Usted está aquí: jueves 8 de junio de 2006 Mundo EU debe respetar los nuevos liderazgos en AL: embajador venezolano en Washington

Nos ve como "enemigos" por buscar opciones al neoliberalismo, dice Bernardo Alvarez

EU debe respetar los nuevos liderazgos en AL: embajador venezolano en Washington

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Soldados venezolanos durante una jornada de ejercicios militares a principios de esta semana en la zona de La Guaira, a las afueras de Caracas Foto: Ap

Washington, 7 de junio. Cuando Bernardo Alvarez Herrera llegó por primera vez a esta capital para asumir funciones como embajador de la República Bolivariana de Venezuela, pensó que su estancia sería breve por la poco alentadora coyuntura con Washington. Tres años después él y su gobierno han logrado impulsar lo que probablemente es el primer proyecto de solidaridad de sur a norte en la historia del hemisferio como eje de la nueva diplomacia de un país considerado enemigo por el gobierno de George W. Bush.

Encargado de representar al gobierno de Hugo Chávez Frías ante un gobierno estadunidense que intentó derrocar a su jefe, que ha declarado que Venezuela es un actor que fomenta la "inestabilidad" en la región, con "preocupantes" alianzas con otros "enemigos" (Cuba, Irán, etcétera), que no coopera en la "guerra contra el terrorismo" y que perjudica a la "democracia" dentro de su propio país, Alvarez ha desarrollado una misión diplomática con dos vertientes: una defensiva y otra proactiva.

En entrevista exclusiva para La Jornada, el embajador Alvarez ofreció la visión y los logros de la misión diplomática en el ombligo del superpoder que ha pretendido frenar, obstaculizar y hasta sabotear el desarrollo del experimento bolivariano, mismo que "ha buscado demostrar que sí es posible ir más allá... que sí hay otras opciones" del modelo neoliberal, y que esencialmente por atreverse a intentarlo es considerado como "enemigo".

"Venezuela no es enemigo de Estados Unidos. Venezuela no es una amenaza para el pueblo de Estados Unidos. Pero si hablamos de un gobierno, de un presidente, de un conjunto de personas que han planteado una crítica muy clara y profunda a la visión de Estados Unidos sobre América Latina... uno que discute eso ante esta administración... ahí sí podemos ser vistos como una amenaza. "Representar aquí a Venezuela es una experiencia agridulce. Por un lado, existe una confrontación, y por el otro, persiste una relación histórica, con grupos, sectores, historias de este pueblo con las cuales uno se siente muy identificado..."

Deslegitimar, "el lado oscuro de la política de este país"

Sobre la confrontación entre los dos gobiernos, Alvarez señala que "el problema central es una visión distinta del hemisferio, de la economía y de la sociedad, que la que ellos quieren... Ven una Venezuela que no desea participar en la agenda que ellos quieren para América Latina". La respuesta de algunos sectores en Washington a esto "es el lado oscuro de la política de este país, que es tratar de deslegitimar, de mentir sobre un país, de intervenir para evitar discutir el tema central; esa visión distinta a la de ellos".

Al abundar sobre lo que está naciendo en América Latina y por qué esto es percibido por Washington como amenaza, Alvarez indica que el proyecto neoliberal buscaba desmantelar las instituciones estatales, y considera que los países andinos fueron "la punta de lanza" para "destruir al Estado... dejarlos sin capacidad para actuar". Por eso, los movimientos de resistencia se plantearon "la lucha por los recursos naturales como el paso fundamental para el rescate del Estado... para ejercer la soberanía".

En Venezuela, como en otros países latinoamericanos, se promovió el desarrollo de la "sociedad civil, léase sector privado" que "fueron promovidos como los sustitutos de partidos corruptos o no confiables". También existieron "burocracias públicas globalizadas" que promovieron esquemas de control más allá del Estado mismo. "Y lo grave fue esa apuesta hacia el desmantelamiento del Estado, clave para el esquema neoliberal", y someter todo a los sectores financieros internacionales". En este contexto se realizaron las grandes privatizaciones, y la gran concentración de la riqueza en una reducida elite, mientras que fue desastroso para las mayorías.

Todo esto procedió con la idea de que esa "sociedad civil suplantara a esa sociedad política, pero nadie contó con algo que se llama pueblo; y el pueblo viene con una agenda distinta", afirmó el embajador. De la resistencia popular nacen nuevas expresiones políticas, como la de Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador entre otras, con una preocupante afirmación para Washington: "Las cosas son posibles. Que los límites de lo que nos decían era posible, eran falsos, que se podía ir más allá; y creo que eso es lo que está pasando en el hemisferio, por supuesto con diferencias...". Resumió que "la sociedad oculta de repente se hace pública" en América Latina, y con eso se inician proyectos nacionales como el de Venezuela, que comprueban que "se podía ir más allá".

De esta manera, "el liderazgo tradicional está siendo desplazado" en América Latina, pero no por una sola expresión, sino que son variadas. "Estados Unidos tiene que entender que sus interlocutores en América Latina ya no pueden ser los mismos... tiene que respetar a los nuevos liderazgos.

Sostiene que estos procesos enfrentan la oposición del superpoder, y "el intervencionismo no es sólo por las armas, sino a veces por la imposición de modelos económicos que tienen un objetivo de dominación hasta esfuerzos de ir más allá de una relación bilateral sana e imponer todo tipo de condiciones permanentes". Ante esto, dice, "que nos dejen tranquilos parece ser mucho pedir".

Dos misiones diplomáticas: la defensiva y la proactiva

Por eso, la diplomacia venezolana aquí incluye una misión defensiva, de responder a las críticas constantes, de "tratar de desactivar las mentiras una por una", como las acusaciones de otorgar santuario a la guerrilla colombiana, de desestabilizar al hemisferio, de incrementar las fuerzas militares, entre otras.

Pero es la misión proactiva la más innovadora. Mientras cuida no dañar sus relaciones económicas históricas con el sector privado estadunidense, particularmente en el sector energético, el gobierno venezolano ha abierto un abanico de relaciones con esta sociedad. "La lucha contra la exclusión -la pobreza- es nuestra prioridad, y nos hicimos la pregunta ¿por qué no lo hacemos con el pueblo de Estados Unidos, que también tiene problemas de pobreza y exclusión?", comenta el embajador Alvarez. "Descubrimos que el sur también existe en el norte".

Así, se impulsaron una serie de iniciativas para armar relaciones entre el sur y "el sur en el norte". La más ambiciosa fue la entrega de combustible subsidiado para calefacción a comunidades pobres en varios estados del noreste, algo que Chávez propuso en su visita al South Bronx de Nueva York. Realizado a través de la empresa estadunidense CITGO, ciento por ciento propiedad de Venezuela, la iniciativa ha beneficiado hasta la fecha a más de 200 mil familias estadunidenses, informó Alvarez.

Esa iniciativa se va a ampliar, informa, y se evalúa establecer un "fondo de desarrollo" con parte de los recursos de este proyecto para promover la cooperación económica, apoyar a las microempresas e impulsar tratos comerciales con, por ejemplo, granjeros pobres. "Con eso, no sólo ayudamos con lo del combustible, sino que se provocan cambios en estas comunidades para que también salgan de la exclusión" en Estados Unidos.

También se establecen relaciones con varios sectores en Estados Unidos. "Cada vez que salgo de Washington me encuentro con grupos de esta sociedad que también desean un nuevo mundo", afirmó. Entre ellos, agrupaciones de habla hispana "con las que compartimos intereses", de afroamericanos y más; también coincidimos en torno a temas de migración y las relaciones interamericanas, entre otros.

Recuerda que "hace tres años llegué en medio de un sabotaje petrolero, una campaña internacional contra el presidente (Chávez)" y coyunturas delicadas tanto dentro de Venezuela como en Washington. "Pensé que iba a ser muy corta mi estancia". Hubo sorpresas de todo tipo. El encuentro con gran cantidad y variedad de grupos sociales, "con raíces profundas" en las luchas de este país. Por otro lado, la sorpresa de la gran "incapacidad de entender los cambios" en el hemisferio, junto con "la arrogancia del poder".

El embajador Alvarez cuenta que cuando llegó acudió a una cita con un alto funcionario del Departamento de Estado "que me leyó la cartilla de todas las cosas malas de mi presidente", con cierta agresión, como para provocar que se levantara y se fuera. "Pero me aguanté y después le pregunté si yo podía leer mi cartilla sobre todas las cosas malas de su gobierno", lo cual comenzó a hacer, ante la obvia sorpresa del funcionario. "No estaba preparado para eso".

Con las nuevas dinámicas que se están asomando en América Latina, dijo el embajador, "lejos de ser pesimistas, estamos optimistas, ya que todo está sobre la mesa ahora mismo, y eso va a generar sorpresas".

 
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