo abiertamente amenazado, pero muy lejos de estar paralizado. La represión institucional no es un fantasma sino una realidad cada vez más presente que camina en distintas direcciones provocando, más que miedo, la rabia y la organización de la gente.
Están, por un lado, la guerra sucia y descarada contra el movimiento popular oaxaqueño y, por el otro, no cesa el constante y dosificado hostigamiento contra pequeños colectivos autogestivos que luchan desde abajo por impulsar otra manera de hacer política. Es el caso del colectivo Espiral 7, con sede en la ciudad de Puebla, y al que nos referiremos en esta columna.
Nacido en 2002, bajo una clara influencia del movimiento zapatista, este colectivo de jóvenes se planteó ir más allá de la solidaridad con los indígenas rebeldes. "Y aquí en Puebla ¿qué hacemos?", fue la pregunta que los llevó a la construcción de un espacio autónomo y colectivo que se insertara en la problemática social local y trabajara para transformarla.
En Espiral 7 confluyen estudiantes, obreros, profesionistas, amas de casa y un etcétera que, aunque pequeño aún, se organiza para participar en brigadas de salud en diversas localidades, proyectos de educación con jóvenes y adultos en una colonia popular y con hijos de trabajadores, realizar cápsulas informativas sobre los sucesos en San Salvador Atenco, elaborar libros artesanales con el sello de copyleft; y organizar pláticas, encuentros y seminarios de reflexión y educación participativa. Además de continuar con la venta de café de la cooperativa zapatista Yachil y de artesanías de comunidades indígenas en resistencia.
Adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, este grupo de jóvenes advierte que "es la hora de escucharnos y voltear a ver las problemáticas locales como un puente hacia lo nacional" y, en este sentido, señalan que "la otra campaña es nuestra campaña, el espacio en donde nos apoyamos y organizamos juntos para que, cada quien a su modo, se construya y sea parte del mundo que quiere.
"Queremos tomar lo que es nuestro y defenderlo". Pensar así los ha llevado a enfrentar el hostigamiento desde su primer año de existencia. Sobrevuelos de helicópteros en su local, vigilancia policiaca permanente fuera de sus casas, acusaciones infundadas de participar en un movimiento armado, detenciones de algunos integrantes, amenazas de cerrar el espacio "por tráfico de drogas", y constantes e injustificados cateos, como el registrado el pasado 10 de agosto, cuando se presentaron tres agentes de la Policía Judicial "en busca de drogas", pero preguntándoles cosas tan absurdas como "quiénes aquí dicen la palabra EZLN y quién dice ser miembro del EZLN".
Las amenazas persisten, por lo que la Red Cuali Nemilistli de Derechos Humanos urge a que se garantice la libertad, la seguridad y la integridad física de los integrantes del colectivo, y a tomar las medidas necesarias para que cesen el hostigamiento y las amenazas en su contra.