Publica Granma imagen sin precedente del líder cubano en un lecho de enfermo
Celebra Fidel Castro su cumpleaños 80 con bromas y regalos de Hugo Chávez
Ampliar la imagen Convaleciente de una operación en el intestino, Fidel Castro celebró el domingo pasado su cumpleaños 80 con su par de Venezuela, Hugo Chávez (al centro) y su hermano Raúl, quien provisionalmente está al frente del gobierno. El mandatario cubano le obsequió al visitante un retrato que le hizo David Alfaro Siqueiros en 1959 Foto: Ap y Granma
Ampliar la imagen El presidente de Cuba, Fidel Castro, apareció este lunes en una serie fotográfica del diario oficial Granma en su lecho de enfermo con el mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, festejando su cumpleaños número 80. "Fue una reunión que dio aliento al aguerrido comandante de mil batallas", señaló el rotativo Foto: Reuters/Palacio de Miraflores
Ampliar la imagen Convaleciente de una cirugía intestinal, el líder cubano recibió a su amigo y aliado el domingo pasado en La Habana. La televisión de la isla difundió anoche otro video sobre la amistad entre ambos mandatarios, que se inició durante una visita del entonces teniente coronel, recién excarcelado, en 1994 Foto: Reuters/Granma
Ampliar la imagen Hugo Chávez relató a Fidel Castro que intentó durante una semana pintarle un retrato, pero desistió en la madrugada del domingo, insatisfecho con los trazos del perfil, por lo que prefirió regalarle una taza de la vajilla de Napoleón, una daga del libertador Simón Bolívar y un cuadro del pintor venezolano José Antonio Quintero * Reuters/Palacio de Miraflores
La Habana, 14 de agosto. La imagen sin precedente de Fidel Castro en un lecho de enfermo apareció hoy en una serie de fotografías en el diario oficial Granma y en un video en la televisión, que muestran al líder cubano acompañado de su amigo y aliado Hugo Chávez, quien llegó el domingo a visitarlo.
"¿Por qué no aprovechamos y te hacemos una cirugía plástica en la nariz?", le dice Chávez a Castro en el video, en una broma que alude al intento del venezolano de dibujar a su camarada, pero en el que fracasó al llegar al apéndice nasal.
"Hugo...", responde el paciente, con voz delgada, "¿todavía quieres otra cirugía?"
En este punto Fidel Castro desenlaza sus manos y las abre en abanico. Gira la cabeza y enarca las cejas, como diciendo con todo su gesto: "¿Qué no sabes lo que me pasó?"
Generaciones de cubanos han visto durante décadas a Castro en las más diversas circunstancias y expresiones, con variadas vestimentas y hasta en una silla de ruedas, como en el último bimestre de 2004, después de su caída accidental en la plaza principal de Santa Clara.
Pero nunca el mandatario había aparecido públicamente acostado en una cama, quebrantado de salud.
"Fue una tarde inolvidable, compartida entre hermanos de sangre y de causa, que trajo fuerzas y aliento nuevos al aguerrido comandante de mil batallas, empeñado en una nueva victoria por la vida", dijo Granma en su reseña.
El diario publicó siete fotos del encuentro, que se suman a las cuatro que aparecieron en Juventud Rebelde el domingo.
Aterrizar el mensaje
Las imágenes y los tres textos que ha emitido Castro, desde que reveló su crisis de salud hace dos semanas, articulan un mensaje que está aterrizando suavemente en la población cubana: la enfermedad del máximo líder esta vez es más seria que cualquier otra en el pasado; la recuperación será lenta y puede afrontar riesgos; ha ocurrido un traspaso de poderes sin que se altere la vida diaria; esta situación puede prolongarse por un tiempo indefinido; las nuevas condiciones requieren el consenso interno y el apoyo externo
La línea ha bajado pausadamente, en escalones que se iniciaron con los toques de alerta del 31 de julio, siguieron con la movilización militar y de la seguridad interior, los mítines callejeros de apoyo a la dirigencia y un llamado de los intelectuales recabando respaldo internacional.
La cercanía del cumpleaños de Fidel Castro, este domingo, propició en el curso de la semana anterior un ambiente que favorecía algún gesto, alguna señal, de reaparición pública del mandatario.
Si el mensaje iba a tener una ampliación, al parecer ya se produjo: la televisión difundió esta noche otro video sobre la historia de la amistad entre Chávez y Castro, iniciada en una visita del entonces teniente coronel, recién excarcelado, en 1994. Es decir: no olviden que si ahora hay alguien cercano fuera de la isla, ese es el presidente venezolano.
En las imágenes difundidas esta tarde durante unos siete minutos, la escena es en una habitación de dos camas, con una ventana al fondo, en la que asoma un árbol. La parte superior de la cama de Castro está ligeramente inclinada hacia adelante. Sobre la almohada principal hay una más pequeña. A la izquierda del paciente hay un teléfono y detrás de su cabecera una radiograbadora y dos muñequitos en miniatura, que parecen representar a los dos amigos.
Chávez y Castro visten igual, una camisa roja de manga larga. La del cubano lleva las banderas de los dos países entrelazadas en el pectoral izquierdo.
El encuentro ocurrió el domingo. Chávez entrega a Castro una gran vela, a modo de síntesis de las 80 velitas que debieron apagarse ese día por el aniversario. Dice que como regalo quiso pintar un retrato del líder cubano, pero no le salió y paró la faena.
En cambio trajo un cuadro de Simón Bolívar, del autor venezolano José Antonio Quintero, una taza de la vajilla de Napoleón, que estuvo en manos del héroe insurgente y la daga del libertador.
Cuando Chávez hace la broma de la nariz, tercia Raúl Castro: "No le toques la nariz a Fidel, que tiene un perfil perfecto, griego".
Raúl está con su uniforme de general de ejército, su propio grado, el máximo en las fuerzas armadas, sólo debajo del rango histórico de Fidel, el de comandante en jefe.
Pero Raúl Castro está también en funciones de supremo jefe civil y militar del país, desde que el 31 de julio el titular de esos cargos, su hermano mayor, le delegó el ejercicio de las tareas por la enfermedad.
Raúl entrega a Chávez, en reciprocidad, un retrato de Fidel, que el mexicano David Alfaro Siqueiros pintó en 1959 y lo regaló al Partido Comunista de Cuba. Dice que la obra pasó un tiempo embodegada y luego fue a su propio despacho.
"Vamos a regalárselo...", dice Raúl, entre anuncio y pregunta. Fidel asiente en silencio y ratifica la decisión con el saludo militar de la mano derecha extendida tocando la sien.
Chávez sigue de broma. Se agacha para ver la línea de la nariz de Fidel. Sobre el trazo de Siqueiros describe la dificultad para pintar esa parte del rostro de su amigo, a la que le encuentra dos curvas y luego un remate "como un tomatico".
El cuadro iba para un museo, pero "qué mejores manos que las tuyas", le dice Raúl a Chávez.
Chávez se sienta en una mecedora de mimbre blanco, a la derecha de su amigo. Encuentra "impresionante" la recuperación de Fidel Castro. Dice que "esta es la mejor de todas las visitas que he hecho en mi vida", por encima de las que hacía a su primera novia.
"Cuando tú visitabas a tu primera novia", le corrige Fidel Castro, "no estabas al frente del proceso revolucionario bolivariano".
Luego Chávez recuerda que el 31 de julio estaba de visita oficial en Vietnam cuando se enteró del percance del líder cubano. "Me senté a rezar, porque yo soy creyente, tú sabes. ¡Ay Dios mío, ay Dios mío! Agarré un cigarro, prendí un cigarro..."
Cuenta que compartió el impacto con su hermano Adán, que lo acompañaba en el viaje y llamaron a La Habana. "Ese día yo lo pasé horrible... estaba en otro mundo; el presidente (de Vietnam) preguntándome, pero yo mandando el alma pa'cá..."
Un tramo del video queda sin el sonido ambiente y tiene un piano de fondo. Fidel Castro se ve hablando fluidamente. Levanta las cejas y estira el rostro, frunce el ceño y mueve las manos. Gesticula como de costumbre.
En varias tomas Castro y Chávez se aprietan las manos. El venezolano muestra al amigo fotos de ambos, de los últimos cinco, seis años. Se adivina un ambiente muy familiar. Ambos comen algo de un vaso, quizás un yogur. El cubano escribe unas pocas líneas en una libreta de apuntes, aparentemente un mensaje al visitante.
Desde la altura de los pies, la cámara toma un acercamiento del rostro barbado de Fidel Castro, salpicado de pecas, sonriente, complacido de haber visto a su compañero.