Usted está aquí: lunes 15 de mayo de 2006 Deportes Los toros

José Cueli

Los toros

Los toros de Victoriano del Río llegaron a la monumental Plaza de las Ventas en calle madrileña de Alcalá, en la segunda corrida de la Feria de San Isidro, la más importante del mundillo taurino, y regresaron la emoción al ruedo. Los toros como los protagonistas del espectáculo.

Un primer burel de encastada nobleza con todo lo que debe tener un toro bravo. Presencia, trapío, galope, arrancaba a todo lo que se movía. El auténtico toro que transmitía su fuerza al coso todo. Bravo con los caballos, llegó entero a la muleta, pidiendo guerra.

Fue una pena que durante el transcurso de la lidia se soltara un vendaval. Sabrá Dios si para fortuna o desgracia de su matador, Luis Encabo, que pasó sin pena ni gloria. Se trató de desquitar en su segundo enemigo, más noblote y al que con su fino toreo, le cuajó algunos pases, mas no la faena que pedía el toro.

César Jiménez salió a hombros por la puerta grande, gracias a que cortó una oreja a cada uno de sus toros, al emocionar a los madrileños con sus redondos de rodillas. De cualquier forma sus faenas estuvieron por abajo de la encastada nobleza de sus enemigos.

Y si en Madrid la emoción llegó al ruedo con los toros de Victoriano del Río, en la Plaza México llegaron los toros de La Cardenilla y con su sola presencia la emoción llegó al ruedo, en el inicio de la minitemporada del toro con nueva administración.

Pero a diferencia de los astados de don Victoriano, sólo tenían presencia -la mayoría fueron aplaudidos de salida- no la casta que define al toro bravo; se salvó el sexto de la tarde que embistió con emotividad y le permitió salir triunfador a Ismael Rodríguez que puede caminar en el difícil arte taurino.

 
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