Demandará a Fox, Peña y Robledo, entre otros; los policías, "chivos expiatorios", dice
Trabajador de Telmex, otra víctima de la brutalidad policiaca en Atenco
Ampliar la imagen Jorge Salinas, trabajador de Telmex, al ser detenido en Atenco, el 4 de mayo Foto: Mario Antonio Núñez
Jorge Salinas tiene prácticamente inmovilizados los brazos con yeso. Tomar un café o llevarse un vaso de agua a la boca no son para él tareas sencillas. Sus muñecas están destrozadas; los dedos anular y meñique de la mano derecha, rotos, y el hueso cúbito del brazo izquierdo, fracturado. Una herida en la cabeza apenas termina de cicatrizar, y tantos moretones en las espinillas parecen una plaga.
Salinas llegó a Atenco "para formar parte de la resistencia", es trabajador de Teléfonos de México (Telmex), integrante del sindicato de telefonistas y adherente a la otra campaña. Fue uno de los detenidos tras el operativo en ese municipio. Goza de libertad bajo fianza, ya que se le acusa del delito de ataques a las vías de comunicación.
A mes y medio del asalto policiaco aún no se recupera de la golpiza que recibió. Los médicos le piden paciencia, "pero es desesperante tener las manos atadas". Afirma que mientras estuvo recluido en Santiaguito lo único que recibió para el dolor fue Tempra; al salir se sometió a una cirugía y ahora dos clavos unen sus dedos, tan indispensables en su trabajo como técnico en telecomunicaciones.
Es uno de los detenidos que más golpes recibió. La imagen de su aprehensión circuló por varios medios de comunicación. En ella se ve su rostro cubierto de sangre. "Los policías sabían dónde pegar, pero los golpes se sintieron sólo al principio, después los pensamientos divagaban".
Como sindicalista se ha confrontado fuerte con la dirigencia de Telmex en defensa del contrato colectivo de trabajo. "Hemos dicho que lo defenderíamos hasta con la vida, hasta morir si es preciso".
Durante la golpiza que sufrió en Atenco, asevera, "sentí que me había alcanzado rápido esa promesa de morir por una causa, pero no me arrepentía".
Comenta que dejó de sentir los golpes cuando en su mente aparecieron las imágenes de su familia, sus compañeros de trabajo y de lucha. "Ya me daba por muerto, pero me esforcé por no perder el conocimiento, porque me descubriría el rostro y entonces sí que me acababan".
Su esperanza para retomar fuerzas se las dio un periodista, quien se acercó a él cuando era conducido hacia las camionetas en que amontonaron a la gente y le preguntó su nombre. "En ese momento sentí posibilidades de que podía seguir viviendo, porque se haría público lo que pasaba".
Con la asesoría de su abogada prepara una demanda contra los autores intelectuales "de la represión: Vicente Fox, Enrique Peña, Wilfrido Robledo, Carlos Abascal y el alcalde de Texcoco, Nazario Gutiérrez". Aclara que la exigencia de justicia no se resolverá con la sanción a los policías, quienes sólo son "chivos expiatorios".
Salinas intenta una sonrisa al mostrar, a través del yeso, que puede mover un poco sus dedos. No desea que queden "inservibles", no sólo por lo necesarios que son para su trabajo, sino porque se alejaría de uno de sus grandes gustos: tocar la guitarra.