Usted está aquí: lunes 19 de junio de 2006 Cultura Restauran el templo de Santo Domingo, en Chiapas

Esperan recursos para poder terminar la obra

Restauran el templo de Santo Domingo, en Chiapas

Expertos lamentan reformas a la ley de monumentos

JAVIER MOLINA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen El templo de Santo Domingo, en San Cristóbal de las Casas, antes y una vez iniciadas las labores de restauración Foto: Archivo

Ampliar la imagen El templo de Santo Domingo, en San Cristóbal de las Casas, antes y una vez iniciadas las labores de restauración Foto: Archivo

San Cristobal de las Casas, Chis., 18 de junio. Actualmente se restaura el Templo de Santo Domingo. "La decoración de la fachada es la más bella y la más compleja de la arquitectura barroca de Chiapas", afirman las restauradoras Haydeé Orea y María Fernández, ambas egresadas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La construcción de la iglesia y del convento se inició en 1546 y se concluyó en 1551. "A finales del siglo XVII se reconstruyó la iglesia, aprovechando una buena parte del edificio original y respetando el ancho de la nave. La fachada actual de relieves de argamasa se sobrepuso a la anterior, cuyo acabado de aplanado y pintura, imitando el aparejo de los sillares de piedra, nos confirma que la construcción original sirvió de base para la actual, que es predominantemente barroca". (Artigas, 1987: 50).

La iglesia no se restauraba desde 1974, ahora los encargados de la obra: las especialistas mencionadas y Constantino Armendáriz, además del arquitecto Gerardo Mendiguchía, de la empresa Formas Constructivas (los ejecutores de la obra) retiraron media tonelada de excremento de paloma (que contiene sustancias que dañan los materiales de construcción), aunado a la humedad causada por la lluvia y la falta de mantenimiento. Los objetivos del proyecto, explica Haydeé Orea, coordinadora general, son la corrección de caídas de agua, la restitución de los materiales de construcción que cubren el remate y las cornisas, la limpieza de todos los relieves de estuco y la reposición de las formas faltantes, el fijado de la decoración que se encuentra semidesprendida y la realización de calas estratigráficas para determinar la policromía original. Finalmente, se pretende colocar una malla antipájaros para evitar que se posen otra vez sobre la fachada.

Rescate del discurso iconográfico

La restauración incluye al edificio en su totalidad, sobre todo la impermeabilización de todas las cubiertas del templo. Según el proyecto escrito -aclara- se concluirían los trabajos en julio próximo, "la fecha, en realidad, está determinada por la entrega de los recursos de parte del gobierno del estado.

"La riqueza de la decoración de la fachada -considera María Fernández- es muy importante: existe un discurso iconográfico cristiano y también encontramos muchos elementos de la cosmogonía indígena: una mezcla de estas dos culturas está allí. Con las calas -agrega- se descubre la riqueza pictórica de la decoración, en la que se combinan diferentes colores para dar mayor contraste y luminosidad a las figuras que están representadas (santos, sirenas, flores, cruces, etcétera). La pintura sirve para resaltar la escultura."

Haydeé Orea subraya que en la restauración del templo se han coordinado el arquitecto, los restauradores, los dibujantes y los químicos, y que "de esta conjunción resulta una conservación a largo plazo, la que permite revalorar el patrimonio cultural de una ciudad y devolverle su riqueza artística".

En cuanto a las modificaciones que se pretende hacer a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, considera que es "una iniciativa muy riesgosa, porque todos los especialistas que actualmente laboran en el INAH y que tienen como función tomar las decisiones de orden técnico, profesional, quedarían fuera de los procesos de preservación del patrimonio cultural, privilegiando los intereses económicos y de pura explotación de dicho patrimonio. La restauración de una zona arqueológica no estaría determinada por el interés científico que tenga, sino por su posible beneficio turístico, sin considerar el daño que éste acarrea en contra de su preservación", señaló Orea.

 
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