México SA
Preocupaciones de Concamin y Concanaco
No hubo reclamos por la conducción económica del foxismo y sus pobres resultados
Ampliar la imagen El presidente Vicente Fox acompañado de León Halkin Bider, presidente de la Concamin, durante la suscripción del Acuerdo Nacional para el Desarrollo de Corredores Multimodales para incrementar la competitividad de la economía, realizada ayer en Los Pinos Foto: Carlos Ramos Mamahua
Cabizbajas, calladitas, alineadas, a lo largo de un sexenio con resultados económicos deplorables, dos organizaciones sectoriales de la iniciativa privada ahora se estremecen y ponen el grito en el cielo en plena vendimia postelectoral, y exigen ''aplicar la ley'' para evitar, dicen, "mayores daños a la economía".
El grito y la exigencia corresponden a las cabezas visibles de la Concamin y la Concanaco (León Halkin Bider y Luis Antonio Mahbub Sarquis, respectivamente), organizaciones integrantes del Consejo Coordinador Empresarial, apuntan a un solo objetivo: culpar al plantón de la Coalición por el Bien de Todos (Zócalo-Reforma, hasta el Periférico) de todos los males, habidos y por haber, de los empresarios que despachan en esa zona de la ciudad de México.
Los presidentes de dichas agrupaciones están profundamente preocupados porque "el sector empresarial ha despedido en los últimos días a 809 trabajadores registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, de los cuales 574 corresponden a la zona centro de la ciudad de México, y el resto a la subdelegación 3, de Polanco", como resultado del plantón y las eventual caída en las ventas que ha provocado en su zona de influencia.
Es lamentable, de ser correcta la información de los mencionados dirigentes, que 809 jefes de familia se incorporaran al de por sí abultado ejército de reserva del país, pero Halkin y Mahbub guardaron sospechoso silencio a lo largo de este, el sexenio del desempleo, la emigración y la ocupación informal.
Si ambos líderes empresariales, junto con otros de la iniciativa privada, hubieran gritado a tiempo, tal vez el ejército de desempleados y subocupados sería menor ahora que al principio del sexenio foxista. No fue así, porque salvo honrosísimas excepciones, las cabezas visibles de los organismos empresariales permanecieron en silencio ante los crecientes problemas económicos y sociales del país. En cambio, no perdieron oportunidad para aplaudir los logros virtuales de una administración gubernamental que se limitó a resolver los atorones del gran capital, a quitarle piedras al camino de la concentración y a dejar a su suerte a los micro, pequeños y medianos empresarios, los grandes generadores de empleo en el país.
En ninguna tribuna se escuchó la voz de la Concamin y la Concanaco cuando, por ejemplo, en el primer año de la administración foxista la información oficial reconoció la pérdida de más de 600 mil empleos formales, también registrados en el IMSS. Tampoco "exigieron" y "advirtieron" nada por la dramática situación social de 2.4 millones de mexicanos que fueron expulsados de su tierra por razones económicas y que sólo encontraron empleo en el vecino del norte.
Mucho menos se les escuchó reclamar, "advertir" o "exigir" porque la tasa oficial de desempleo abierto en México se duplicó en el sexenio del "cambio", mucho menos por el crecimiento de 4 puntos porcentuales en la ocupación informal, y nada, desde luego, relativo al millón de empleos que se presume en Los Pinos, cuando la demanda en esos seis años superó los 8 millones de plazas. Tampoco han pedido cuentas por las raquíticas tasas de "crecimiento" del sector industrial (1.93 como promedio anual durante el sexenio del "cambio"; 1.45 para el sector manufacturero), que cuando menos a una de las citadas organizaciones correspondería reclamar.
Entonces, es lamentable que la resistencia civil pacífica en aras de la democracia y la transparencia electoral provoque la cancelación de plazas laborales, según afirman Halkin y Mahbub, pero ya que tanto les preocupa a las organizaciones cúpula del sector privado y a sus cabezas visibles, mucho habría ganado el país, sus habitantes, si en su momento y con la misma contundencia -siempre con la intención de evitar "mayores daños"- hubieran reclamado por la conducción económica del foxismo y los vergonzosos resultados que reporta.
Tal vez con esa puntual actitud se hubieran evitado los pifias y excesos del gobierno del "cambio", que la tasa anual promedio de "crecimiento" económico a lo largo del gobierno foxista llegara a un deplorable 2 por ciento, que el indicador oficial de desempleo abierto se redujera y no, como ha sucedido, se duplicara con respecto al cierre del sexenio anterior, que los mexicanos encontraran oportunidades económicas y sociales en su propia tierra, y que la riqueza se distribuyera de forma más justa.
Sueño guajiro, desde luego, con una cúpula del sector privado de por sí oportunista y convenenciera, aunque más en tiempos de reacomodo político. Es más fácil, siempre lo ha sido para los grandes empresarios, subirse al carro de la "indignación" ante la legal y legítima protesta ciudadana, con tal de quedar bien con el posible sucesor y cobrar la factura resultante. Los 70 años de historia priísta documentan esas prácticas -el 68 es un ejemplo-, y los barones no están dispuestos a cambiar.
Las rebanadas del pastel:
Y allí va Fox con su desgastado micrófono, sus logros imaginarios y su amenaza de represión (la "mano extendida", versión del "cambio"), mientras los organismos cúpula aplauden y aplauden.