Jesusa Rodríguez, Isela Vega y Liliana Felipe volantean en el Metro Chapultepec
"¡Voto por voto!", corean artistas para convocar al mitin dominical
Simpatizantes del Peje aceptan la propaganda; los calderonistas ni voltean a verla
Ampliar la imagen Jesusa Rodríguez, junto a un grupo de músicos y actores, durante la batucada que presentaron ayer en los accesos del Metro Chapultepec Foto: Marco Peláez
"Voto por voto, casilla por casilla", gritan las voces, y un eco de tambor las acompaña, una y otra vez. Con grandes garrafones de plástico, vacíos de agua purificada pero llenos de aire, y con palos que los golpean al compás de la consigna, Jesusa Rodríguez, Isela Vega, Liliana Felipe y un grupo de jóvenes saltimbanquis, actores y músicos alegran las dos horas de la tarde afuera del Metro Chapultepec. Alguien más va marcando las sílabas de cada palabra con una estridente ocarina: "Voto por voto (pipipipipi), casilla por casilla (pipipi-pí-pipipi)".
Quienes vienen subiendo la escalera del túnel hacia la luz de la calle alzan la ceja al escuchar la nueva consigna: "Del golpe/ de pecho/ al golpe/ de Estado/ fecal-fecal-fecal/ te vas al excusado", y si son partidarios del Peje sonríen y estiran la mano para recoger una octavilla que insiste: "Voto por voto, ¡a la marcha!, domingo 16 a las 11, del Museo de Antropología al Zócalo, ¡no faltes!"
Los calderonistas no aceptan la tira de papel; fruncen el ceño, voltean la cara para no ver siquiera a los que reparten propaganda para la concentración de pasado mañana que, para bien o para mal, va a trazar el rumbo inmediato de la historia de México. "Ese señor está loco", rezonga una señora gorda y pobre, de la clase media más baja, mirando sin entusiasmo el dibujo de Hernández que miles y miles conocen ahora como Amlito.
"Agárrelo, aunque no esté de acuerdo", le dice Isela Vega a la fatigada mujer. "Queremos conservar el derecho de todos los mexicanos a estar en desacuerdo sin perder la concordia", agrega la actriz. Con sombrero de paja, un altavoz en la mano izquierda y el palo del tambor en la derecha, Jesusa aporrea el improvisado instrumento y cambia otra vez la consigna: "Ni el PAN/ ni el IFE/ el pueblo es el que elige".
Un mecánico del rumbo, al pasar, les dice a unos vendedores de flores que se han adherido sentimentalmente al mitin: "A Chávez también lo quisieron quitar, pero el pueblo le devolvió su imperio". Su difusa alusión al golpe de Estado de 2001 contra el hombre fuerte de Venezuela contrasta con la aguda observación de Isela Vega, que rompe el hielo de un fornido muchacho con estas palabras: "Tú eres de las fuerzas armadas, ¿verdad? Te tienen prohibido aceptar propaganda política".
Y el joven, con un gesto, responde que sí. Pero no falla: los que salen del Metro, chaparros y prietos pero de corbata y tacuche, no aceptan las octavillas. La gente de la tercera edad, no importa cómo ande vestida, las pesca al vuelo, mientras Liliana Felipe da la nueva pauta: "No somos acarreados, estamos indignados", y el del silbato corea las sílabas pitando.
"Todos a la marcha/ nos vemos el domingo", recuerda el altavoz de Jesusa. Un taxista que se detiene a pedir propaganda para tapizar los vidrios de su destartalado escarabajo grita: "¡Viva López Obrador!" Y los garrafones de plástico, el silbato y las voces de las divas multiplican el efecto: "¡Obrador, Obrador, Obrador!"
Los vendedores que atienden los puestos de discos, gorras, garnachas, fruta, ropa de plástico y tantas otras cosas prometen que van a ir al Zócalo con toda su familia. Un hombre editorializa: "¿Para qué avisan aquí? Aquí la gente ya sabe. Vayan a las orillas, allá nomás ven la televisión". Pero su vecino, el de los cacahuates, le lleva la contra: "¿Y qué le hace que la vea? Ya nadie le cree a Dóriga..."
Ayer la trouppe de las divas salió por cuarto día consecutivo a "ensayar" con sus garrafones para la batucada del domingo. Pero antes, durante un desayuno en casa de Jesusa, al que asistieron Elena Poniatowska y un nutrido grupo de artistas plásticos, definieron acciones pacíficas para la resistencia civil contra el fraude electoral, la alharaca de los medios y las empresas que apoyaron la campaña de odio de Felipe Calderón.
"Tiene que ser una lucha llena de alegría, sin aceptar nunca la provocación de los que nos quieran llevar a la violencia", precisó la autora de La noche de Tlatelolco.