Usted está aquí: domingo 18 de junio de 2006 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

La cumbre de Shanghai y el "factor iraní": mensaje a EU

Ampliar la imagen Donald H. Rumsfeld FOTOAp

Ampliar la imagen Los presidentes de Irán, Mahmud Ahmadinejad, y de Rusia, Vladimir Putin, el pasado jueves en China, durante un receso de las reuniones de la Organización de Cooperación de Shanghai FOTOAp

El aislamiento mental del régimen bushiano es de tal magnitud que los multimedia que controla a placer ignoraron la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), que agrupa a la mitad de la humanidad y a dos potencias mundiales de primer orden, Rusia y China, además de cuatro países centroasiáticos (Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán).

Otros invitados informales fueron los representantes de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) y la rusófila Comunidad de Estados Independientes. Hay que señalar que India estuvo subrepresentada por el ministro del Petróleo y el Gas Natural, Murli Deora, aunque tampoco escapa el simbolismo de su función "energética" que pone en relieve la feroz batalla geopolítica que se ha desatado en Asia central por la posesión del "oro negro" entre las grandes potencias del siglo xxi.

El rotativo The People's Daily (15-06-06) exultó que la "presencia de tantos dignatarios de Eurasia simboliza que casi la mitad de la población mundial se ha venido a unir bajo la bandera del 'espíritu de Shanghai'". ¡Qué diferencia entre el "espíritu de Shanghai" y el contrastante "espíritu de Houston", donde México perdió su alma como nación independiente para convertirse en vulgar franquicia neoliberal texana!

Los multimedia europeos (en particular los británicos, franceses y alemanes), mucho más sensatos, aunque muy críticos, no llegan al grado de sus colegas estadunidenses en pretender negar la realidad y pusieron en la palestra el "factor iraní" en la cumbre de Shanghai. Irán fue invitado como "observador", al unísono de India, Pakistán y Mongolia (Afganistán acudió como simple "invitado"), pero se llevó la cumbre por lo expresado en las hormonales reacciones europeas.

En forma paranoide, el londinense The Times (16-06-06) afirma que "Irán sostuvo charlas para unirse a una alianza contra Occidente". Oliver August, su enviado en Pekín, asevera que al margen de la cumbre de la OCS-6, el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, dialogó con sus homólogos de Rusia y China con el fin de "construir un grupo de seguridad que se oponga a Estados Unidos (EU) y a la OTAN".

En clara alusión a EU, la cumbre de seis miembros, arropada de sus cuatro "observadores" y su único "invitado", fustigó "las amenazas de los poderes dominantes (sic) en usar su fuerza e interferir en los asuntos de otros estados", lo que equivale a un espaldarazo a Irán, sintetizado por una bella frase plural frente al unilateralismo bushiano: "diferencias en las tradiciones culturales, en los sistemas políticos y sociales, valores y modelos de desarrollo formados en el curso de la historia (sic) no deben ser tomados como pretextos para interferir en los asuntos internos de otros países".

El problema radical de EU, país eminentemente ahistórico (con apenas 230 años de "historia") frente a la cronología milenaria de la mayoría de los países que asistieron a la cumbre de Shanghai, es que desprecia el pasado y el presente de las naciones que no se doblegan ante sus intereses unilaterales, lo cual fue espléndidamente resumido por la reacción primitiva de Donald Rumsfeld, el torturador de Abu Ghraib y, por añadidura, secretario del Pentágono: "me sorprende como extraño que alguien invite a una organización que dice estar contra el terrorismo a una de las naciones líderes en terrorismo en el mundo, Irán". En boca de un funcionario del régimen bushiano el asunto del "terrorismo" se ha convertido en un acertijo semántico.

Poco tierno, Richard Spencer, de The Daily Telegraph, rotativo portavoz de los neoconservadores straussianos, exorciza a la OCS como "alianza anti-estadunidense de déspotas", sin dejar de asentar que la "importancia del evento radica en que China intenta extender su influencia regional y explotar la creciente impopularidad de EU". Una triste realidad de Estados Unidos es que es el país más odiado del mundo, aun en la misma Europa, donde es considerado de mayor peligro que Irán, según datos de Pew Research (13-06-06).

Le Monde (16-06-06), portavoz oficioso de la cancillería gala, apunta la convergencia de rusos, chinos e iraníes contra EU: "todos los ojos fueron puestos en el presidente de un país observador en el seno de la organización, Mahmud Ahmadinejad". Los chinos estaban felices con la presencia del presidente iraní, quien, cuando fue alcalde de Teherán, estimuló sus inversiones. Según el rotativo galo, "Washington percibe la OCS como foro que tiene como objetivo contrabalancear la influencia de EU en la región". Pues no se equivoca. Agrega que Rusia y China mantienen excelentes relaciones económicas y diplomáticas con Irán y sus posturas son similares sobre el contencioso nuclear persa que desean sea resuelto por la vía diplomática. No pasó inadvertida la fuerte declaración del zar ruso en referencia explícita a EU: "no aprecia que Rusia y China hagan causa común para resolver ciertos problemas, no le gusta que India y Pakistán participen en la cumbre ni que Irán sea invitado. No puede influir sobre la organización y eso le inquieta". Pues sí.

Según Oleg Artyukov, del rotativo ruso Pravda (16-06-06), la "OCS-6 se convertirá en seria preocupación para EU", después de cinco años de expansiva actividad que ha sido caracterizada por los halcones de EU como "anti-OTAN" y antiestadunidense" y con un "potencial peligroso", cuando ha establecido puntos de contacto con India, Pakistán y Afganistán, que no necesariamente pueden ser catalogados como "antioccidentales", lo cual obviamente no es el caso de Irán, cuya participación fue "uno de los eventos cruciales de la cumbre de Shanghai". Cita a Sergei Demidenko, experto de Estimaciones y Análisis Estratégicos: "prima la cooperación económica como cabeza de las prioridades de la OCS", razón por la cual Putin estableció en su seno el Club de Energía. A juicio de Demidenko, la energía va de la mano con la política. EU ha identificado la energía como su jerarquía, por lo que intensificará la contienda regional e intentará amarrar navajas entre Rusia y China.

Para Stratfor (14-06-06), centro de pensamiento texano-israelí vinculado a las trasnacionales petroleras anglosajonas, la cumbre de la OCS envía un sonoro mensaje: "la invitación del presidente iraní refleja los intentos de Moscú y Pekín por elevar el perfil de la OCS como un cuerpo internacional, mientras envía señales de que EU puede ser la única (sic) superpotencia, pero no debe dejar de lado a China y Rusia". Por lo visto, Stratfor, en plena "desrealización", como dirían los sicoanalistas, no se ha enterado aún de la decadencia irreversible de Estados Unidos, pero llama la atención que el simple hecho de haber invitado a Irán como "observador" haya levantado tantas ámpulas. ¿Qué sucederá, entonces, cuando la antigua Persia sea admitida como miembro pleno de la OCS?

Tras minimizar los alcances de la OCS que considera "lejos de ser un contrapeso viable a EU", Stratfor acepta que la cumbre "proyecta una percepción sicológica del poder y la influencia crecientes de Rusia y China", cuya alianza puede inquietar a los estrategas de EU.

Por lo pronto, Rusia y China han atraído en su órbita a Irán, o quizá al revés.

 
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