Enviar
Imprimir
Jueves 4 de mayo de 2006
El artista pide explicación por el retiro de vigilancia del museo
Denuncia Toledo acto del gobierno de Oaxaca en perjuicio del IAGO
Sin explicación alguna, el gobierno del estado de Oaxaca retiró desde ayer la vigilancia policial del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), espacio cultural abierto en 1988 por el pintor Francisco Toledo.
Esta decisión, denunció el artista juchiteco, ''enturbia el aire de la vida de nuestra comunidad, así como la de sus proyectos culturales".
Resultó imposible, por otra parte, obtener la versión de las autoridades locales en torno de este hecho, toda vez que el responsable del área de Comunicación Social, Paulo Tapia, según dijo personal de la dependencia, no se encontraba en su oficina cuando se le hicieron varias llamadas telefónicas realizadas por La Jornada en el transcurso de la tarde y hasta el cierre de edición, ni respondió a los recados que se le dejaron.
Mediante una carta dirigida a la opinión pública, Toledo expuso que, desde su primer día de actividades, el IAGO recibió muestras de simpatía y apoyo de parte de la sociedad civil, la iniciativa privada y los gobiernos federal, estatal y municipal.
Y subrayó que la asociación civil impulsora de este proyecto, la José F. Gómez, contra viento y marea, ''en las buenas y en las malas", no ha dejado de multiplicar sus esfuerzos ni de convocar nuevos estímulos para seguir ofreciendo al pueblo de Oaxaca ''una opción cultural viable y atractiva, abierta y tolerante".
Sin embargo, el pintor mencionó que el gobierno estatal notificó el pasado martes al IAGO el retiro de la vigilancia policial, ''sin mediar documento alguno" y en forma ''contraria" al espíritu de colaboración con las autoridades.
El también grabador y escultor dijo que está ''abierto a la posibilidad" de esperar la información de la instancia correspondiente sobre las razones de esa determinación, ''esperando llegar a una solución satisfactoria para todos".
El IAGO, fundado además de Toledo por el gobierno estatal y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), tiene su sede en una casa del siglo XVIII situada frente al antiguo convento de Santo Domingo.
La casa funciona como museo-biblioteca y fue donada al INBA por la familia Toledo, con el propósito de crear un espacio idóneo para difundir el arte y exhibir la colección gráfica que el maestro Francisco Toledo comenzaba a formar.
