Usted está aquí: martes 18 de abril de 2006 Política ''El gobierno de EU unió a los latinos al llamarlos criminales''

La Patrulla Samaritana, en Arizona, ha sido perseguida por socorrer a los migrantes

''El gobierno de EU unió a los latinos al llamarlos criminales''

Es maravilloso y sobrecogedor ver las manifestaciones; fue asombroso que se organizaran tan rápido, señala la voluntaria Kathryn Ferguson

Pertenece a la organización No Más Muertes

TANIA MOLINA RAMIREZ

Kathryn Ferguson anda por las calles de la ciudad de México, mira los rostros de quienes se cruzan en su camino y no puede evitar preguntarse si algún día se topará con una de estas personas en el desierto de Arizona.

Ella es voluntaria de la Patrulla Samaritana, dedicada a socorrer a los migrantes en el desierto. Actividad criminal, según el proyecto de ley del representante James Sensenbrenner, en protesta del cual han salido a la calle cientos de miles de personas en Estados Unidos durante las semanas recientes.

Aunque todavía no sea ley, ya se ha puesto en práctica: en julio de 2005, Daniel Strauss y Shanti Seliz, compañeros de Ferguson, de la organización No Más Muertes, fueron encarcelados por llevar a tres migrantes deshidratados a una clínica. Aún no han sido sentenciados.

Ferguson estuvo en el Distrito Federal, invitada por el Festival Internacional de Cine Contemporáneo para la presentación del documental Crossing Arizona (dirigido por Daniel DeVivo), en el cual se habla sobre la labor de la asociación.

La Jornada conversó con Ferguson, profesora de danza árabe y también dedicada a realizar documentales. Actualmente busca completar los fondos para un documental basado en la obra de Víctor Hugo Rascón Banda La mujer que cayó del cielo.

Cuando la conversación tuvo lugar aún no había salido la gente a la calle. Ahora La Jornada buscó a Ferguson para que opinara al respecto, y esto contestó: "Las manifestaciones son maravillosas. Es sobrecogedor. Es asombroso que las marchas se organizaran tan rápido, con tanta gente y tan distinta: trabajadores, estudiantes, comerciantes, familias, abuelas empujando carriolas. El gobierno estadunidense finalmente logró unir a los latinos al llamarlos criminales. Eso no lo soportaron".

"Tienen la valentía de seguir viniendo"

La Patrulla Samaritana nació en 2002, en Tucson, a partir de la preocupación de un grupo de ciudadanos, sobre todo agrupaciones religiosas (católicos, cristianos, judíos, entre otros), por el creciente número de muertes en Arizona.

Su labor es sencilla y vital. Por la mañana, cuatro o cinco samaritanos -entre ellos siempre hay un doctor o enfermero y un hispanoparlante- se reúnen a las 6 de la mañana y parten rumbo al desierto en uno de los desvencijados vehículos donados a la organización por médicos.

Recorren las carreteras, se meten en los caminos de terracería, en busca de migrantes que requieran ayuda. Se estacionan y cubren a pie los senderos usados por los mexicanos y centroamericanos. Van gritando, "¡Hola! ¡Somos samaritanos! ¡Tenemos agua, comida, atención médica, venimos a ayudar, somos de la iglesia, si necesitas algo..."

Hay días en que no encuentran una sola persona. Y no es que no las haya. "Podrían estar a tres metros, escondidas en los arbustos, y no las ves", explica Ferguson. En otras ocasiones se topan con grupos de 30, hasta 70 personas.

Lo primero que hacen al encontrarse con migrantes es identificarse: "Por favor no tengan miedo, somos samaritanos, estamos aquí para ayudarlos, tenemos comida y agua, ¿hay alguien que se sienta mal?"

Pero, dice Ferguson, por lo general lo primero que los migrantes piden es un raid. "Viajaron desde Guatemala para llegar hasta aquí y nosotros tenemos que decir lo sentimos, no podemos llevarlos. Se me parte el corazón: están agotados, sucios, y todo lo que quieren es un raid..."

Muchas veces no comprenden por qué no los llevan: "Por la deshidratación, deliran; no pueden creerlo: he aquí una persona amable y no me va a ayudar..."

Los samaritanos hacen lo que pueden, lo vital: darles agua y comida, alimentos como galletas saladas y crema de cacahuate. En el desierto el cuerpo necesita sal y carbohidratos, y algo de azúcar, "como un poco de fruta enlatada, aunque la Patrulla Fronteriza no nos permite dejarles latas que tengan abridor metálico, porque dicen que es un arma.

"Todo mundo se deshidrata después de caminar unas horas en el desierto. Crecí aquí y sé que si una persona no tiene suficiente agua, el cuerpo rápidamente trata de hidratar las zonas cruciales. O sea que las extremidades comienzan a funcionar mal. Vemos a tanta gente que no puede caminar porque los músculos de las piernas se engarrotan. Los riñones comienzan a fallar y muchas veces se quedan dañados aún después de hidratarse", explica.

A veces están tan enfermos que sólo les pueden dar unas gotas de agua. "También tenemos que tener cuidado porque hemos encontrado muchas personas con diabetes y no lo saben, y están realmente enfermas."

En una ocasión, cuenta, se encontraron a un migrante de 16 años que vomitaba, tenía los ojos rojos, profundas llagas en los pies. El joven les dijo que tenía diabetes, estaba a punto de entrar en coma. Llegó la Patrulla Fronteriza, Ferguson le dijo al agente que llevaría al enfermo al hospital, y que él la siguiera. El agente estuvo de acuerdo. Lo reportó a su superior, pero éste no lo permitió. Esperaron dos horas a que llegara alguien con entrenamiento médico.

Los samaritanos cargan un equipo médico básico para emergencias, pero "si están seriamente enfermos no hay nada que puedas cargar, tenemos que llevarlos al hospital, y por eso arrestaron a mis amigos", dice la voluntaria.

"Ahora nos arriesgamos cuando los llevamos al hospital. Durante cuatro años no tuvimos problemas mayores con la Patrulla Fronteriza, pero (en la actual administración) los agentes tienen la orden de arrestarnos", explica Ferguson.

Presencia de maras, un mito

No Más Muertes, la organización a la que pertenecen los jóvenes que fueron aprehendidos, aglutina a varios grupos en Arizona, entre ellos la Patrulla Samaritana.

-¿Y los polleros qué dicen cuando llegan ustedes ofreciendo ayuda?

-Sólo una vez me asusté con ellos. Algunos son buenos, cuidan de la gente, son el primo de alguien, son listos, conocen el desierto. En fin, algunos son malos, otros son buenos.

En cambio, dice, hay agentes de la Patrulla Fronteriza que no conocen el desierto: "Mi peor pesadilla sería estar perdida en el desierto con un agente de la Border Patrol". Y es que, dice, a la mayoría los cambian cada 30 días.

Entre los agentes también hay de todo: algunos son violentos, otros procuran tratar bien a los migrantes.

Ferguson explica que cuando oscurece dejan de patrullar: es difícil encontrar a alguien y se vuelve muy peligroso. "La gente anda armada, los agentes de la Patrulla Fronteriza andan más ciscados, hay pandillas de mexicanos y estadunidenses, asaltan, violan a los migrantes."

-¿Hay maras?

-No. Ese es un mito. Hasta el momento ningún migrante nos ha descrito a un mara (entre los asaltantes). La Patrulla Fronteriza dice que hay porque no quiere a nadie por ahí. Aquello es una pequeña guerra: es una zona militarizada con helicópteros, aviones a control remoto, humvees, motocicletas, policía montada, muchos a pie... más de los que puedes contar...

Una guerra de la cual, dice Ferguson, todos son culpables: México "los deja ir con gusto.

"Nosotros queremos a los migrantes por su mano de obra barata, ayudan a nuestra economía, les descuentan el dinero del seguro social, pero nunca lo recogen porque son indocumentados. Así que no sólo son mano de obra barata, también regresan miles de millones de dólares al sistema de seguridad social.

"Somos unos hipócritas: intentamos frenarlos en la frontera, los arrestamos, los maltratamos y los golpeamos y los enviamos de regreso, y aun así tienen la valentía de seguir viniendo", concluye la samaritana.

 
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