El Bosco supo captar la fragilidad del placer
El artista y grabador holandés, El Bosco (1455-1516), conocido también como ''el pintor del diablo'', es una de las figuras más interesantes de la pintura flamenca de los siglos XV y XVI, que mostró preocupación por la proclividad del hombre hacia el pecado, el desafío a Dios, así como la condena eterna de las almas perdidas en el infierno.
El artista critica los vicios que degradan la condición humana. Su visión del mundo y del hombre es pesimista, pues para él la humanidad está marcada desde el pecado de Adán y Eva. Sus fuentes fueron los grabados extranjeros, bestiarios medievales, leyendas y textos de la época.
La condenación eterna, la muerte y el temor están presentes en todos sus cuadros. El jardín de las delicias, uno de sus lienzos que se encuentra en el Museo del Prado, de España, ilustra el peor de todos los pecados: la lujuria.
En el panel izquierdo de su tríptico aparece el paraíso, lugar que habitó el hombre hasta que pecó y perdió la gracia. En el cuadro pintó animales fantásticos, como el unicornio, la jirafa o criaturas imaginarias, como el ave de tres cabezas, junto al estanque. Ahí se observa el árbol de la fruta prohibida, con una serpiente enroscada en su tronco.
En un nivel inferior al hombre; los animales se alimentan los unos de los otros. Uno de los enigmas de este cuadro se centra en la cabeza de un hombre, con rostro exagerado que podría ser el demonio; se encuentra oculto y al acecho.
En el panel central está el jardín de la lujuria, y en él El Bosco utiliza las fresas como símbolo de placer de la carne. En la Edad Media coger frutas equivalía a tener comercio carnal.
En este panel central aparece Adán vestido y Eva en la entrada de una cueva, donde se retiran tras perder la gracia.
El Bosco muestra muchos símbolos, los filamentos de las rocas tienen forma de órganos sexuales, así como los arroyos y las cuatro esquinas de la sierra. El barco de Venus; el baño de mujeres rodeadas de jinetes. En la Edad Media montar a caballo era una metáfora sexual y el baño de Venus era como decir que se estaba enamorado.
En la tercera parte vemos el desenlace, la consecuencia última del pecado. El fuego y el azufre, el cuchillo fálico con dos orejas, un jinete con un huevo en la cabeza, que simboliza la fragilidad del placer.
El artista también plasmó visiones truculentas, fantásticas e infernales como los dragones, cuadrillas de demonios, así como otros símbolos del amor y la lujuria, representados en gigantescos instrumentos musicales.
Captó la debilidad humana, el engaño y las tentaciones. Ilustró los males de su tiempo: ausencia de moral, ignorancia, enfermedades, epidemias, guerras y la peste.
El Bosco, Roger H. Marjinissen; editorial Electa España; precio de lista: 799 pesos. Otros títulos: El Bosco. La obra completa de pintura, de Walter Bosing, y El Bosco, de Juan Ramón Triado Tur.
Fabiola Palapa Quijas