La huella del movimiento
Mucho se ha escrito los días recientes en torno de Sigmund Freud y su obra con motivo del 150 aniversario de su natalicio. Algunos artículos en favor, otros en contra, a veces inclusive poco documentados y muy viscerales. De entre todo lo leído quisiera destacar el editorial de El País, que me parece compendia conocimiento, objetividad y muy buen juicio crítico. Sobre todo coloca el acento en un tema que nadie había tocado y que parece estar operando como un punto ciego entre un amplio sector de profesionales: sicoanalistas, siquiatras y médicos.
Dicha reflexión es asimismo interesante para ser pensada por sociólogos y humanistas. El texto al que aludo menciona con gran acierto lo siguiente: ''Hasta el final del siglo XIX se atribuían las enfermedades mentales a deficiencias orgánicas en la estructura cerebral. No había prendido todavía la corriente que comenzó a pensar los conflictos como efecto de enredos anidados en zonas oscuras e inconscientes del espíritu, y cuya formación habría tenido especialmente lugar en las etapas de la infancia, según culminó Freud".
También hace referencia a las críticas y ataques encarnizados que han sufrido la figura de Freud y su obra. Sin embargo, resulta innegable y concuerdo totalmente con ello, en que arte, literatura, sociología‚ historia, política y el ser humano mismo han podido ser comprendidos e interpretados de manera más profunda, gracias a las teorizaciones freudianas.
Se viene hablando de la crisis del sicoanálisis y hay quienes hasta vaticinan la supuesta muerte de éste. Inclusive entre algunos sicoanalistas se dice que la obra de Freud es obsoleta y que debería prácticamente desaparecer de los programas de enseñanza del sicoanálisis. Esto es alarmante y refleja un desconocimiento de la veta que aún tiene por explorar (vía una verdadera exégesis) la obra freudiana.
Claro que para llegar a una mejor comprensión y repensar la teoría freudiana hay que realizar un tenaz esfuerzo y poner a ''dialogar" a Freud con la filosofía, la literatura y la poesía. Pienso por ejemplo en Heidegger, Derrida, Cervantes, Proust, Musil, Celan, Pavese, Cioran, Bataille, Blanchot y un larguísimo etcétera.
La clínica sicoanalítica, y soy un convencido de ello, se enriquece no sólo mediante las nuevas teorizaciones propias de nuestro campo, sino con toda lectura relacionada con lo humano y sus vicisitudes. Lejos de la estrecha y pesimista visión de un sicoanálisis desfalleciente, veo otros horizontes para nuestra disciplina. Creo que el sicoanálisis sigue vivo y palpitante; su huella, como las huellas mnemónicas del inconsciente, sigue en constante movimiento, y coincido con el lúcido y agudo comentario del escrito que vengo comentando.
Cito: ''En los últimos 10 años, el sicoanálisis, más o menos corregido por otras escuelas, ha ido creciendo porque, seguramente, tras la abusiva aplicación de terapias exprés y sicofármacos a granel, una parte de los pacientes ha confiado en la profundidad de un método que se apoya en el habla; que intenta, en suma, prestar atención a los conflictos mediante la extroversión y hacerlos notorios para quienes han de tratar directamente con ellos. ¿Podría imaginarse un trato más voluntariamente humano y una cura, gracias al habla, más acorde, una teoría, con el supremo bien de la comunicación?"
Es innegable el avance de las neurociencias y la necesidad del empleo de sicofármacos en casos de sicopatología de base orgánica demostrada pero, asimismo, resulta innegable el beneficio del sicoanálisis en la rescrituración del texto inconsciente para mitigar el sufrimiento y la restricción vital del individuo.
La elaboración de los duelos, los traumas y los conflictos síquicos necesita tiempo, y esto resulta imprescindible, si lo que se pretende es lograr verdaderos y duraderos cambios estructurales.