Usted está aquí: viernes 21 de abril de 2006 Opinión Política es cultura

José Cueli

Política es cultura

A prácticamente dos meses de las elecciones, los ciudadanos estamos inmersos en una maraña de sentimientos, oscilando entre confusión, desconcierto, preocupación extrema, irritación e incertidumbre. El panorama se percibe amenazante y enrarecido. En lugar de propuestas concretas sólo vemos, hasta el hartazgo, invectivas, agresión y descalificaciones con matices de agresión extrema entre los candidatos.

¿Es así como los partidos políticos piensan obtener votos? ¿Es así como se puede intentar constituir un Estado democrático? ¿Es por esta vía que podrá salvarse una nación desbordada por una severa problemática a todos los niveles?

En diálogo con Osvaldo Ferrari, Jorge Luis Borges decía que ''la única salvación que tenemos es la cultura" y que ''la cultura no se entiende sin la ética" Después agregaba que ''la ética es algo que sentimos cada vez que obramos".

Entre tanta agresión y descalificación en las campañas electorales y asfixiados y aturdidos por los medios de comunicación, intentamos, todavía, no perder la esperanza de que algo de cordura emerja en el panorama nacional.

Borges brinda una luz, una guía, un mesurado y sabio consejo. Y cabe enlazar aquí con otras brillantes y oportunas palabras pronunciadas recientemente por Juan Ramón de la Fuente, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, en Guadalajara, en el contexto de la Cátedra Julio Cortázar.

La conferencia atrae desde el título: Educación y cultura como palancas del desarrollo. Y abre el tema con el foco bien puesto en el centro: ''(...) el tema del cual me ocuparé es toral para entender los problemas que nos agobian, y común a los anhelos de superación que nos unen". Continúa diciendo: ''las causas que nos impiden avanzar por los senderos del desarrollo no sólo con crecimiento, como tanto se ha dicho, sino sobre todo con equidad y justicia".

Citando a Cortázar, Vasconcelos, Pellicer y Cosío Villegas, y enlazándolos a su propia línea de pensamiento, De la Fuente logra movernos y conmovernos, despertando en nosotros cierta esperanza sobre el futuro del país cuando dice: ''Nada es tan cierto como valernos de nuestra literatura para conocernos mejor en muy diversos planos. ¿O qué, acaso no requieren de Pedro Páramo o de La muerte de Artemio Cruz la conformación y la confirmación de eso que llamamos los mexicanos nuestra identidad? Los creadores y su público configuran una sola imagen de trascendentes consecuencias". Más adelante agrega, evocando al Gran Cronopio, que ''la cultura representa para él (Cortázar) una manera directa de explorar lo que nos ocurre, de interrogar sobre las causas por las cuales nos ocurre y, en no pocas ocasiones, de ayudarnos a encontrar caminos que nos permitan seguir adelante".

De la Fuente nos recuerda unas palabras de Justo Sierra pronunciadas con motivo de la inauguración de la Universidad Nacional de México en 1910 y que resultan, a casi un siglo de distancia, de sorprendente vigencia: ''Todo problema, ya social, ya político, tomando estos vocablos en sus más amplias acepciones, implica necesariamente un problema pedagógico, un problema de educación. Porque ser fuerte es, para los individuos, resumir su desarrollo integral: físico, intelectual, ético y estético, en la determinación de su carácter".

La conferencia dictada por De la Fuente merece ser leída y releída, pero sobre todo reflexionada con profundidad, porque está llena de elementos esenciales: mesura, conocimientos sólidos del tema, experiencia y hondura. Nos sitúa ante la realidad sin maquillaje y muestra la gravedad de la situación pero con gran virtud (escasa en estos días) de dar planteamientos claros de la problemática y soluciones posibles que actúen desde la raíz del problema.

 
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