Usted está aquí: lunes 13 de marzo de 2006 Cultura Expone Marysole Wörner Baz sus juegos de luz logrados con el aerógrafo

La muestra Espacios reúne 20 piezas realizadas con tinta negra mediante esta técnica

Expone Marysole Wörner Baz sus juegos de luz logrados con el aerógrafo

El campo me enseñó los préstamos de color que hace el Sol a la naturaleza, declara

MERRY MACMASTERS

El juego siempre ha sido una característica de la obra de Marysole Wörner Baz (ciudad de México). Jugando fue como la artista visual empezó a experimentar con el aerógrafo sobre papel amate lo que, a su vez, le proporcionó una nueva manera de ver los espacios y sentirse bien con ellos.

Alrededor de 20 piezas, realizadas con tinta negra que contrasta con el blanco del papel amate, se exhiben precisamente con el título de Espacios, hasta el 17 de marzo en la Casa de la Primera Imprenta, Lic. Verdad 10, Centro Histórico.

En estos trabajos sobre papel amate hay un denominador común en el espacio interior: una entrada de luz, a veces por medio de una ventana abierta, otras colándose entre unas cortinas. Wörner Baz lo relaciona con la libertad interior, con una luz que viene desde adentro.

Si Marysole trabajó, trabaja aún, con el aerógrafo, es porque le da las transparencias que no encuentra en otro tipo de pintura. "Esa sutileza -asegura- no la hallo en otra cosa más que en el aire." El aerógrafo es una especie de lápiz que sopla aire por una punta con la ayuda de una bomba. Uno lo carga con tinta y "sutilmente vas haciendo las cosas". Para el presente trabajo Wörner Baz le puso esmalte de un solo color, el negro, y se separaba mucho del papel amate para que "diera como grises".

Continúa: "Uno mide con la distancia el aire que saca el aerógrafo. O sea, si está muy cerca del papel es muy penetrante, si está muy lejos es más sutil, casi es como viento".

Aunque la obra de Espacios se antoja de repente como más abstracta, de hecho el trabajo de Marysole siempre ha sido figurativa desde su primera exposición en 1955. Sus primeros trazos las hizo en tinta negra y papel blanco, sin usar lápiz alguno. El contraste que le da la tinta también lo encuentra en el grabado que igualmente ha trabajado en blanco y negro.

El color tampoco es ajeno a su obra. Hace 15 años Wörner Baz se mudó a Cuautitlán Izcalli donde tiene una casa de adobe, una hectárea de terreno y 35 perros. "Cuando me vine a vivir aquí -relata- encontré algo maravilloso: el campo. Empecé a ver, ahora sí, los préstamos de colores que hace el Sol a las plantas, a las paredes, cuando va cayendo. Los verdes como toman otros verdes, o sea, como se prestan colores entre ellos. Luego, las diferentes clases de dorados, amarillos, cuando viene la sequía. Eso te lleva al color por el color.

"De allí viene para mí lo abstracto. Entonces, empecé a abstraer cosas quedando los colores. Ahora estoy entre los darketos. Tengo una serie de cuadros de los chamacos de ahora. Lo del aerógrafo es sólo una distracción de mi objetivo real que es la pintura y la escultura. Aunque el aerógrafo también es pintura, fue un juego nada más."

 
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