Usted está aquí: domingo 9 de julio de 2006 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Mascarada trágica

Ampliar la imagen En la concentración convocada por Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos, en el Zócalo de la ciudad de México, la explanada se llenó de manifestantes que fueron a brindar su apoyo. Los jóvenes también encontraron una manera de expresarse Foto: Carlos Ramos Mamahua

El 2 de julio los mexicanos votamos. El lunes 3, dijimos entonces, habrá dos gobiernos. Hoy, domingo 9, no hay gobierno alguno. Del vacío al limbo. El recuento dejó en claro que la ventaja se podía medir en "nanovotos". El pomposo manejo retórico del consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) sembró dudas donde los ciudadanos habían depositado la certidumbre de sus votos. Corresponde al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declarar vencedor de la contienda. Ayer salieron a la calle los partidarios de Andrés Manuel López Obrador: asamblea informativa en el Zócalo. Abrir los paquetes y contar voto a voto, exigen. Nada para nadie.

Porque el recuento dio mayoría, exigua, mínima, pero ventaja al fin. Los observadores avalan, más que el proceso mismo, el sistema y la sólida institucionalidad, instaurados en las luchas por el sufragio efectivo, por elecciones legales y creíbles. Pero avalan el resultado, nos guste o no. Desde luego, incluidos los oidores de la Unión Europea, todos acatan y piden obedecer las facultades del tribunal electoral para dictaminar y decir: ¡Este ganó! Nos espera larga noche de incertidumbre, de protestas airadas, de insoportable presunción de la derecha encumbrada, atrincherada en el miedo de la oligarquía y el servilismo de la gente decente que no se reconoce clase media.

Triste clase media proletarizada por las crisis recurrentes y la gloriosa estabilidad del déficit cero que permite acumular reservas en dólares, y contar los millones de pobres que progresan al sumar la ayuda filantrópica que pasa por política social, al par de dólares diarios con los que sobreviven... En el mundo del revés, The New York Times respalda las reclamaciones de López Obrador y asienta que "hay suficientes problemas para hacer necesario un recuento completo". Donde nada el ave y vuela el pez, Le Monde elogia a Felipe Calderón: "Logró un triple éxito electoral: una, por vencer en los últimos metros a Andrés Manuel López Obrador; dos, por dar por primera vez a la derecha la mayoría relativa en el Congreso; y tres, por impedir el retorno del PRI al poder."

Apenas ayer, Le Monde cantaba las glorias del aperturismo echeverrista. En la penumbra vaga de la transición a la democracia sucedánea del capitalismo, The New York Times alababa la salinastroika. Ah, pero The Economist inclina la balanza y asegura que el resultado de las elecciones mexicanas confirma que los latinoamericanos tienen deseos de "reformas y no de aventuras". A los naturales, sabed... Gana el que tiene más votos, declaró Perogrullo Ugalde. Y estalló la ira desinformada de Joel Ortega, de Ricardo Monreal. Resulta imposible no incluir al inefable Martí "Gandhi" Batres, quien llamó a la acción pacífica y la obediencia a la ley, como el gran Mahatma. La ignorancia supina no es monopolio de la ultraderecha.

Gandhi llamó a la desobediencia civil, a no consumir las telas imperiales y empuñar la rueca ancestral; a no comprar sal, sino emprender una marcha de millones al mar para obtenerla. Y a eso llaman actuar con respeto "al estado de derecho". Con razón invoca Joel Ortega al señor Arias, el de la OEA. Confunde el de Baja California Sur a Gore con Bush. El recuento interrumpido de los votos en Florida fue por gestiones de los abogados Baker y socios ante la Suprema Corte que se apresuró a dictaminar que se interrumpiera el recuento voto a voto y a declarar la victoria de George W. Bush. Se priva a los ciudadanos de elegir a su presidente, alegaron los de Al Gore. Nunca han tenido ese derecho, respondió un ministro de la Corte. Allá no hay elección directa.

Felipe Calderón festeja su victoria y ya lo felicitaron Vicente Fox, George W. Bush, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, y, ni modo, José Luis Rodríguez Zapatero, el del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), presidente del gobierno español. Qué sucederá con Andrés Manuel López Obrador, pregunta El País: el candidato del PAN ha declarado que está dispuesto a ofrecerle un puesto en el futuro gabinete. Pero el PRD quiere la quinta y los mangos: Calderón no tiene autoridad moral, "vamos a demostrar que no ganó, le debería dar vergüenza estar proclamándose vencedor".

El nuestro no es régimen parlamentario. Ni mixto a la francesa, clave del transformismo de Porfirio Muñoz Ledo: de cardenista a foxista a lopezobradorista. Qué será de López Obrador, preguntan los ibéricos. En México no hay cargo para el jefe de la oposición. Al tabasqueño le pronostican el lamentable papel que le tocó a Francisco Labastida después de su penosa derrota. Ah, pero Labastida será senador por obra y gracia de Roberto Madrazo; en aras del lugar común, en fiel cumplimiento de la falacia septuagenaria: Operación cicatriz que revive cadáveres y liquida toda esperanza de renovación. Extraño caso el del PRI que nunca fue. No ganó un solo estado de la República, según la fórmula mediática que redujo la información a porcentajes, aunque fueran elecciones directas de mayoría relativa.

O senadores de primera minoría, como Graco Ramírez en Morelos, donde el gobernador panista impugnado y cuestionado se cubrió con la toga de Cicerón para lanzar feroz catilinaria contra López Obrador. Ni hablar, cuando Sergio Estrada Cajigal, a quien mantuvo en el precario poder la actuación huizachera de un ministro de la Suprema Corte, se da el lujo de dar cátedra de derecho y hablar de ética, llegamos al fondo del barril. En Morelos, Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencial; el senador panista, Marco Antonio Adame, la gubernatura. Y el reparto de ediles resultó la multiplicación de los panes y los pejes. Convergencia dejó la alianza para su propio bien y se declaró "tercera fuerza política del estado".

Le Monde celebra que Calderón impidiera el retorno del PRI; El País dice que el PRI desapareció del mapa político de México. Y los 17 gobernadores que no supieron o no quisieron operar el aparato en sus espacios de poder real, le pasan la cuenta a Roberto Madrazo y lo envían al archivo muerto que acumula obituarios de siete décadas. Pero Felipe Calderón va a necesitar de la minúscula representación priísta en el Congreso para aprobar cualquier iniciativa de ley. Ya no digamos las reformas "estructurales" que paralizaron a Fox, quien nunca se enteró de que no se puede gobernar sin acuerdos parlamentarios.

La paliza al PRI va a reducir los espacios para la expectativa. 17 gobernadores, los líderes, no coordinadores, líderes de las bancadas senatorial y de diputados, junto con líderes, no encargados, líderes de los sectores, tendrán que llevar a cabo 31 convenciones estatales que antecedan la convención nacional del partido reconstruido a partir de la derrota.

A ocho días de la elección, no hay gobierno. Quién sabe qué resulte de la asamblea informativa. Pero no habrá recuento del total de los votos. Y si el tribunal confirma que Felipe Calderón ganó el 2 de julio, el sentido común tendrá que imponerse a la soberbia oligárquica. O vendrá la mascarada trágica. En la atalaya intercambian ofensas. En el llano se matan los mexicanos del país dividido, no por la votación, sino por la desigualdad infamante entre pocos ricos y millones de miserables.

 
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