Esperarán los resultados del IFE el miércoles
En la sede blanquiazul se congelaron las sonrisas
Los preparativos comenzaron temprano; no hubo festejo
Ampliar la imagen Acompañado por su esposa, Margarita Zavala, y el presidente del PAN, Manuel Espino, el candidato del blanquiazul, Felipe Calderón Hinojosa, se proclamó vencedor en las elecciones presidenciales en un acto en la sede panista Foto: Marco Peláez
Les cayó el chubasco. Todos a sus casas. Las sonrisas se congelaron y enmudeció el animador que ya festejaba el "triunfo" de Felipe Calderón Hinojosa. Entonces ya nadie atendió el mensaje de Vicente Fox, y en las oficinas centrales del Partido Acción Nacional (PAN) ahogaron sus gritos de júbilo. Se fueron a volar las cuentas alegres que se hacían una hora antes de la aparición de Luis Carlos Ugalde para anunciar que oficialmente aún no hay nuevo presidente de México.
Sólo los aguerridos aguardaron hasta las 23:25 el arribo de Felipe Calderón al auditorio del blanquiazul.
Esperará, dijo, el resultado final. Pero ahí mismo se declaró vencedor e inclusive empezó a tender, al menos en el discurso, puentes para la reconciliación.
Sudoroso, con una sonrisa y una confianza que se veían autoimpuestas, el candidato presidencial del PAN aseguró que "desde el primer momento" ha ido arriba en el conteo de votos. Que él ganó. Que así lo dicen sus encuestas y conteos de salida. Sin embargo, la primera encuesta que citó Calderón fue la de Arcop, aquella empresa que, se sabe, trabaja para la causa blanquiazul; la segunda que mencionó fue la del Grupo de Economistas Asociados (GEA-ISA).
Enseguida pasó a los reportes del conteo rápido y se fue al Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Aseguró que con 35 por ciento de las casillas computadas llevaba 38.35 por ciento de sufragios en favor, contra 35.7 por ciento de la coalición Por el Bien de Todos.
"Con estos datos, amigos, a nosotros no nos cabe la menor duda de que hemos ganado las elecciones presidenciales, y estos datos se corroborarán por el propio IFE", aseguró Calderón. Lo rodeaban Manuel Espino y Josefina Vázquez Mota.
Hasta el final, ella intentó transmitir confianza en sus datos y comentaba en la sala de prensa que esto será "emocionante hasta el final".
Y Calderón, el candidato que a lo largo de su campaña electoral se empeñó en ubicar a Andrés Manuel López Obrador como "un peligro para México", luego de reiterar sus datos de triunfo leyó un mensaje. Tal vez el que tenía preparado para cuando, según su programa original, saldría ante los micrófonos con los datos oficiales que certificaran su triunfo.
Pero no fue así. Entonces Felipe Calderón salió a la calle a reunirse con aquellos que, ya empapados, mantenían su lealtad partidista. La ventaja se consolidará, les dijo acompañado de su esposa Margarita Zavala y de los líderes del PAN.
Fueron pocos los minutos que estuvo con ellos. Suficientes para pedirles "salir a divulgar esta verdad" y que se mantengan movilizados hasta el próximo miércoles, cuando el IFE dé a conocer el computo final.
Tenues, con la incertidumbre a cuestas, los gritos de "Felipe, Felipe" alcanzaron a salir esperanzados de las gargantas panistas. "¡No nos la robarán; no nos la robarán!", coreaban cuando bajó el telón de este largo día.
En rigor, ayer en el PAN nunca lucieron realmente triunfales. Ni siquiera con el goteo del PREP que se proyectaba en las pantallas del cuartel general se vieron confiados. "Por eso se tardaron en lanzar los cohetes de la victoria, pero se les mojaron".
Mientras pasaban las horas, en la sala de prensa se repetía un promocional donde se presenta a Felipe Calderón como un hombre de infancia feliz, hijo agradecido y amantísimo padre.
En sus apariciones, por ahí de las ocho de la noche, los dirigentes del blanquiazul presumían su actitud de autocontención como muestra de prudencia y disciplina ante las directrices del IFE, pero ya pasaban de las nueve de la noche y la orden de refrenar el ímpetu de celebración empezaba a ser una mezcla de hastío y nerviosismo.
Hasta que se recibió la consigna, el hombre del micrófono se animó.
Felipe Calderón llegó a la sede del PAN a las 19:37 y, contra lo anunciado, no apareció de inmediato ante sus simpatizantes ni ante los cientos de representantes de medios de comunicación que aguardaban.
Se veía feliz y parecía enviar el mensaje de su segura llegada a Los Pinos. Así entró al edificio partidista. Pero no lo hizo por la puerta delantera, a pesar de los cientos de seguidores que esperaban al menos un guiño de su parte para dar rienda suelta a su alegría. En todo caso lo vitorearon en ausencia, mientras en el auditorio Manuel Gómez Morín se aparecía por segunda vez el dirigente nacional del blanquiazul, Manuel Espino, para decir que esperaban terminar triunfadores, así como habían iniciado en los reportes del PREP.
Seguía sin llegar la certeza del "ya ganamos". El silencio de las televisoras ante lo cerrado de las encuestas apenas les animaba a dar a conocer las que los ponían adelante: GEA y Marketing Político. Pero sondeos sobraban ayer. Y fue hasta pasadas las 10 de la noche cuando comenzaron a animarse.
En los pasillos deambulaban lo mismo el secretario de la Función Pública, Eduardo Romero Ramos, que el de Turismo, Rodolfo Elizondo; el titular del Trabajo, Francisco Javier Salazar; la directora de Inmujeres, Patricia Espinoza, y daba entrevistas Javier Usabiaga, el ex secretario de Agricultura y derrotado aspirante a la candidatura del PAN en Guanajuato.
Desde temprano, también, el ex gobernador de Querétaro Ignacio Loyola, hoy procurador del Medio Ambiente. Y neopanistas como Benjamín González Roaro.
Cerca de las seis de la tarde empezaron a arribar los panistas que alcanzaron gafete de invitado especial, aquellos que llegaron orondos y poderosos a la sede partidista dispuestos para el festejo que tardaron varias horas en iniciar.
Mientras, en el cruce de José María Rico y avenida Coyoacán, a los de a pie, los carentes de prosapia y sin autos de lujo, se les impedía el paso. Los necesitaban en el momento oportuno. Y por eso no tenían forma de llegar quienes aun desafiando la lluvia buscaban acercarse al templete instalado fuera de las oficinas panistas. Elementos de seguridad los detenían al grito de "no pasan, son órdenes superiores".
Y también llegaron prestos aquellos entre convencidos y eternos buscadores de chamba. Ricardo Pascoe, Juan Hernández, emblemáticos.
Un revuelo de encuestas invadió el cuartel del PAN. Desde todos lados y a todas horas se hacían llegar nuevos datos y todas oscilaban en el puntero. Se llegaba a extremos de tener resultados opuestos de la misma casa encuestadora.
A las 14 horas, en el cuartel central del PAN aún no había ambiente de fiesta. Nada que ver, dicen los memoriosos, con lo ocurrido hace seis años, cuando ya para ese momento Vicente Fox tenía datos suficientes confirmando su triunfo y hasta había mandado pedir un pastel para festejar su cumpleaños.
También para esas horas, dicen, Marta Sahagún lloraba por la victoria y se daba a la tarea de organizar el festejo para esa noche en el Angel de la Independencia.
Pero esta vez, salvo las esporádicas apariciones de los voceros y de otros personajes cercanos a Calderón Hinojosa, con tímidas cuentas alegres, los demás directivos del blanquiazul permanecieron acuartelados en el tercer piso del búnker del PAN en José María Rico y avenida Coyoacán.
De todos modos, en el edificio central los preparativos empezaron temprano. Por ahí de las cinco de la tarde, afanosos empleados de la compañía contratada para montar el show de la victoria inflaban globos blancos, azules y anaranjados, distintivos de la campaña. Y estaba ya montada, en el patio frontal del partido, una carpa blanca con fotografías de Calderón.
Su mañana empezó con buenos pronósticos. Sus vecinos le organizaron, fuera de todo respeto a la normatividad electoral, el mejor mitin que haya tenido el candidato presidencial en el Distrito Federal. Y él se dejó querer.
Arropado por la gente de su colonia, Felipe Calderón salió a las 10:30 hacia la casilla acompañado de sus tres hijos y su esposa Margarita Zavala. Se armó tal lío con la prensa que acudió a Cóndor y lo siguió por la larguísima cuadra que lo separaba de la casilla, que muchos salieron magullados y algunos liados a golpes.
Eso fue muy temprano. Pero el epílogo triunfal no se escribió.