Usted está aquí: martes 16 de mayo de 2006 Economía Energía alternativa: canola y soya al rescate

SECTOR AGRICOLA

Energía alternativa: canola y soya al rescate

Ante el aumento de los precios del petróleo, los políticos e inversionistas adoptan alternativas de moda

La política gubernamental está rescatando a los biocombustibles de la oscuridad. En Montana, Hawai y Minnesota todas las gasolinas contienen 10% de etanol

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen Con los recientes avances en bioingeniería se prevé que pronto será posible convertir los productos de plantas en etanol, por ejemplo con base en los desechos de tallos y hojas de la caña de azúcar, después de haberse extraído el azúcar. En la gráfica, zafra en el estado de Jalisco Foto: La Jornada

AUSTIN, TEXAS. Durante su larga carrera en la música country, Willie Nelson siempre estuvo del lado progresista. Ahora, a sus 73 años, está a la vanguardia. Vive en un rancho a las afueras de Houston y hace funcionar su Mercedes con aceite vegetal. Incluso ha creado una línea para su mezcla de diesel de combustión limpia: BioWillie, que se distribuye en varios sitios de Texas y comienza a venderse a escala nacional. Sostiene que su mezcla beneficiará a los agricultores estadunidenses, transportistas y al medio ambiente, al mismo tiempo que reducirá la dependencia del petróleo extranjero.

Los precios del crudo, que causan estragos en Washington, hacen que todos estén a la búsqueda de alternativas. Soya, canola (colza), switchgrass (Panicum virgatum, un césped de pradera), cualquier cosa, están bajo investigación. Incluso George W. Bush, ex petrolero y devoto partidario de la industria, convocó a realizar más investigaciones en etanol y biodiesel -dos biocombustibles claves- y de manera enfática anticipó que ''el etanol remplazará a la gasolina''.

Jim Woolsey, ex jefe de la CIA y casi un neoconservacionista, señala que el desarrollo de biocombustibles redunda en favor de los intereses nacionales y que ya es hora de que Estados Unidos se aparte gradualmente del petróleo de Arabia Saudita y deje de financiar a los fanáticos wahabitas.

Por desgracia para el futuro político de Bush, una revolución de biocombustibles no sucederá a tiempo para aliviar el actual sufrimiento de los estadunidenses frente a la bomba de gasolina. Por ahora, el etanol -alcohol de ocho octanos, de combustión limpia y que deriva del maíz en EU o del azúcar en Brasil- equivale a sólo 3% del petróleo que se usa en EU, aunque los automóviles estadunidenses pueden consumir una mezcla hasta de 10% de etanol. El biodiesel se utiliza en escala aún menor.

Sin embargo, la política gubernamental está rescatando a los biocombustibles de la oscuridad. En Montana, Hawai y Minnesota todos las gasolinas contienen 10% de etanol, y el estado de Washington exige que la gasolina y el diesel contengan 2% de combustible renovable por volumen. El Congreso ha demandado que la producción, tanto de etanol como de biodiesel, se duplique para 2012. Ambas mezclas, señala Woolsey, necesitan poco en nueva infraestructura (a diferencia, dice, de los automóviles impulsados por hidrógeno). El etanol puede despacharse en las estaciones de gasolina y funciona, con limitaciones, en los automóviles actuales. Por todo EU aparecen estaciones de biodiesel, como las de BioWillie.

No todo es perfecto. Casi siempre el etanol se mezcla con combustible común, y un cambio total a una mezcla de etanol (resultado de una disposición de la ley energética del año pasado) ha contribuido a la escasez de gasolina en Texas y en otras partes. Los escépticos argumentan que dedicar cultivos al etanol requiere más gasolina de la que ahorra. Pero otros están convencidos a pesar de los problemas iniciales. ''Si tuviera que apostar 100 dólares, los apostaría a los biocombustibles'', dice Hunter Lovins, coautora de Capitalismo naturalista, y agrega que los preferiría incluso a los híbridos eléctricos y los combustibles de hidrógeno. Los inversionistas ricos están también muy animados. Richard Branson, empresario inglés que dirige el corporativo Virgin, anunció hace poco que invertiría 400 mdd en la producción de etanol.

¿Puede aumentarse la producción? Un reciente avance en bioingeniería permite suponer que pronto será posible convertir los productos de plantas en etanol. Esto resulta prometedor para el etanol de celulosa, que puede producirse a partir de ''desechos'' agrícolas, como mazorcas de maíz o maleza, muy fáciles de conseguir. (Cuando a la pulpa del maíz y a la caña de azúcar se les extrae el azúcar quedan muchísimos tallos y hojas.) La fuente más prometedora de etanol de celulosa, dicen los expertos, es el switchgrass, césped nativo de EU que crece en las llanuras de las zonas centrales y florece en el empobrecido delta del río Mississippi.

Hasta ahora el biodiesel es una pequeña empresa. Sus plantas requieren menos capital que las de etanol. Aunque crece rápido -sus ventas se triplicaron y llegaron a 285 millones de litros entre 2004 y 2005-, es todavía una gota en la cisterna de 228 mil millones de litros que los estadunidenses consumen cada año. Muchos de los productos están hechos de soya, y Jeff Plowman, de Austin Biofuels, pequeña empresa recién fundada, señala que por primera vez las acciones de la soya están alcanzando el precio del aceite comestible. En Texas, Plowman ve también potencial al aceite de semilla de algodón, derivado de la producción algodonera. En algunas partes se plantea incluso producir biodiesel de estiércol de cerdo.

Algunas dificultades contienen el entusiasmo. En Minnesota, una disposición que exige que el 2% del diesel sea de soya fue suspendida el año pasado cuando los transportistas comenzaron a quejarse de que los filtros se atascaban. Pero se restableció muy pronto.

¿Podrían los biocombustibles, además de disminuir el deterioro del ambiente y de las carteras, contribuir a salvar las granjas estadunidenses? Algunos políticos sueñan con eso, sobre todo en el medio oeste, donde se concentra la producción de etanol y biodiesel. El gobernador demócrata de Montana, Brian Schweitzer, que utiliza biodiesel (hecho, por cierto, de canola) en su Volkswagen Jetta, rebosa de optimismo por una tecnología que ''impulsará al sector rural de EU''. Señala que EU exporta grandes cantidades de trigo, soya y maíz y habla de ''convertir esas hectáreas de exportación en biocombustibles''. Cuando, en 2007, se debata la ley agrícola, Schweitzer espera ''una visión que ayude a que los agricultores estadunidenses produzcan de nuevo su propia energía en sus granjas''. Esta ''visión'' incluiría un seguro agrícola federal para los agricultores que cultiven canola, azafrán y camelina, poniéndolos al nivel del trigo y de la soya.

La idea de que los agricultores estadunidenses desafíen la marea capitalista para cultivar su propio combustible es un delirio de grandeza. Sin embargo, Schweitzer tiene razón cuando dice que el Congreso tiene algunas decisiones importantes que tomar en relación con los biocombustibles. ¿En qué medida, si así fuera, debe el gobierno subsidiar a esta naciente industria? A la fecha ya ha recibido mucha ayuda. Los productores de etanol obtuvieron un crédito fiscal de 13 centavos por litro, la mayor parte en beneficio de gigantes de la industria como Archer Daniels Midland. Hay también un impuesto de 14 centavos por litro sobre importaciones de etanol de Brasil. Empezando con la eliminación de ese impuesto, el Congreso necesita repensar sus erróneas políticas energéticas. Nathanael Green, del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales, sostiene que el paso más importante del gobierno federal debería ser avalar un préstamo para crear la primera planta de etanol a partir de celulosa, la cual podría construirse en Idaho.

Si los biocombustibles tienen éxito, ambientalistas y políticos no podrán descansar. Green enfatiza que los biocombustibles ''no son un bala de plata''. Su organización sostiene que aunque la producción estadunidense podría aumentar a 380 mil millones de litros de biocombustibles en 2050, esos cambios necesitan combinarse con una mejoría en la eficiencia de los combustibles y una adecuada planeación urbana. (Los ambientalistas también se preocupan por los pesticidas involucrados en el gran avance de la agricultura estadunidense). Vehículos de mayor versatilidad, que puedan usar 85% de etanol mezclado con gasolina, serían más viables. En esta materia, el resto del mundo ha comenzado el camino.

FUENTE: EIU/INFO-E

 
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