El gobierno solapa los abusos de empresas, denuncian
Grave explotación de niños jornaleros en el agro mexicano
Demetria Santiago dice que los campamentos de los campos agrícolas donde ella y cientos de niños han dejado su fuerza de trabajo para subsistir no han cambiado, pues hoy, como antes, los "techos no están buenos, la basura genera mucha infección, los niños están bien desnutridos y las carpas donde nos dan clases se mueven de allá para acá".
A este testimonio se une el de Centolia Maldonado, quien de niña también anduvo de un lado a otro como jornalera migrante. Centolia es ya una mujer y pide que no los victimicen, sino que se ataque el problema de raíz.
Una de las recomendaciones es que la educación en esos campamentos debe ser de buena calidad, porque de lo contrario, cuando llegan a la secundaria "todo está oscuro", lamenta.
Otro de los grandes problemas, denuncia la oaxaqueña, es que siempre "las grandes empresas salen ganando, y los gobiernos, dormidos en sus laureles". Reclama, con voz fuerte, que en todos los años de labor en tierras del norte del país "nunca vi a la Secretaría del Trabajo. Los empresarios y el gobierno hacen cochupos y las autoridades no obligan a la empresa a cumplir la ley existente".
Demetria y Centolia compartieron sus experiencias en el foro internacional Dignidad sin pérdida, organizado, entre otras instituciones, por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
En un auditorio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) expresaron que la migración obedece a que no existen condiciones en sus pueblos para tener las mínimas garantías de bienestar. Lamentaron que "lleguen los dólares", pero siga igual o peor la educación, la salud, la vivienda, lo que se suman conflictos que agravan más el desarrollo de sus comunidades, como el alcoholismo y la drogadicción.
Centolia cuenta que su padre, ya finado, le enseñó a que del sufrimiento también es posible sacar cosas buenas.
Ahora ella es representante del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, trinchera desde la cual apoya tanto a los migrantes internos como a los connacionales residentes en Estados Unidos.
En tanto, Demetria, niña que ha conseguido una beca para estudiar la secundaria, ha demostrado que pese a las condiciones en su contra es posible abrirse paso, aunque "el camino está muy feo". Ganó la Olimpiada del Conocimiento Infantil y quiere ser doctora para apoyar a su comunidad.
Antes, en una mesa en la que se presentaron experiencias de trabajo educativo con jornaleros agrícolas en otras regiones, el secretario nacional de Asistencia Social del ministerio de Desenvolvimiento Social de Brasil, Osvaldo Russo, advirtió que el éxito escolar no puede darse si no hay garantías de protección social básica por parte del Estado.
De manera que el buen desempeño de los escolares no sólo depende de la familia, de la escuela o de los maestros, sino también de los derechos al bienestar social.
Precisó que en Brasil 98 por ciento de los niños están en la escuela, pero la mitad de ellos no saben leer ni escribir adecuadamente.