Editorial

Vacío de poder en el gobierno de Fox

A menos de un año del relevo presidencial, son frecuentes los incidentes de ingobernabilidad e inestabilidad social. Sin embargo, el presidente Vicente Fox ha preferido no atender sus compromisos de gobierno y dedicarse de lleno a la campaña presidencial, cuyo principal objetivo es que su partido, Acción Nacional (PAN), conserve el poder, para lo cual no ha dudado en atacar a los rivales del aspirante panista, Felipe Calderón. Esta actitud ha permitido que los signos de ingobernabilidad e inestabilidad social se multipliquen en el país.

Ayer jueves fue una jornada marcada por graves sucesos: en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, efectivos policiacos federales, apoyados por elementos de la policía estatal, recibieron la orden de desalojar la siderúrgica Sicartsa, operativo que tuvo un saldo de dos muertos y al menos 80 heridos.

La planta fue cerrada por mineros el pasado 2 de abril, luego de decretar un paro indefinido para negociar su contrato colectivo de trabajo y en rechazo a la injerencia del gobierno del presidente Fox en la vida del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana.

Esa intromisión se refiere al desconocimiento por parte de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social de Napoleón Gómez Urrutia como líder del sindicato. El paro fue declarado ilegal por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje al considerar que no hubo un emplazamiento a huelga para la fecha antes citada, por lo que se trata, según la dependencia, de un "paro loco" sin sustento legal.

Por otra parte, en Acapulco las autoridades descubrieron los cadáveres decapitados de un jefe y un agente policiacos, crímenes que se atribuyen al narcotráfico. Mientras, el empresario Kamel Nacif Borge, implicado en la intriga contra la periodista Lydia Cacho, viajó con toda libertad a La Habana, Cuba, según él para hacer nuevos negocios.

Estos acontecimientos hablan de un vacío de poder y una grave incapacidad del gobierno para manejar casi cualquiera de los problemas sociales cada vez más comunes en todo el país: cuando no es un ataque del narcotráfico es un conflicto sindical, o un caso de corrupción en altos niveles del gobierno.

Este caudal de incidentes se debe, en parte, a la persistente actitud del Presidente de hacer campaña electoral en favor de Felipe Calderón y de atacar a los rivales del aspirante panista en la carrera presidencial, en especial al de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, todo lo cual ocurre en detrimento de lo que deberían ser sus responsabilidades de mandatario, como atender los focos rojos en materia sindical y de seguridad, entre otros.

Este abandono también explica por qué se dan actos de represión como el ocurrido en Lázaro Cárdenas: al parecer, la agresión es la única forma de resolver conflictos. Peor aún, actualmente no hay ningún funcionario que pueda asumir cabalmente y con sentido de la justicia las negociaciones con los sectores inconformes, como el caso de los mineros, lo que pone en evidencia el fracaso de Carlos Abascal Carranza al frente de la Secretaría de Gobernación y de Francisco Javier Salazar Sáenz como titular del Trabajo. En tal contexto, los exhortos al diálogo son tan sólo palabras al aire.

En consecuencia, este activismo del mandatario está, en cierto grado, detrás del enfrentamiento del gobierno con el sindicato minero, y explica también por qué en esta disputa las autoridades se enfocaron en el tema de la dirigencia de dicho gremio en vez de analizar las peligrosas condiciones laborales a las que se enfrentan los mineros, y la negligencia de empresas y autoridades en atender las necesidades de los trabajadores, lo que hubiera permitido atajar el conflicto desde su origen.