Croar de ranas e ignorar consejos de madres de futbolistas, entre la retahíla de justificaciones
El calor y el césped, las excusas más socorridas
Berlín, 24 de junio. Se supone que los jugadores que participan en un Mundial de futbol son los mejores de su país, se supone que antes de estar entre los 23 "elegidos" aprendieron a sufrir, tropezar y ponerse nuevamente de pie. Se supone que no les fue nada sencillo llegar a este torneo.
Porque lo cierto, nada más cierto, es que en el futbol se gana y se pierde. Entonces, ¿por qué justificar un resultado adverso con una excusa simple y a veces hasta insólita?
Las ranas de Potsdam aparecieron en escena tras la estrepitosa derrota 4-0 de Ucrania ante España. Según el diario Donbass, el defensa ucraniano Vladyslav Vashchuk aseguró que tuvo dificultades para dormir la noche antes del choque por el croar de las ranas en el lago cerca del hotel donde se alojaba el equipo.
Mientras Vashchuk intentaba negar los dichos, la noticia recorrió el mundo. Para ponerle fin a la historia sólo sirvió un mea culpa: "España fue el mejor equipo y no necesitó ninguna rana que le ayudara".
Volker, la peor pesadilla
A comienzos del Mundial el servicio meteorológico había previsto un tiempo "ideal para el futbol". Pero evidentemente es como todo, y en temas climáticos no hay una sola opinión. Mientras parte de la afición pudo por fin archivar su abrigo tras interminables meses de frío, para algunos jugadores el frente de alta presión Volker se convertía en la peor pesadilla.
"El peor rival fue el calor. Casi nos morimos", intentó explicar el seleccionador de Holanda, Marco van Basten, el magro rendimiento del equipo tras una victoria con esfuerzo por 1-0 a Serbia y Montenegro.
También el inglés Joe Cole utilizó el calor para justificar el sufrido 1-0 sobre Paraguay: "No estamos acostumbrados a estas condiciones". Sus dichos fueron reforzados por el capitán David Beckham: "Nos ayudaría que refrescara". Y si el problema no viene de arriba, llega desde abajo.
"El césped tiene la culpa", sentenció el técnico francés, Raymond Domenech, tras su empate a cero con Suiza. "Las condiciones eran malas. La hierba frenó a nuestros jugadores". Al igual que Domenech también Thierry Henry encontró rápidamente culpables para deslindar su propia responsabilidad. El césped, pero también el árbitro ruso Ivanov jugó en contra.
Faltó Erwin
El entrenador de Japón, Zico, encontró en el césped un fuerte obstáculo en su desempeño. "Está demasiado alto y mis jugadores están acostumbrados a un césped más corto", dijo el brasileño, aunque se presume que fue la ausencia de Erwin Rommel lo que más influyó en la pronta eliminación del equipo.
El perro salchicha negro tuvo que cumplir con las reglas de la Federación Internacional de Futbol Asociado y no pudo entrar en el estadio. Erwin estuvo en el Mundial de Corea/Japón 2002, y aquella vez sí funcionó, pues el equipo llegó a octavos.
Una razón por la que Trinidad y Tobago no pasó a la siguiente etapa es que Leo Beenhakker "no escuchaba a las madres de los jugadores: ¿por qué no puso a Shaka Hislop? El habría atajado todo", dijo molesta la madre de Dwight Yorke después de la derrota 2-0 ante Paraguay.
Desde la concentración de Brasil también se escucharon algunas frases que podían interpretarse como disculpas. Por suerte, con los dos goles ante Japón y tras haber igualado el récord de Gerd Mueller, con 14 tantos mundialistas, ya nadie habla de las ampollas, los mareos o el sobrepeso de Ronaldo.
Con mucha razón, el defensa mexicano Carlos Salcido sintetizó la situación tras el empate sin goles ante Angola. "Nos faltó la suerte de meter la pelota. Es futbol y eso pasa".
En cuatro años muchos de los protagonistas de Alemania 2006 se volverán a ver la cara en Sudáfrica 2010. Pero esta vez en invierno y tal vez con césped sintético. ¿Dos excusas menos?