La norteña hizo gala de cachondez, "total, aquí no hay censura como en la tele", dijo

Cautivan Manzanero y Zabaleta en su primer concierto en el Lunario

Temas clásicos con modernos arreglos, refrendaron el cariño del público hacia el maestro

ARTURO CRUZ BARCENAS

En una noche de sabiduría sentimental, romántica, y plena de sensualidad femenina, el tiempo se hizo corto, los espacios se cerraron y los corazones latieron más aprisa, con las voces de Armando Manzanero y Susana Zabaleta, en el espectáculo De la A a la Z, en el Lunario del Auditorio Nacional, con lleno total.

El pasado jueves, los cantantes oriundos de Yucatán y Coahuila, respectivamente, ofrecieron el primero de dos conciertos (hoy se presentarán de nuevo), y demostraron con sus canciones y "subtextos" (como llamó Zabaleta a los mensajes que subyacen en los temas del maestro de Mérida) que el amor, la relación de pareja, nunca es plano, sino profundo y puede ser eterno.

A las 10 de la noche entró al escenario Manzanero y un aplauso lo recibió cálidamente. La orquesta, con una línea de metales, se escuchaba diáfana. Los arreglos son modernos y hacen oír actuales los viejos temas de un compositor que se ha renovado de acuerdo con la década que vive.

Luego de Aquel señor, Armando dejó caer suavemente una serie de éxitos que otras voces han hecho famosas, como No sé tú, que catapultó aún más la carrera de Luis Miguel. Nada personal, también de distanciamiento, de ese momento de una pareja cuando la luz se ha apagado y uno es extraño al otro, para siempre. Somos novios, la alegría, la felicidad, cuando el tiempo parece alargarse si no se está con ese ser que es la química perfecta, la fisis erótica.

Voy a apagar la luz, el cual refiere la creación de una atmósfera para que la mente sólo se ocupe en lo fundamental, sin interferencias visuales.

La orquesta se arranca con un danzón, El bolero, que suena a sol y brisa, a la vez. Algunos en sus asientos llevan el ritmo con los pies, otros con las manos, por allá con movimientos de cabeza. Manzanero luce vestido de blanco, como su blanca Mérida. Recomienda comprar un paquete turístico para viajar y pasarla a gusto allá.

"Siempre quise escribir música tropical -agregó-, pero mi padre siempre me decía 'cómo, si un yucateco siempre es romántico'".

Llega el momento de Susana, de quien Armando dice que "es una de las señoras más sumisas, con una forma de vestir recatada", lo cual provoca risas. "Me recuerda a mi madre que era muy buena, y a ella, a Susana, que qué buena está".

Para enfatizar lo dicho, Zabaleta entra despampanante, enfundada en un vestido color turquesa que le marca el talle, las caderas. El escote, como canta Raphael, es un provocación a la vista y a todos los demás sentidos.

Comienza con Bésame mucho, de Consuelo Velázquez. Es la cachondez. Se contonea. "Total, aquí no hay censura como en la tele". El pelo le cae sobre los hombros. Su mano izquierda se desliza sobre sus nalgas. Y allá van las miradas. "¿Quién no ha llorado?", pregunta.

Sigue con Hablando de la noche: "Estoy tocando fondo en esta madrugada..." El vestido abierto deja ver la pierna derecha. Habla del amor y el desamor entre amigas. Tú me acostumbraste, a su manera, erótica. Invita a sesear. Ssssss. Es inevitable, al verla contonearse, imaginar, poner a trabajar el cerebro. Va con Mala, irónica, pero sincera. "¿Qué es el amor? Medio pariente del dolor. ¿Creen que hay maldad en mí?" Un grito, de Denisse de Kalafe, se escucha: "¡Sí!", lo cual hace a Susana ir con ella, hasta su mesa. De ahí hará su show, poniendo a cantar a varios fragmentos de Piel canela. "¡Ay, güey, sí canta!" "¡Qué frenotes!" "¿Les doy un 10?", dijo en alusión a su papel de crítica exigente en el programa de televisión Cantando por un sueño.

"Para todas las perras como yo. Soy mala, pero me gusta. Mala como la mentira, mala como la miseria."

"Estoy parado, señora", expresó el maestro a Susana. Cantan a dúo Vamos a vernos en el parque, un estreno. "Vamos a vernos en un parque, porque si te veo entre cuatro paredes... ¡zúmbale!", añadió Zabaleta.

Una canción de subtexto, para Zabaleta, es Por debajo de la mesa. "Hay quien se pasea por debajo de la cama", comentó Manzanero. Susana lo abraza y le pone la cabeza cerca de los senos. Armando se pone nervioso, o así parece. "¿Sabe dónde está Monclova?", le pregunta, y remata: "¿De dónde se les ocurre a los medios que este ser le pega a las mujeres?", en relación con un escándalo familiar del maestro. Manzanero ríe.

Interpretan otro estreno: En un fin de semana, invitación de Armando para romper la monotonía luego de cuatro años (en promedio, "es científico", acota Susana) de matrimonio. Habla de una mujer que halla una manera de quebrar la rutina. Ahora, Nos hizo falta tiempo. "Lo que hay que hacer debe hacerse... ¡ya!", Susa dixit.

El maestro de Mérida se aleja micrófono en mano y Susana se sienta en un sofá instalado en el escenario. Cruza la pierna y es una gata. Los caballeros no pueden quedar impávidos. "¡Quiero!"

Armando va al piano. Cantan otro estreno: Nada es casualidad, cuyo "subtexto" es, según Susana, que las mujeres todo lo tienen calculado. La imagen es un cuadro. Ahora cantan El matrimonio, que Manzanero define como "una caja de sorpresas".

Se van, pero regresan. Encore. "No me ha compuesto nada", se queja Susana. Cantan el clásico Contigo aprendí, que es coreada por el público. "¡Chingao, cómo lo quieren!", dice ella de Armando. "Contigo crecí el día en que te conocí", parafrasea Manzanero su propia letra.

Al final todo es relax, romanticismo y bohemia. "¡Qué voz de Susana!" "¡Qué buen concierto!", fueron algunos de los comentarios que se escucharon del público al bajar por las escaleras del Lunario.