Desproporcionada respuesta de Israel con tanques y vehículos blindados contra Líbano
Hezbollah cruza la línea azul de la ONU y mata a tres soldados israelíes
El grupo fundamentalista capturó además a dos militares; ofrece canjearlos por presos libaneses
Se extiende la ofensiva de Tel Aviv por el país; dos víctimas civiles de ataque aéreo en Qasmiyeh
Ampliar la imagen Dos libaneses escapan de la feroz represalia israelí por la autopista de alta velocidad en la región de Zahrani Foto: Ap
Beirut, 12 de julio. Se trata de Siria. Este fue el temible mensaje de Damasco cuando este miércoles permitió a sus aliados de Hezbollah cruzar la línea azul de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el sur de Líbano, para matar a tres soldados israelíes y capturar a otros dos para exigir la liberación de presos libaneses en cárceles en Israel.
En cuestión de horas, el país que había comenzado a creer en la paz -en el que no queda ni un solo soldado sirio- se encontró de nuevo enfrascado en la guerra.
Israel responsabilizó de lo ocurrido al impotente gobierno libanés, como si un gabinete sectario y dividido en Beirut fuera capaz de controlar a Hezbollah.
Este fue un mensaje de Siria. Fouad Siniora, el afable primer ministro libanés, puede creer que está al frente del país, pero es el presidente Bachar Assad, en Damasco, quien aún decide sobre la vida o la muerte de una tierra que perdió 150 mil vidas en 15 años de conflicto civil.
Existe una posibilidad casi segura en la que Siria confía: que pese a las amenazas israelíes de infligir "dolor" a Líbano, esta guerra se salga de control hasta que -como ha ocurrido tantas veces en el pasado- Israel llame a un cese del fuego y libere a sus prisioneros. Entonces, los mandamases internacionales se abrirán paso hasta la capital de Líbano -que es Damasco, no Beirut- y pedirán ayuda.
Ese es probablemente el plan, ¿pero funcionará? Israel ha amenazado a la recién instalada infraestructura libanesa y Hezbollah ha amenazado a Israel con prolongar el conflicto. Ahí radica precisamente el problema: para llegar a Hezbollah, Israel debe enviar a sus soldados a Líbano, y entonces perderá más militares.
De hecho, cuando este miércoles en la mañana un primer y solitario tanque Merava cruzó la frontera de Líbano, pisó una mina de Hezbollah que al estallar mató a tres soldados israelíes.
Ciertamente, el ataque de Hezbollah rompió las reglas de la ONU en Líbano -una "violenta violación" de la línea azul, fue como lo llamó Geir Pedersen, funcionario de alto rango de la ONU en Beirut-; y era de esperarse que aviones, tanques y buques israelíes atacaran a este país frágil y peligroso.
Muchos libaneses de Beirut enfurecieron cuando pandillas de simpatizantes de Hezbollah circularon por las calles de la capital enarbolando banderas del movimiento chiíta para "celebrar" el ataque en la frontera".
A su vez, los miembros cristianos del gobierno libanés expresaron frustración ante las acciones de la milicia musulmana, que no hicieron sino constatar lo impotente que es la administración.
Al atardecer, los ataques de la aviación israelí habían comenzado a extenderse por el país. Las primeras dos víctimas civiles murieron cuando un avión bombardeó un pequeño puente en Qasmiyeh. ¿Pero llegarán tan lejos como para incluir a Siria entre sus objetivos?
Esta sería la más grave posibilidad de una escalada y ocasionaría que tanto Estados Unidos como los diplomáticos de la ONU apelen a la ya conocida y muy gastada virtud de la "moderación" en la conflictiva región.
Juego cruel
Seguramente un intercambio de prisioneros es lo único que saldrá de esto. En enero de 2004, por ejemplo, Israel liberó a 436 prisioneros árabes y entregó los cuerpos de 59 libaneses, a cambio de los cadáveres de un espía y tres soldados israelíes.
Hace mucho más tiempo, en 1985, tres soldados israelíes capturados en 1982 fueron canjeados por mil 150 prisioneros libaneses y palestinos.
De modo que Hezbollah sabe -e Israel también lo sabe- cómo se juega este juego cruel. Cuántos deben morir antes de que comience un intercambio es otro asunto, mucho más importante.
Lo que también queda claro es que por primera vez Israel enfrenta a dos enemigos islamitas -en el sur de Líbano y en Gaza-, y no nada más a guerrillas nacionalistas.
El movimiento de resistencia palestino Hamas negó este miércoles estar coordinado con Hezbollah de alguna manera. Puede que esto sea literalmente cierto, pero Hezbollah planeó su ataque para que éste ocurriera en un momento en que hay amargos sentimientos árabes porque se impusieron sanciones internacionales contra el gobierno democráticamente electo de Hamas y se lanzó una guerra en Gaza.
Hezbollah se montará en esta ira con la esperanza de evitar una condena por la captura y el asesinato de los soldados israelíes.
Existe otra pequeña y siniestra cuestión. En el pasado, cuando ocurría esta clase de violencia, el poder en Siria pertenecía a Hafez Assad, uno de los más astutos árabes en la historia moderna de Medio Oriente.
Pero en opinión de algunos, incluidos los políticos libaneses, Bachar, el hijo de Assad, carece de la sabiduría y comprensión del poder que tenía su padre.
Recordemos que Líbano es un país cuyo ministro del Interior supuestamente se suicidó el año pasado y cuyos soldados tuvieron que huir de esta nación bajo sospecha de que Siria planeó el asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri, el 14 de febrero de 2005.
Todo esto parece ahora un simple ejercicio académico, pero Damasco sigue siendo, como lo ha sido siempre, la clave.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca