TARAA
Esquema que incrementa tiempo y calidad de vida
*Este potente tratamiento puede originar una respuesta inflamatoria generalmente
transitoria.
En el Hospital de Infectología del Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS), en el Centro Médico Nacional La Raza, con el tratamiento antirretroviral
altamente activo (TARAA) se ha logrado una sobrevida de quince y hasta más
años en personas con VIH/sida, con una mejor calidad de vida, al
grado de que se han incorporado a sus actividades sociales y productivas,
y tienen
menor riesgo de sufrir infecciones recurrentes.
“Este tratamiento es benéfico inclusive para pacientes desahuciados,
aunque en éstos la respuesta no es tan rápida y espectacular,
pero al menos les mejora la calidad de vida”, señaló la
médica Rocío Torres Ibarra, adscrita al Servicio de Adultos
de ese nosocomio en el que el noventa por ciento de los pacientes con VIH/sida
se manejan con el TARAA. El diez por ciento restante no lo requiere.
Con el VIH se altera el número y función de las defensas,
conocidas como linfocitos CD4+, que son los que previenen las infecciones,
por lo que
al destruirse, el paciente queda propenso a sufrir procesos infecciosos
de todo tipo.
Rocío Torres dijo que aproximadamente entre 20 y 25 por ciento de
los pacientes con linfocitos CD4+ bajos que inician el TARAA presentan el
síndrome de reconstitución inmune (SRI), el cual se origina
al incrementarse la cifra de esos linfocitos, pues se mejora la función
inmune, lo que produce molestos síntomas en diversos órganos
ya afectados por alguna infección oportunista que hasta entonces no
se había manifestado.
Cuando el tratamiento antirretroviral se inicia en pacientes con una
infección
oportunista sin síntomas, por el daño al sistema inmunológico,
al mejorar éste se tiene una respuesta inflamatoria. A la diversidad
de los órganos comprometidos por esa infección se debe la gran
gama de signos y síntomas que pueden presentarse.
Con el SRI se registra la paradoja de que el paciente se deteriora clínicamente
pero mejoran sus defensas, al elevarse los niveles de linfocitos CD4+ y disminuir
la carga viral, como se comprueba en exámenes de laboratorio.
Torres Ibarra añadió que existen dos situaciones en las que
se puede presentar este síndrome: una es cuando el tratamiento antirretroviral
se inicia en pacientes que cursaban con una infección oportunista
sin síntomas por el daño al sistema inmunológico, por
lo que al mejorar el sistema inmune se tiene una respuesta inflamatoria de
la infección previamente existente.
La otra situación, prosiguió, es la de pacientes estables
que requieren profilaxis primaria. En algunos con infecciones oportunistas
activas
se suspende el tratamiento antirretroviral por un periodo de una a tres
semanas.
Es necesario considerar, precisó la doctora Torres Ibarra, la posibilidad
de suspender el tratamiento antirretroviral, sin embargo en la mayor parte
de los casos se prefiere continuarlo si el conteo de linfocitos CD4+ está por
debajo de 100 células/ml o si el SRI se presenta varios meses después
de haber iniciado el tratamiento antirretroviral.
El SRI por lo general se presenta entre cuatro a ocho semanas después
del inicio del TARAA. Dentro de las infecciones más frecuentes sobresalen
la tuberculosis con afección en cualquier órgano; el pneumocystis
carinii, que compromete los pulmones; algunos tipos de hongos como histoplasma
o cryptococo; y algunos virus como el citomegalovirus, que puede afectar
a cualquier órgano. Por fortuna, en general es adecuada la respuesta
a las diferentes infecciones oportunistas y una vez superado este episodio,
la regulación de las defensas del paciente tiende a normalizarse.
Es de suma importancia que al iniciar el TARAA, el paciente esté consciente
de que existe la posibilidad de que se presente el síndrome, por lo
que ante cualquier signo o síntoma deberá acudir a su médico,
a fin de adoptar las medidas preventivas ya que puede ser el inicio de
complicaciones mayores.
Torres Ibarra comentó que una vez resuelto el SRI es importante no
suspender el tratamiento antirretroviral, el cual es de por vida, toda vez
que el VIH es una enfermedad crónica, al igual que la diabetes o la
hipertensión.
“Este tratamiento debe ser continuo aunque en algún momento se tiene
que cambiar el esquema porque dejó de ser efectivo en la supresión
viral o el paciente no soporta los efectos secundarios. Para ello se
dispone de un arsenal terapéutico muy amplio que permite sustituir
los medicamentos”,
subrayó.
La especialista en VIH agregó que hasta 98 por ciento de los pacientes
con el TARAA tienen mayor sobrevida y mejor calidad de vida pues se apegan
al tratamiento y toman sus medicamentos como se les indica, ya que de lo
contrario el virus se vuelve resistente. El dos por ciento restante presenta
una resistencia natural, aún sin haber recibido ningún tipo
de tratamiento. La efectividad del tratamiento depende de la oportunidad
del diagnóstico y del inicio de la medicación, de la edad del
paciente y de las enfermedades subyacentes que tenga, por ejemplo diabetes,
hipertensión arterial, triglicéridos y colesterol altos
en sangre y males cardiovasculares.
La doctora Torres Ibarra expresó que con hechos se confirma, una vez
más, que el Hospital de Infectología se mantiene a la vanguardia
de la atención a pacientes con VIH/sida, gracias a la calidad humana
y profesional de su personal y al esfuerzo económico del IMSS para
tener los esquemas de tratamiento más novedosos que con dosis
menores producen menos efectos colaterales.
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