Usted está aquí: miércoles 28 de junio de 2006 Política Bertone, número dos del Vaticano

Bernardo Barranco V.

Bertone, número dos del Vaticano

En medio de rumores y hasta jaloneos, el papa Benedicto XVI hizo pública, el pasado jueves 22 de junio, su decisión de nombrar al cardenal Tarcisio Bertone como nuevo secretario de Estado. Pone fin a especulaciones sobre cambios inminentes en la curia romana que se venían ventilando desde inicios de año.

La sustitución de Angelo Sodano no ha sorprendido y confirma la voluntad del pontífice de hacer cambios importantes en su equipo de colaboradores. El papa Ratzinger suele tomar tiempo para elegir a su equipo de apoyo; en este caso, ha elegido a una persona próxima, de confianza, con un perfil más cercano a un pastor intelectual que a un diplomático de carrera.

Hasta el momento, son tres las incorporaciones más importantes que Benedicto XVI ha sumado a la curia en estos 14 meses. Nos referimos a los cardenales William Levada, de San Francisco, nuevo prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, su sustituto; e Ivan Dias, de Bombay, nuevo prefecto de la Congregación de la Evangelización de los Pueblos. Se rumora una restructuración más amplia, reforma de la curia, tendiente a apuntalar su internacionalización, simplificación de su estructura que conlleva a un inevitable adelgazamiento que equilibre el déficit financiero, que fluctúa entre 3 y 5 millones de euros anuales.

Las característica personales y trayectoria de Bertone contrastan radicalmente con las del actual secretario Sodano. Sin embargo, la señal más importante de estos posibles cambios consiste en desburocratizar el poder central de la curia romana, que había llegado a fronteras inauditas, creando conflictos, roces y tensiones entre diferentes instancias de la Iglesia católica. Tras 16 años como secretario de Estado, Angelo Sodano, se convirtió en el lado oscuro del pontificado del papa Juan Pablo II; mientras éste viajaba por el mundo abriendo la Iglesia a las diversas realidades, Sodano es el encargado de concentrar el poder en Roma. Sodano opera la reconversión conservadora de los obispos en todo el mundo, mediante el nombramiento de prelados dóciles y ultraortodoxos; en América Latina desata una persecución contra todo simpatizante de la teología de la liberación, cerrando seminarios, censurando revistas, promoviendo movimientos conservadores. Por conducto de los nuncios al estilo Prigione, Angelo Sodano interviene en las decisiones de las conferencias episcopales locales. Recordamos las abiertas protestas de los obispos brasileños por la excesiva intervención romana en la cuarta Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), o los reclamos al excesivo control de Roma por parte de las conferencias episcopales de Francia, Bélgica y Alemania.

Uno de los vaticanistas más reconocidos por la Santa Sede, Vittorio Messori, quien entrevistó en exclusiva al papa Wojtyla en el libro Cruzando el umbral de la esperanza, y al propio Ratzinger, en Reporte sobre la fe, reconoce desde finales de los años 80 la burocratización del aparato vaticano como uno de los principales lastres de la Iglesia: "Precisamente por esta razón (no por interés en las disputas clericales), me parecen justificadas las preguntas de quien se interroga con preocupación sobre la creciente burocratización en la Iglesia. Es un fenómeno alarmante y que, sin embargo, cuenta con muchos defensores convencidos..." (Vittorio Messori, Los desafíos del católico. Editorial Planeta, México 1998, p. 142).

Con el debilitamiento del papa Juan Pablo II desde la década pasada, Sodano simboliza el "reinado de los secretarios" y la línea más política y pragmática del Vaticano. Su temperamento es fuerte, parco y con pragmatismo conduce la política vaticana con "mano de hierro". Se reúne solo con presidentes hacia arriba, conoce bien América Latina, fue nuncio durante muchos años en Chile. Estuvo presente durante el golpe militar; se hizo amigo personal del general Augusto Pinochet, a quien ha defendido a capa y espada, y tuvo tensiones con altos prelados chilenos, especialmente con el fallecido cardenal Silva Henríquez, entonces arzobispo de Santiago, quien optó por la defensa de los derechos humanos, creando la Vicaría de la Solidaridad. Un gran aliado de los Legionarios de Cristo y del padre Marcial Maciel, quien lo alentó para abrigar sueños de sucesión pontifical. Sin lugar a dudas, Sodano se ganó la simpatía del papa Wojtyla por su actividad y apoyo logístico en la mediación vaticana ante el conflicto austral entre Chile y Argentina.

Pareciera que con la salida de Angelo Sodano, el próximo 15 de septiembre, se cerraría un ciclo. La opción por el cardenal Bertone es lógica. Benedicto XVI opta por quien fue su mano derecha durante nueve años en la Congregación para la Defensa de la Fe. El no es diplomático pontificio como lo fue el secretario Pacelli, futuro Pío XII, o Tardini en el pontificado de Juan XXII, o Casaroli con Paulo VI. "Bertone es un canonista muy dialogante; un religioso salesiano que ha sido catedrático y rector de la universidad más abierta de la Iglesia, la Pontificia Salesiana de Roma; y un cardenal de la máxima confianza de Benedicto XVI, que ha elegido a un hombre de dimensión pastoral, circunstancia nueva en un cargo del Vaticano generalmente ocupado por diplomáticos eclesiásticos". Así lo ve Alberto Reigada, párroco de la Tenderina (Oviedo), quien fuera su alumno en Roma. Pareciera ser que el propio Benedicto XV es crítico de este talante excesivamente político, porque en el largo plazo, la lógica política nulifica y neutraliza a la dimensión pastoral y espiritual de la Iglesia. La visión marcadamente administrativa y política de la realidad, típica del modelo del clero tradicional piamontés, puede resultar efectiva en el corto plazo, pero difícilmente ayudará a la Iglesia, según expertos, en una estrategia de largo aliento, y más en la actual circunstancia histórica marcada por la globalización y creciente secularización de los valores.

Bertone, de 71 años, es un personaje conservador que sabe dialogar, académico experto canonista y en teología moral. Es hechura del papa Ratzinger. Sus debates públicos sobre la defensa de la familia y en contra del libro El Código Da Vinci son tan famosos como su pasión por el futbol. Muy pronto será el número dos del Vaticano; su arribo expone nuevamente expectativas acariciadas desde hace años: abrir un nuevo ciclo de restructuración de la Santa Sede, enmarcado por una mayor pastoralidad y descentralización. Veremos.

 
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