Editorial
El peligro se llama Bush
Al hacer público ayer el documento Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en el que se enumeran supuestas amenazas a su gobierno, George W. Bush presentó en realidad una nueva lista de amenazas contra el mundo: en Medio Oriente, amagos de agresión contra Irán y referencias ominosas a Siria; en América Latina, una cruzada contra "el populismo" el término que la Casa Blanca, el gobierno de Vicente Fox y el ex presidente Carlos Salinas, entre otros, emplean como insulto-- y nuevas actitudes hostiles contra Venezuela y Cuba; en Europa, Asia y Africa, referencias a los "regímenes despóticos" de Bielorrusia, Birmania, Corea del Norte y Zimbabwe, y advertencias a China y Rusia por no respetar las libertades individuales. En general, referencias hostiles a la proliferación de armas de destrucción masiva que excluyen al gobierno estadunidense principal poseedor de este armamento y sus aliados, como India, Pakistán e Israel.
Ante esos "peligros", Washington persiste en la postura totalitaria que se sintetiza en la doctrina de "guerra preventiva" o doctrina Bush "no descartamos el uso de la fuerza antes de que ocurran ataques, inclusive cuando no hay certeza sobre la hora y lugar del ataque enemigo", que se reveló en Irak como un monumental desatino (porque las armas de destrucción masiva iraquíes no existían) y como pretexto para derrocar a un gobierno incómodo, destruir un país, saquear sus riquezas e implantar un enclave militar afín a los designios de los republicanos estadunidenses.
Los argumentos ideológicos del documento representan una visión del mundo al revés: se ataca al "populismo antimercado libre" porque "erosiona las libertades políticas y atrapa a los más pobres en ciclos de pobreza", cuando la realidad se demuestra lo contrario: que la apertura comercial indiscriminada genera masiva miseria donde se implanta, y que para imponerla se requiere de autoritarismo y antidemocracia, como ocurrió en México entre 1988 y 1994: el gobierno que negoció y firmó el Tratado de Libre Comercio surgió de un fraude electoral; en los seis años siguientes se asesinó a centenares de opositores y ese régimen terminó en medio de homicidios de Estado, de una escandalosa corrupción privatizadora y de un quebranto mayúsculo a las finanzas nacionales.
La Estrategia... critica a un puñado de países por pisotear las libertades políticas de sus sociedades, pero omite la ofensiva contra los derechos humanos emprendida desde el 11 de septiembre de 2001 por Bush, no sólo en territorio estadunidense sino en todo el mundo. El documento insta a otros gobiernos a "luchar contra la corrupción", pero no menciona la escandalosa descomposición empresarial del círculo íntimo de la Presidencia estadunidense, que ha gastado cientos de miles de millones de dólares para impulsar negocios de la trasnacional Halliburton, ligada a Dick Cheney.
Por lo demás, en el texto la Casa Blanca se presenta como depositaria de una misión democrática en el planeta, cuando es evidente que el gobierno de Bush es el principal factor de guerra y barbarie en el mundo y en su propio país. Hace dos días las tropas estadunidenses asesinaron a una familia iraquí cinco niños, cuatro mujeres y dos hombres cerca de Tikrit, y ayer mismo el Pentágono inició una sangrienta oleada de ataques en los alrededores de Samarra. Los muertos serán presentados como "terroristas" aunque se trate de menores, mujeres y ancianos y los detenidos serán conducidos a centros de tortura como el de Abu Ghraib o a campos de concentración como el que opera en Guantánamo.
Washington no logrará con ello variar el rumbo de una guerra que ya tiene perdida, pero conseguirá ahondar y multiplicar el odio que se ha granjeado, a pulso, en las sociedades árabes e islámicas, y dará gasolina adicional a la exasperación que se manifiesta en atentados terroristas. El elemento principal de ese círculo violento es, hoy por hoy, el gobierno de George W. Bush. Ese es el principal peligro para la seguridad de los estadunidenses y para la paz y el entendimiento en el planeta.