Lo elaboró la comisión internacional de observación por los derechos humanos
Presentan un libro con testimonios de las agresiones a mujeres en Atenco
Las ofensas, desde verbales hasta violaciones reiteradas y extremadamente violentas
La Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos presentó ayer un libro con casi 200 páginas, con los testimonios recabados en su visita a México del 29 de mayo al 24 de junio a San Salvador Atenco, la cárcel de Santiaguito y otros lugares. Sostienen que la agresión contra mujeres es un delito que en la práctica judicial suele permanecer impune y sin procurar ningún resarcimiento ni justicia a las ofendidas.
Resaltan que el primer obstáculo a que se enfrenta la demanda de justicia de mujeres agredidas -abuso y violación sexual- es la reacción rutinaria de las instituciones encargadas de protegerlas e impartir justicia: negar los hechos, rechazar la palabra de las víctimas, culpabilizarlas y encubrir o proteger a los agresores.
Aseveran que las entrevistas con organizaciones de derechos humanos y con las mujeres que se acercaron a esta comisión permiten afirmar "que la mayor parte de las detenidas sufrieron diversas agresiones, que van desde agresiones verbales a las violaciones reiteradas y extremadamente violentas".
En el testimonio 182, que se identifica con número para proteger a la víctima, se destaca: "Yo me encontraba tomando fotos y testimonios, y por representar a la prensa alternativa nos dijeron pinches chismosos, y abusaron sexualmente de mí, y por negarme al abuso me golpearon todo lo que pudieron, me jalaron el cabello, me pegaron en la espalda y me tocó escuchar cómo le hacían cosas al testimonio 160, porque yo estaba cerca de ella; escuché lo que les hacían a otras dos extranjeras, no sé de dónde eran, íbamos en el mismo camión... (El proceder legal es totalmente incorrecto), me taparon la boca, los ojos, cierran las cortinas del camión, no nos dejan ver, cómo los vamos a reconocer cuando son personas que sabían a qué iban, no se puede reconocer a alguien que sabe a lo que va mandado, de qué sirve que nos muestren fotos".
Testimonio 40: "nos apilaron con majaderías y golpes todo el tiempo, nos seguían pegando, nos quitaron las pertenencias: brazaletes, celulares, nos manoseaban. Unas compañeras fueron violadas oralmente. No declaran porque tienen miedo".
Otros testimonios, que fortalecen la denuncia que esta comisión presentará ante organismos internacionales, como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Europea, son los siguientes. La segunda visitadora de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dijo a esta comisión que "dentro de estas investigaciones se aprecia, y lo hemos acreditado, que hay personas que en su registro médico presentaban agresión sexual, pero las personas que levantaron la denuncia dijeron que no se podía hacer eso y cambiaron la hoja, pero vimos esos registros médicos que se hicieron y la propia autoridad rescindía los casos que presentaban denuncia de agresión sexual". Y la misma funcionaria de la CNDH dijo a los miembros de la comisión civil que "es muy preocupante que todavía, al 2 de junio, algunas de esas mujeres agredidas refieren desgarros vaginales".
Este testimonio contrasta con lo dicho por la Fiscalía Especializada de Delitos Violentos Contra Mujeres el 2 de junio de este año: "nos empezamos a enterar de que había quejas de mujeres agredidas aproximadamente 10 días después".
En la conferencia de prensa, en la que además exhibieron el video con parte de los testimonios recabados, también hablaron Angel Benhumea, padre del joven Alexis, que falleció hace algunos días, y que estuvo más de 30 días en muerte cerebral; Adolfo Gilly, Magdalena Gómez, Juan Bañuelos y Gilberto López y Rivas.
Gilly resaltó que el informe presentado por la comisión civil demuestra el carácter premeditado y organizado de "las violaciones tumultuarias, las golpizas, las humillaciones, los cateos sin orden judicial realizados por policías federales y estatales. Prueba la voluntad de intimidar, desmoralizar y desgarrar a un poblado mexicano como escarmiento y norma para el futuro".
Pero Gilly fue más allá y dijo que ni siquiera Gustavo Díaz Ordaz ordenó a sus tropas la violación tumultuaria de mujeres de un pueblo mexicano: "son acciones propias de la barbarie de los ejércitos de ocupación en Lídice, en My Lai, en Bosnia, pero cometidas en este caso inaudito contra la propia comunidad nacional de los violadores y contra un poblado campesino entero".
Atenco, subrayó, ha rebasado los límites de represiones anteriores en las que hubo muertos, torturados, desaparecidos, encarcelados, contra los opositores políticos o las organizaciones sociales: "este es el límite ahora rebasado no por paramilitares sino por la fuerzas uniformadas de la misma nación".