Mediante monitores en sitios abiertos y cerrados, laboratorio capta humo de tabaco
Estudian niveles de nicotina para precisar daños al organismo
Se analiza la vía metábolica de la sustancia, que tarda de 10 a 20 segundos en llegar al cerebro, explica la química Larissa Barbosa
Instalarán aparatos en el DF, Guadalajara y Monterrey
Con minúsculos monitores cilíndricos, investigadores del Laboratorio Analítico de Compuestos de Tabaco (Lacot), adscrito al Instituto Nacional de Salud Pública, capturan el humo del cigarro en oficinas y lugares públicos para determinar los niveles de nicotina.
Este análisis -que sólo se realiza en Estados Unidos y algunos países de Europa- ha sido solicitado por dependencias gubernamentales como el Instituto Nacional de Ecología, el cual busca certificarse como edificio libre de humo de tabaco.
"Otras instituciones de gobierno, como la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), también tienen la capacidad de certificar, pero sólo hacen pruebas subjetivas", explica la química Larissa Barbosa, responsable del Lacot.
En cambio, "nosotros inspeccionamos el edificio, hacemos un análisis estadístico para determinar en qué lugares vamos a colocar los monitores y después, analizamos las muestras en laboratorio".
Características físicas
Los llamados monitores de difusión pasiva, son de forma cilíndrica, miden 4.8 centímetros de diámetro y 2.7 de altura y se arman manualmente en el laboratorio. Están compuestos por una cubierta externa de plástico (casete); una membrana que almacena partículas del ambiente diferentes a la nicotina; un filtro que contiene una solución de bisulfato de sodio, el cual captura la nicotina, una tapa protectora y un broche para sujetarlos.
La distribución de los monitores lleva tres días y depende tanto de los estudios estadísticos como del inmueble. "Por ejemplo, en edificios públicos se colocan 35, de los cuales dos son extras, por si se extravía alguno", explica Larissa Barbosa.
La especialista explica que los monitores deben permanecer una semana en los hogares y dos en edificios públicos. Además de estos lineamientos, definidos con estudios estadísticos, también se toman en cuenta los de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, institución pionera en el área y donde la científica Larissa Barbosa realizó una estancia.
Debido a que es un área de investigación nueva en el mundo, aún se realizan estudios para saber cuántos monitores deben colocarse en cada edificio o cuáles son los niveles de nicotina permitidos; sin embargo, "según la OMS no hay evidencias de un nivel de exposición seguro".
Los monitores se retiran del lugar de exposición y se llevan al laboratorio, donde son desensamblados para sacar el filtro, el cual es conservado a una temperatura de 8 grados centígrados para su posterior análisis.
"La extracción de la nicotina depositada en el filtro se efectúa en fase orgánica para posteriormente cuantificarse por cromatografía de gases." Con esta técnica, que sólo se usa en la Universidad Johns Hopkins y en México, la muestra se volatiliza y se inyecta en la cabeza de una columna cromatográfica.
El estudio de la vía metabólica de la nicotina es muy importante, ya que define las consecuencias en el organismo. Una vez dentro, tarda de 10 a 20 segundos en llegar al cerebro, donde son activadas las cascadas de eventos metabólicos a causa de que parte de la nicotina sufre una biotransformación, principalmente en hígado, la otra es eliminada por orina.
"La vida media de la nicotina es de cinco horas aproximadamente y su principal metabolito -producto de una reacción química- es la cotinina, cuya vida promedio es de 20 horas, la cual se transforma en compuestos como la hidroxicotinina que a la larga provoca cáncer."
Esta técnica de medición de nicotina también se ha probado en restaurantes, lugares abiertos y discotecas. Fue en estos últimos lugares donde se encontraron los niveles más altos, pues todos están expuestos a grandes cantidades de nicotina, sobre todo los fumadores pasivos, quienes resultan más perjudicados porque respiran el humo producido por el cigarro y el exhalado por el fumador.
Proyectos
En el Lacot, creado hace apenas un año, también se realizan análisis en muestras biológicas: orina, saliva y plasma, con el objetivo de correlacionar la cantidad de exposición al humo de tabaco, pero el estudio más solicitado es el de los monitores, ya que inclusive sirve para detectar niveles individuales de nicotina y medir esta sustancia en el interior de los autos.
En el Lacot se tienen dos proyectos: el primero se llevará a cabo -gracias a un programa apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología- en Guadalajara, Monterrey y el Distrito Federal, donde se colocarán monitores en un edificio gubernamental y siete restaurantes.
También se pretende monitorear algunas universidades privadas, así como realizar otros estudios relacionados con la exposición de los campesinos a la hoja de tabaco.